El CELAM y la Teología India

ENCUENTRO LATINOAMERICANO DE OBISPOS

COMUNICADO FINAL

Oaxaca, México, 26 de abril del 2002

1.  Convocados por el CELAM un grupo de Obispos de América latina encargados de la pastoral indígena, nos hemos reunido en Oaxaca México los días 22-26 de abril "para conocer y analizar la realidad indígena en América Latina, para discernir la problemática teológica y eclesial y aunar criterios y orientaciones en la acción pastoral". Queremos descubrir lo que Dios y los pueblos indígenas piden hoy a sus pastores, ya que "la Iglesia no sólo respeta y evangeliza los pueblos y las culturas, sino que ha sido defen­sora de los auténticos valores culturales de cada grupo étnico" (Juan Pablo II, discurso en Quetzaltenango, Guatemala 9- marzo- 1983). Los indígenas son raíz y riqueza de América Latina y continúan ofreciendo su sabiduría ancestral de la cual la sociedad tiene mucho que aprender.

2.  Los pueblos indígenas representan un grupo numéricamente importante, hay aproximada­mente 60 millones dispersos en América Latina. En algunos países ha habido un importante reconocimiento jurídico, sin embargo, para muchos el nivel de vida no ha mejorado. Su situación socioeconómica en la mayoría de estos pueblos sigue siendo desfavorable, en muchos casos siguen habitando tierras poco productivas, en otros han sido expulsados de sus tierras o incluso podrían correr el riesgo de ser extinguidos. Carecen de las oportunidades necesarias para la educación y por muchas razones se sienten obligados a emigrar. Los pueblos indígenas han recobrado su voz, están emergiendo de un silencio secular y ahora la levantan no sólo para exigir derechos sino también para proponer soluciones.

3.  Nos alegramos porque se abren nuevos horizontes para los pueblos indígenas. Este momento histórico es muy especial porque gracias a sus esfuerzos y luchas, al acompañamiento y acción de la Iglesia, se da hoy una presencia nueva y crece la conciencia del lugar que les corresponde en el mundo.

4.  Nuestra sociedad en muchos países de América Latina está compuesta por mayoría mestiza que cada vez valora más sus raíces amerindias. Los indígenas no son un problema, sino protagonistas para encontrar la solución a los desafíos del mundo; ellos con su sabiduría pueden colaborar para un mayor respeto a la vida, a la naturaleza, a los valores humanos y a la fraternidad de los pueblos.

5.  Esta emergente presencia indígena plantea hoy tareas importantes para la Iglesia:

-    Estar atenta al dinamismo actual del mundo que parece querer apagar todas las luces que brillan en nuestro continente.

-    Afianzar la identidad y culturas indígenas.

-    Fortalecer el interés y entusiasmo pastoral por los valores autóctonos de los pueblos indígenas que con su sabiduría fortalecen la vida de la sociedad; valorando nuestro pasado rejuvenecemos el presente y preparamos el futuro.

-    Celebrar que la gran mayoría de los indígenas han aceptado el evangelio anunciado por la Iglesia Católica. Ellos son una esperanza para la renovación de la Iglesia. Es verdad que se requiere un mayor celo pastoral para inculturar el Evangelio que favorezca la vida cristiana y una mejor reflexión teológica sobre la sabiduría y experiencia espiritual de los pueblos indígenas.

6.  En el contacto con muchos y variados aspectos de las realidades oaxaqueñas, hemos recibido un documento de indígenas de la Sierra Sur asentados en el zócalo, solicitando nuestro apoyo para que las autoridades civiles del Estado les reciban y les escuchen. Hemos comentado esta solicitud a la Autoridad correspondiente, augurando que sus demandas justas y las de los indígenas del Continente, sean resueltas en diálogo, justicia y transparencia.

7.       Agradecemos a Dios y al Santo Padre Juan Pablo II la próxima canonización del indio Juan Diego, la beatificación de los Mártires oaxaqueños de Cajonos y la canonización del hermano Pedro de San José Betancourt de Guatemala. Ellos son un ejemplo y modelo de la inculturación de Evangelio en los pueblos de América.

El cariño especial del Padre Dios mostrado en el rostro materno de María de Guadalupe nos anime a todos a seguir las huellas de Cristo en la vivencia de los valores evangélicos.

 

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