7º Congreso Misionero Latinoamericano  (CoMLa 7)

2º Congreso  Americano Misionero (CAM 2)

9.     La misión ante los desafíos de los grupos fundamentalistas y los nuevos movimientos religiosos

Objetivo:

Reflexionar sobre los acentos propios de la misión católica que se desarrolla junto a otras ofertas religiosas, así como, las relaciones a establecer con los nuevos grupos y movimientos religiosos.

 

1.      Realidad que confrontamos

 

Multiforme paisaje religioso.  A inicios del siglo XXI, el panorama religioso en que debe realizarse la misión es múltiple y variado.  Por una parte, se ha reconocido la autonomía frente a la religión de muchas realidades sociales y por otra, la religión como hecho sociológico y cultural aparece con nuevas formas y vigor. 

 

En efecto, muchos ámbitos de la vida social, como la política, la economía, la educación, la salud, entre otros, se han secularizado, es decir, ya no están bajo el amparo de una iglesia cristiana.  Las iglesias cristianas históricas, tanto la católica como las protestantes, han dejado de ser parte de la estructura de los Estados.  Este fenómeno llamado secularización es un proceso constatado y, en algunos aspectos valorado por el Concilio Vaticano II, que reconoce la autonomía de las realidades del mundo frente a la Iglesia (GS, 36).

 

Por otra parte, el cristianismo, ha sufrido transformaciones importantes.  El catolicismo ha dejado de ser la religión “única” que se practica en América Latina.  Junto a ella encontramos la presencia de otras tradiciones cristianas ortodoxas y protestantes.  Pero además han surgido múltiples formas nuevas de agrupaciones e instituciones religiosas que se inspiran en la figura de Jesús y en el Nuevo Testamento, pero no se sienten vinculadas a una tradición doctrinal o institucional.  Son las agrupaciones evangélicas o cristianas, fundamentalistas o pentecostales, que generalmente los católicos llamamos “sectas” aunque ese nombre no sea del agrado de las agrupaciones a las que nos referimos; a esto hay que añadir el resurgir de las espiritualidades autóctonas americanas.

 

El mundo religioso a principios del siglo XXI muestra una riqueza y variedad inesperadas hace cien años, y es el ambiente religioso en el que debe realizarse la propuesta evangelizadora católica. Conviene por lo tanto describir con mayor precisión los fenómenos religiosos de los que hablamos.

 

- Confesiones cristianas no católicas.  La presencia de Iglesias Ortodoxas, del protestantismo clásico, representado principalmente por las comunidades eclesiales luteranas, presbiterianas, metodistas, juntamente con la confesión anglicana, está vinculada a la migración tanto a los Estados Unidos como a América Latina de población europea que la profesaba.  Con estas Iglesias y comunidades eclesiales, la Iglesia católica mantiene un diálogo ecuménico y una cooperación sincera en la búsqueda de las justicia, de la defensa de los derechos humanos y de la solidaridad con los más desafortunados de la sociedad.

 

- El evangelismo.  El evangelismo es el resultado del desarrollo del protestantismo en el territorio de los Estados Unidos.  El rasgo principal fue el énfasis puesto en la experiencia personal de conversión y en la aceptación personal de la fe en detrimento de los rasgos institucionales. La autenticidad de la fe no se funda en la vinculación con una tradición doctrinal o institucional, sino con una experiencia personal de fe, en la que el converso “acepta a Jesucristo en su corazón”.

 

El evangelismo se desarrolló apareciendo formas en cierto modo complementarias. Una reacción conservadora dio lugar al fundamentalismo evangélico.  Esta reacción se llama así porque se apoya en unos principios fundamentales:  la inerrancia bíblica en su sentido literal y el rechazo, por lo tanto, a aplicar métodos críticos de lectura al texto sagrado.  Por otra parte, la corriente pentecostal subrayó que el núcleo de la fe cristiana residía en la experiencia religiosa entendida como una comunicación del Espíritu, como la que se narra en el libro de los Hechos de los Apóstoles para el día de Pentecostés.  El evangelismo pentecostal pone el énfasis en la experiencia del Espíritu, pero se muestra más despreocupado de las realidades temporales.

 

En el siglo XX, estas diversas formas de evangelismo centraron su atención en la misión hacia América Latina.  Desde el punto de vista de los dirigentes de estas corrientes fundamentalistas y pentecostales, la forma católica del cristianismo establecida en América Latina, parecía una forma deficiente de fe.  Por otra parte, el interés de los gobiernos de América Latina por debilitar la presencia de la Iglesia católica, propició esos impulsos misioneros del evangelismo norteamericano. 

 

(Es necesario recordar que muchas de estas experiencias religiosas, desde finales de los años 40´s, aunque en muchos casos ahora ya no lo sea así, fueron financiadas y promovidas desde los Estados Unidos, según consta en algunos documentos bastante serios, como el de la Rand Coorporation;)

 

 

- Cultos filocristianos.  Con este nombre nos referimos a otras comunidades religiosas que también se han hecho presentes en América, que tienen entre sus documentos fundantes la Biblia cristiana, pero que no se pueden considerar cristianos porque admiten otras revelaciones y libros sagrados a la par de la Biblia. Los principales en nuestro contexto son la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, también conocidos como los Mormones; los Adventistas del Séptimo Día; y los Testigos de Jehová.

 

Estos cultos y comunidades eclesiales tienen su origen en una inspiración religiosa de su respectivo fundador, quien recogió elementos cristianos en su propuesta, pues su experiencia religiosa se dio en un contexto cultural cristiano.  Generalmente acentúan en su predicación el fin inminente del mundo o descalifican la realidad creada.  Por eso tienen tendencias segregacionistas.

 

- Religiones no cristianas.  El escenario religioso en el que se debe desarrollar la misión católica también está constituido por la presencia de otras formas muy variadas de religión que no pertenecen a la línea de inspiración cristiana.

 

En primer lugar se debe contar con la presencia del judaísmo y del islam.  Son dos religiones monoteístas, originarias del mismo contexto cultural de donde surgió el cristianismo.  La presencia de judíos y musulmanes en suelo americano es resultado de la inmigración.  Esta presencia puede ser muy densa en algunos lugares concretos, pero en términos de estadísticas globales se trata de una población minoritaria. A estos grupos hay que añadir el de budistas, hindúes y de otras religiones orientales, fruto también de la inmigración asiática reciente al continente americano.

 

- Religiones autóctonas americanas.  Este grupo está constituido por los practicantes de religiones autóctonas o indígenas de América.  Estas prácticas religiosas en su mayoría provienen de grandes sistemas religiosos milenarios, aunque también los hay de otro tipo.  Éstas se mantuvieron a lo largo de los siglos de forma clandestina y oculta.  Han hecho su aparición en el clima de libertad religiosa auspiciado por los regímenes democráticos y como parte de las reivindicaciones culturales e identitarias de las poblaciones indígenas de América. 

 

La Iglesia católica está empeñada en mantener un diálogo con estas tradiciones religiosas con el fin de asumir todo aquello que sea coherente con el propio mensaje cristiano, ya que gran parte de la población indígena americana es católica, pero mira con simpatía estas formas tradicionales de la religión de sus antepasados.

 

- Nuevas formas religiosas.  También se deben mencionar nuevas formas religiosas surgidas de la cultura contemporánea. La psicología ha descubierto las profundas estructuras de la personalidad.  La astronomía nos ha hecho conscientes de la inmensidad del universo.  La preocupación ecológica ha inculcado la convicción de que todos los seres vivos, incluidos los humanos, dependemos unos de otros y formamos una especie de red de vida.  La combinación de estos elementos ha dado lugar a esa nueva forma de religiosidad que se conoce como la Nueva Era o New Age.

 

La New Age es una actitud religiosa que no tiene una institución ni un dirigente que la guíe.  Ofrece a sus seguidores una experiencia de trascendencia de carácter cósmico, no personal como el Dios cristiano, y su objetivo es fomentar sensación de paz y serenidad personal. Sin embargo, esta forma de religión que mezcla elementos astronómicos, psicológicos y ecológicos ofrece una experiencia religiosa que no compromete en el plano ético y que es consecuente con las experiencias despersonalizadoras de las culturas de masas sobre todo en las grandes urbes del Continente.

 

- Incidencia de este pluralismo religioso en el catolicismo.  El catolicismo latinoamericano se desarrolló sin competencia.  La resistencia que pudiera haber venido de parte de las religiones y culturas autóctonas fue fácilmente sometida al inicio de la Colonia.  Hasta la fecha de la independencia, el catolicismo latinoamericano fue además religión de Estado.  La Iglesia recibía la protección y el apoyo del Estado español para el desempeño de su misión, pero la Iglesia a su vez era la institución legitimadora del ejercicio político.  La separación de la Iglesia y el Estado fue una novedad política introducida por la Constitución de los Estados Unidos de América e imitada después por las democracias liberales del mundo entero.

 

El catolicismo latinoamericano, por su historia peculiar, ha sido extremadamente vulnerable a los esfuerzos proselitistas de las “misiones” evangélicas procedentes de los Estados Unidos y a las formas propias del evangelismo.  Así el fundamentalismo evangélico induce a veces a un cierto biblicismo acrítico entre los católicos y el pentecostalismo evangélico pasa a la Iglesia católica como una búsqueda de experiencias religiosas de carácter emotivo a veces con desprecio de la institución eclesial.

 

Por otra parte, la Iglesia católica ciertamente no podía llegar a atender a muchísimas personas que eran nominalmente católicas, pero que no recibían un debido servicio ni acompañamiento a su fe debido principalmente  a la escasez de sacerdotes y ministros.  La versatilidad de la organización de las comunidades evangélicas, el predominio del liderazgo laico, y las mínimas exigencias de formación le permiten una penetración que rivaliza y desplaza fácilmente la misión católica.

 

Así pues, la misión evangélica ha representado una ruptura de la unidad cultural de fondo católico que caracterizaba a la población de América Latina.  La diversidad religiosa, acompañada con frecuencia de la intolerancia, ha producido conflictos intrafamiliares, e incluso ha producido una cierta rigidez (de fondo calvinista) en el disfrute de la vida y de la alegría.

 

2. Escuchemos el mensaje cristiano

 

La Iglesia es un misterio de unidad (Cf LG 1). La profesión de fe en esta unidad tiene su fundamento último en Cristo, en el cual la Iglesia no está dividida (1 Co 1,11-13). Como cuerpo suyo, en la unidad obtenida por los dones del Espíritu, es indivisible. La realidad de la división se produce en el ámbito de la historia, como consecuencia de la fragilidad humana. La unidad que se realiza concretamente en la Iglesia católica, a pesar de los límites propios de lo humano, emerge también de manera diversa en tantos elementos de santificación y de verdad que existen dentro de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales; dichos elementos, en cuanto dones propios de la Iglesia de Cristo, les empujan sin cesar hacia la unidad plena (LG 8).

 

Por eso, entre la Iglesia católica y las otras Iglesias y Comunidades eclesiales existe un esfuerzo de comunión que tiene su raíz en el Bautismo administrado en cada una de ellas. Este esfuerzo se alimenta mediante la oración, el diálogo y la acción común (Cf LG 15). Es necesario distinguir con claridad las comunidades cristianas, con las cuales es posible establecer relaciones inspiradas en el espíritu del ecumenismo, de las sectas, cultos y los otros movimientos pseudorreligiosos (EA 49). Sin embargo, en todo trato se debe guardar el respeto a las personas que lo profesan (Cf NA 5).

 

No obstante, la Iglesia no puede sustraerse a la actividad misionera hacia los pueblos, y una tarea prioritaria de la misión ad gentes sigue siendo anunciar a Cristo, “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14,6), en el cual los hombres y mujeres encuentran la salvación. “El diálogo interreligioso tampoco puede sustituir al anuncio... El deber misionero no nos impide entablar el diálogo íntimamente dispuestos a la escucha” (NMI 56). En efecto, frente al misterio de gracia infinitamente rico por sus dimensiones e implicaciones para la vida y la historia del ser humano, la Iglesia misma nunca dejará de escudriñar, contando con la ayuda del Paráclito, el Espíritu de verdad (Cf Jn 14,17), al que compete precisamente llevarla a la “plenitud de la verdad” (Jn 16,13). Este principio es la base no sólo de la inagotable profundización teológica de la verdad cristiana, sino también del diálogo cristiano con las filosofías, las culturas y las religiones (Cf NMI 56).

 

En conclusión, la tendencia clara a la diversificación de ofertas en el campo religioso genera una pluralidad religiosa que nos invita al diálogo y al respeto. Por esto, la propuesta evangelizadora católica no puede ignorar el contexto en el que se realiza, ni los principios más propios que la conforman. Pero la misión católica se fortalece cuando recupera los elementos esenciales de su propuesta:

 

- Recuperar la experiencia.  La misión evangelizadora católica debe ofrecer una genuina experiencia de Dios.  Para la persona, el signo de autenticidad de la fe es que logra tener comunicación con Dios.  En nuestra tradición afirmamos que Dios es Espíritu que se comunica al hombre y a la mujer creyente, gracias a la fe en Jesucristo.  Es necesario recuperar la experiencia de conversión y de fe.  No hay fe cristiana auténtica sin una experiencia de encuentro con Jesucristo en la fuerza del Espíritu. 

 

- Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre.  Esta posibilidad de futuro y de nueva humanidad, se realiza bajo la guía y la experiencia de la vida de Jesús de Nazaret, el hijo de María de Nazaret.  Jesús es aquel hombre que ha alcanzado la plenitud de su propia vida frente al fracaso, la marginación, la exclusión e incluso su propia muerte, pues vivió su vida en referencia a Dios y su Reino y en este camino Dios lo reveló como su Hijo.  El rostro visible de Dios es el hombre Jesús; el Dios invisible se ha hecho visible en la vida, muerte y resurrección de Jesús.  Esta característica singular y propia del cristianismo, significa que la salvación de las personas se realiza a través de su humanización.  Salvarse significa llegar a ser humano en plenitud. 

 

- Dios Padre misericordioso.  De la mano de Jesús, el cristiano y la cristiana conoce y confiesa que hay un solo Dios, creador del cielo y de la tierra, que es Padre-Madre.  La vida es gracia, no conquista; el futuro es don, no meta.  Al confesar que hay un solo Dios, que es el Creador de todo, afirmamos que el mundo, el universo y la humanidad tenemos un mismo origen.  Además el mundo y la vida son buenos y hermosos. 

 

- Una nueva comunidad de hermanos-as.  La experiencia de conversión del pecado a Dios, aunque es personal, no es ni privada ni aislada ni individual.  Se realiza en el seno de una comunidad de creyentes, que forma la Iglesia, y que transmite en su doctrina, en su liturgia y en su caridad fraterna la experiencia de la salvación como una consolidación de la propia vida frente a las incertidumbres del futuro, incluida la incertidumbre de la muerte. 

 

- La esperanza hacia el futuro.  Nuestra fe no es tanto el recuerdo de unos acontecimientos pasados, sino la esperanza de una plenitud futura.  El Señor Jesucristo vendrá con gloria para llevarnos consigo a su Reino.  Esta esperanza de futuro significa  que el pasado como pecador no condiciona el futuro personal.  Dios ofrece al que cree la posibilidad de replantear su futuro, como un don de perdón y de presencia del Espíritu de Dios en los corazones creyentes. 

 

-                     El compromiso con las realidades temporales.  La afirmación de que hay un solo Dios que es creador confirma pues el valor de este mundo y de su historia.  La relación mutua del mundo y del ser humano, garantiza que la razón y los sentidos, el sentimiento y la inteligencia, el espíritu y el cuerpo son facultades que le permiten al hombre y a la mujer ubicarse y situarse en el mundo. La opción religiosa conduce al creyente y la creyente a asumir las responsabilidades políticas, sociales, económicas, tanto como una tarea ética como una experiencia de corresponsabilidad creadora. 

 

-                     El diálogo al que nos llama la Iglesia supone en primer lugar un gran respeto por las otras religiones, al mismo tiempo, es necesaria una actitud de compartir la propia experiencia de fe.  Por el diálogo se deben de enriquecer mutuamente las personas y religiones que participan.  De ninguna manera se pretende adquirir elementos religiosos diversos para ponerlos todos juntos, como formando parte de un todo; más bien con el diálogo hemos de enriquecer las propias experiencias a causa de lo valioso verdadero y santo que hay en las otras experiencias, de modo que todo pueda ser reducido al único Señor y Salvador que es la Cabeza de todo.

 

 

3. Propongámonos qué debemos hacer con el mensaje recibido

 

1. ¿Cuál de los múltiples desafíos que provienen de la diversidad de la oferta religiosa es la propia de su contexto eclesial?  Intente hacer un diagnóstico local.

2. ¿Cuál es la principal debilidad de la Iglesia católica en su localidad para hacerle frente al desafío de la diversidad de ofertas religiosas?  ¿Por qué lo dice?

3. ¿Cuáles son los nuevos métodos de evangelización que emplea la Iglesia católica en su localidad y que hacen que el mensaje tenga incidencia y resulte buena noticia?

 

4. Oremos al Señor por intercesión de María

 

Te damos gracias Señor, Padre nuestro,

porque nos amas y eres bueno.

Tú nos has llamado a tu Iglesia,

en ella hemos conocido a Jesús,

y hemos experimentado su cercanía

por el don que es tu Espíritu Santo.

 

Tú nos  invitas ahora a transmitir

a nuestros hermanos que no te conocen

esta misma fe, esta misma esperanza

y este mismo amor.

 

Nosotros hemos recibido esta fe

de quienes nos precedieron. 

Nuestros padres dieron testimonio

y nosotros, por ellos, creímos en tu Palabra.

 

Como Padre, has derramado a tu único Hijo

como Semilla de tu Palabra

en todas las culturas y religiones del mundo.

Ayúdanos a reconocer esas semillas

y a llevarlas a su plenitud

por la fuerza del Evangelio.

 

La primera creyente fue María, la Virgen Madre de Dios,

que aceptó al Hijo de Dios en su corazón por la fe,

antes de concebirlo en su seno por obra del Espíritu Santo.

 

Ella es modelo de la Iglesia, Virgen y Madre,

que engendra a sus hijos virginalmente

por el don de la Palabra y el Espíritu,

y los cuida maternalmente por medio de la caridad fraterna.

 

Que la intercesión de María y todos los creyentes

que nos han precedido nos aliente en nuestra tarea misionera

de ser tus testigos por la paz del mundo.  Amén.

 

 

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