COMUNIDAD MISIONERA SAN FRANCISCO JAVIER (CMSFJ) - Diócesis de San Martín - |
NUESTRO CARISMA E IDENTIDAD
Somos laicos llamados a vivir el carisma de San Francisco Javier y para responder de manera comunitaria, nos reunimos en la Comunidad Misionera San Francisco Javier; donde realizamos un camino espiritual de encuentro personal con Dios.
Nuestra profesión u oficio esta al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia, con el carisma de la Comunidad Misionera.
Somos una "Asociación" o "Comunidad" de laicos que respondiendo al llamado de Dios, siendo dóciles al Espíritu Santo y en comunión con los pastores de la Iglesia fundamentamos nuestra acción misionera en la opción preferencial por los más pobres y necesitados.
Nuestra misión esta orientada a la Misión "Ad Gentes", la Nueva Evangelización y la Actividad Pastoral.
NUESTRA ESPIRITUALIDAD
El llamado a la conversión y a la santidad característico de todo cristiano, lo vivimos con una constante alegría, trabajando para alcanzar una profunda realización personal y comunitaria.
Queremos que nuestra comunidad se destaque en las siguientes actitudes de San Francisco Javier: ardor misionero, audacia apostólica, comunión y obediencia para con la Iglesia, contemplación en la acción y la misión ad gentes, la confianza incondicional a Dios, la devoción a la Eucaristía, el espíritu de oración, la pasión por la evangelización y el amor fraterno.
Inspirados en la íntima relación de Jesús con el Padre y en la vida de oración de San Francisco Javier, los miembros de la Comunidad Misionera San Francisco Javier vivimos:
LA DIMENSION COMUNITARIA
1) CONSTITUCION DE LA COMUNIDAD MISIONERA
Los integrantes de la Comunidad Misionera San Francisco Javier vivimos la pertenencia al carisma de San Francisco Javier en las comunidades de Santa María y San Pedro, con las siguientes etapas iniciales: Santa Teresita del Niño Jesús (preadolescentes), San Juan Bautista (adolescentes) y San Juan Evangelista (jóvenes).
La comunidad de Santa María será animada por un miembro de la comunidad de San Pedro elegido por el Consejo General (ver GOBIERNO) , y por un miembro de la comunidad de María, elegido por su comunidad.
Las comunidades iniciales serán animadas por miembros de las comunidades de San Pedro y Santa María que el Consejo General decida.
El pase de una comunidad a otra se realiza de modo personal, después de un discernimiento con el Guía General, el Animador de la comunidad a la cual pertenece y el Asesor Comunitario.
2) Forma y duración del compromiso
En nuestra Comunidad Misionera el compromiso definitivo es un elemento esencial para la vida de la misma.
Prudentemente, este compromiso, debe ser precedido por una etapa temporaria a detallar:
3) GOBIERNO: CONSTITUCIÓN Y ELECCIÓN
El gobierno de la Comunidad Misionera San Francisco Javier lleva el nombre de "Consejo General" y se constituye por:
a) Del Guía General
Para la elección del Guía General, los miembros de las comunidades de Santa María y San Pedro votan y por mayoría de votos se obtiene al nuevo Guía General. Los candidatos deben ser de miembros de la comunidad de San Pedro.
El Guía General elegido desempeñará su servicio durante un período de 5 años, con sólo una posibilidad de ser reelegido. Posee voz y voto, y ante una disyuntiva dentro del Consejo General tiene el poder de decisión.
b) De los Consejeros
(En elaboración)
c) Del Secretario General
El Guía General elige a un miembro de la comunidad de San Pedro para el cargo de Secretario General. Este posee voz pero no voto dentro del Consejo de la Comunidad.
d) Sobre la Economía y el Ecónomo General (no forma parte del Consejo General)
Los miembros de la Comunidad Misionera, frente a los bienes materiales, vivirán una actitud que corresponde a la primera bienaventuranza evangélica: "Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos" (Mt. 5, 3).
Evangélicamente buscarán vivir en lo personal una pobreza solidaria y afectiva; y en lo comunitario una pobreza no sólo afectiva y solidaria sino también efectiva.
La Comunidad se sostendrá mediante: aportes personales, trabajos comunitarios, ventas, eventos, padrinos y bienhechores, entre otros.
El Guía General elegirá, también, a un miembro de la comunidad de San Pedro o Santa María para ejercer la función de Ecónomo General.
Tanto el Secretario como el Ecónomo General no poseen tiempo determinado en su cargo. El Guía General puede removerlos de sus funciones en cualquier momento de su mandato.
ECLESIALIDAD: INSERCION EN LA IGLESIA
Asociación o Comunidad de laicos de la diócesis de San Martín al servicio de las Iglesias diocesanas, con independencia en la dimensión comunitaria, gobierno y formación.
APOSTOLADO
Los Misioneros de San Francisco Javier nos dedicamos a la Evangelización, que se realizará mediante:
NUESTRA HISTORIA Y ACTUALIDAD
La Comunidad Misionera San Francisco Javier nació, por obra y gracia de Dios, al suscitarse en un grupo de personas (un profesor y cinco alumnas del Instituto San Pío X de Villa Ballester - Bs. As.) la necesidad de dar y ayudar a los demás compartiendo las maravillas del Señor que habían descubierto.
Guiado por el Espíritu Santo en su caminar, este grupo fue creciendo en número, en la oración y en la formación de sus integrantes.
Nace el 17 de septiembre de 1992.
En 1993, se viaja a Limpio (Paraguay) con la intención de ayudar a la Congregación de Hermanas Misioneras de San Francisco Javier, siendo este el primer viaje de pre-misión. Se forma un grupo misionero en la ciudad de Limpio.
Con motivo de la realización de la Misión en julio de ese año, se realiza un retiro espiritual de varones en Martín Coronado (Buenos Aires), logrando la incorporación de ellos al grupo. También se comienza el trabajo con niños de la Infancia Misionera. Se comienza a editar la revista-boletín "El Mundo y la Misión" del grupo.
En Julio de 1993 se realiza la misión en Limpio. Inmediatamente después de dicha misión, el grupo se divide en comunidades para realizar su camino de formación: San Juan Bautista, San Juan Evangelista, Santa María y San Pedro.
Desde 1993 hasta 1995 se continuó asesorando al grupo misionero de la ciudad de Limpio en su crecimiento comunitario, por medio de retiros, misiones compartidas, etc.
Tomamos como premisa importante, para todas las misiones, dialogar con el obispo correspondiente, pidiendo autorización para llevar adelante la tarea evangelizadora en su Iglesia Local.
En enero de 1994, se hace la pre-misión en El Espinillo (Formosa), concretándose en julio la Misión. También, en enero, colaborando con los padres Dehonianos, se trabaja en las ciudades de Gral. San Martín y Resistencia de la provincia de Chaco.
Se inicia el trabajo de la Catequesis Especial y se inaugura la librería "San Francisco Javier" (Instituto San Pío X).
En 1995, el grupo realiza la pre-misión en Laguna Blanca (Formosa), la misión en Arroyos y Esteros, en Piquete Cué y en Rincón (Paraguay). Se comienza a visitar las casas del Barrio Sarmiento (Villa Ballester - Buenos Aires).
En 1996, se intensifica el trabajo de misión en el Barrio Sarmiento. Se viaja a Colón (Entre Ríos), donde surge una nueva sede de la Comunidad Misionera, a través de las Hermanas Misioneras de San Fco. Javier.
En 1997, se continúa el trabajo de misión en el Barrio Sarmiento, acentuando el mismo en el barrio de emergencia de Avda. Márquez. Se participa del Consejo y de la Junta Parroquial de Pastoral de la pquia. Ntra. Sra. de Luján. Se viaja a Belo Horizonte (Brasil), para realizar el trabajo misionero, por la invitación de los jóvenes de Paraguay y la comunidad de destino.
Junto con las Hermanas Misioneras y nuestros asesores, comenzamos un camino de trabajo en común proyectando ser Rama Laica de la Congregación. Como signo de este compromiso iniciamos juntos, la misión en Bolivia. La comunión con las hermanas se concreta en la actividad misionera que compartimos y en el uso de espacios de sus establecimientos.
En este año, se trabaja en la preparación para la misión en Irupana (Bolivia). Cinco miembros de la Comunidad Misionera son enviados a anunciar la Buena Nueva más allá de las fronteras por un año.
En 1998, se llevó a cabo la misión en Irupana, junto con la Iglesia hermana de Bolivia y en comunión con el Arzobispo de la Paz, Mons. Edmundo Abastaflor. Esta misión fue sostenida económicamente por las Hermanas Misioneras y la Comunidad Misionera.
Este año, se intensifica el trabajo en el barrio de emergencia, brindado apoyo escolar a los niños y colaborando con la capilla del lugar, siendo este un servicio que nos compromete hoy en día.
Desde 1993, la Comunidad Misionera fue asesorada por el Padre Julio Bertoldi CSJ (Josefino de Murialdo) y la Madre Nilda Echarri (Hermanas Misioneras). En 1998, el P. Julio es trasladado a Colombia, y comenzamos a ser acompañados por el Padre Salvador Verón SJ (Jesuita).
En 1999, iniciamos un camino de discernimiento y crecimiento espiritual con los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, que continuamos en la actualidad.
Invitados por el P. Salvador, comenzamos la actividad misionera en la comunidad de Londres (Depto. de Belén – Catamarca), donde por gracia de Dios desarrollamos hasta el día de hoy dicha actividad.
Se trabaja en la animación misionera, se visitan las casas del barrio debido a la Misión Diocesana, se profundiza el trabajo misionero en el barrio de emergencia. Las comunidades de Colón (Entre Ríos) profundizan el camino misionero, y misionan el barrio de Tiro Sur, además de otros servicios prestados a su parroquia y a su diócesis.
La Comunidad Misionera participa del COMLA 5 y COMLA 6 – CAM 1, y a partir de ellos, presta servicios dentro del Equipo Diocesano de Pastoral Misionera: Infancia Misionera y Propagación dela Fe.
En el año 2000, continuamos con las actividades habituales. Se elaboró un proyecto de misión en Londres (Catamarca) para los dos primeros meses del año 2001.
Se prestó servicio en el "2do. Encuentro Nacional de Animadores de la Infancia Misionera" realizado en San Martín, asistimos y organizamos los encuentros formativos misioneros de la diócesis. Este mismo año, se cerró la comunidad de jóvenes que permanecía desde 1996 en Colón (Entre Ríos), y algunos de ellos siguen prestando su servicio en su Iglesia local.
En el 2001, después de dos años de discernimiento comunitario y acompañados por nuestro asesor, tomamos la decisión de no continuar el proyecto de Rama Laica y sólo mantener con las Hermanas Misioneras una relación que nos une en nuestro origen y como hermanos en Cristo.
En enero y febrero, realizamos la misión en el pueblo de Londres (Catamarca).
El 9 de diciembre, después de un acompañamiento comunitario prudencial, doce (12) miembros de la COMUNIDAD MISIONERA SAN FRANCISCO JAVIER se comprometieron definitivamente a vivir este carisma de manos del Obispo Diocesano, Monseñor Raúl Rossi.
El 23 de diciembre se realiza la elección del nuevo Guía General, por un período de cinco (5) años.
En enero y febrero de 2002, se realiza la actividad misionera en el pueblo de Londres (Catamarca) como se realizo el año anterior.
Desde el 18 de mayo, próximo pasado, día de Pentecostés, la CMSFJ se encuentra trabajando en la parroquia LA SAGRADA FAMILIA, Moreno 4247 – Billinghurst (1650) Buenos Aires (Argentina), luego de un diálogo profundo con el Párroco Noel Feeney, el Vicario Parroquial Walter Santiso y el Obispo, Monseñor Raúl Rossi.
Hoy seguimos entregados al Espíritu de Dios, queriendo trabajar con nuestra Madre Iglesia aportando lo que el Señor nos regaló como don y carisma, para mayor gloria de Dios.
ORGANIZACIÓN CMSFJ
FUNDACIÓN
Fundador: Carlos Andrés Albarracín (carlosandresalbarracin@hotmail.com)
Fecha: 17 de septiembre de 1992
CONSEJO GENERAL
Guía General: Maximiliano M. Escalada (maxmarsfj74@hotmail.com)
Secretario General: Adrián Mercado
Consejeros:
ASESORÍA
Asesor Comunitario: Padre Salvador Verón, S.J. (ceia@ciudad.com.ar)
EQUIPO DE ECONOMÍA
Ecónomo General: Sergio Aguilar (sergiosei@yahoo.com.ar)
Equipo: Adrián Mercado – Marcelo Melhem
COMUNIDAD |
COORDINADORES |
DÍAS Y HORARIO DE REUNIÓN |
CANT. DE MIEMBROS |
EDAD PROMEDIO |
San Juan Bautista |
Natalia Estévez Adrián Chanta |
Todos los sábados de 17 a 19 hs. |
15 |
18 |
San Juan Evangelista |
Lorena Prota Adrián Mercado |
Todos los sábados de 17 a 19 hs. |
8 |
24 |
Santa María |
Cecilia Barbetta
|
Todos los sábados de 13 a 15 hs. |
4 |
27 |
San Pedro |
Natalia Estévez Adrián Chanta |
Todos los domingos de 18 a 20:30 hs. |
12 |
27 |
ACTIVIDAD PASTORAL DIOCESANA (Diócesis de San Martín)
ACTIVIDAD PASTORAL NACIONAL
SOBRE NUESTRO SANTO PATRONO
"SAN FRANCISCO JAVIER" (1506-1552)
Ignacio de Loyola y Francisco Javier fueron dos hombres grandes de la España conquistadora del siglo XVl. Loyola dejó de servir a su "Rey temporal", el Emperador Carlos V, y pasó al servicio de su "Rey eterno", Jesucristo. Fundó la Compañía de Jesús con un grupo de amigos, estudiantes de la Universidad de París. Entre ellos sobresalía Javier, el que con el tiempo habría de llegar a ser uno de los misioneros más notables de la historia cristiana.
Francisco de Jaso y Javier nació el 7 de abril de 1506, último hijo de Don Juan de Jaso y Doña María de Azpilcueta, señores de Javier, en Navarra (España). Su padre era hombre de confianza del Rey de Navarra Don Juan D'Albret. Pero en 1515 España absorbió a Navarra y los señores de Javier perdieron sus privilegios. Pocos meses después, el padre de Francisco moría. El pequeño tenía apenas nueve años.
En 1521, Enrique D'Albret hizo un último esfuerzo para recuperar la soberanía de Navarra, apoyado por los franceses. Miguel y Juan, hermanos de Francisco, se alistaron en la lucha, que al comienzo pareció favorecerlos, cuando la fortaleza de Pamplona cayó en poder de los franceses. Ignacio de Loyola fue el capitán vencido. Pero más tarde los ejércitos españoles se impusieron definitivamente. En este ambiente de frustradas ambiciones y guerras por el poder, transcurrió la adolescencia de Francisco.
En 1525, Javier comenzó su carrera en la Universidad de París, la más famosa de su tiempo: un año de preparatorio, tres años y medio de filosofía para adquirir el grado de "Maestro en Artes", luego tres años de enseñanza en un colegio en calidad de "suplente" de algún gran profesor y luego cuatro años de teología, para obtener el ansiado título de Doctor. ¿Y para qué todo esto? Para sobresalir, para triunfar! Francisco no esperaba nada de las armas: esa fue la experiencia de su infancia. En cambio las letras le podrían abrir las cátedras de las universidades más famosas: Alcalá, Salamanca, la misma París. Obtendría quizá una mitra y más tarde un asiento en el Consejo de Castilla. No le disgustaba la carrera eclesiástica: el arzobispo de Toledo tenía una de las rentas más jugosas de toda España.
En París, Javier podía darse el lujo de tener un caballo y un criado a sus órdenes. Pronto brilló en el estudio y en el deporte. Quería ser el primero en todo y tenía a su favor un cuerpo fuerte y ágil, por lo que se destacaba en las carreras y saltos de la isla del Sena. Parece que la Providencia lo entrenaba para la inmensa maratón que habría de ser su vida!
Francisco se hospedaba en el colegio de Santa Bárbara. Debía compartir su cuarto con un estudiante de Saboya (Francia) llamado Pedro Fabro, que se preparaba para el sacerdocio. Fabro se limitó a dar ejemplo de corrección al joven navarro y Javier pronto se dio cuenta que ese era el camino de la verdad. Muchos de sus compañeros, burlando el estricto reglamento de Santa Bárbara, saltaban el muro de noche para beber en oscuras tabernas y visitar prostitutas. Francisco no participó en esas "aventuras", y la razón la explicó más tarde: en la cara de los viciosos se reflejaba su vacío interior, y en algunos casos (un profesor entre ellos), se veían las huellas de una enfermedad venérea. Esto no iba con él.
Un hecho, aparentemente casual, comenzó a cambiar la vida de Javier: en octubre de 1529 llegó un nuevo huésped a Santa Bárbara y lo alojaron precisamente en el cuarto de Fabro y Javier. Era aquel español que ya conocemos, entrado en años y ligeramente cojo, que venía a comenzar sus estudios: Ignacio de Loyola.
Francisco no simpatizó al comienzo con el nuevo estudiante. Quizá recordaba que en la lucha por la autonomía de Navarra, Ignacio había luchado contra sus hermanos; quizá el apuesto deportista que a los 24 años recibía el título de Maestro en Artes (Licenciado en Filosofía) y que en 1530 comenzaba a dictar clases sobre Aristóteles en el colegio Dormans-Beauvais, veía en Ignacio a un hombre fracasado, lleno de ideas místicas y además, necesitado de mendigar para pagar su pensión. Loyola, por su parte, con su fina sicología captó que se hallaba frente a un hombre excepcional. Y supo esperar; y debió esperar cuatro años para conquistar a Javier para Jesucristo.
La gota de agua que perforó la roca fueron las palabras de Cristo: "¿Qué le aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?". Adquirir mucha ciencia y mucho prestigio. Bien, y qué...? Tener mucho poder y mucho dinero... ¿Y qué? "¿Qué le aprovecha al hombre...?" Las palabras de Ignacio fueron penetrando en Francisco, que era ambicioso, sí, pero que ante todo quería la verdad. Finalmente aceptó hacer los Ejercicios Espirituales durante un mes y allí descubrió el sentido profundo de su vida y se encontró frente a frente con Jesucristo: en adelante no tuvo más Jefe que a El, ni más ambición que dar a conocer su Verdad.
El 15 de agosto de 1534, Javier con Loyola, Fabro y otros cuatro compañeros, subieron a la capillita de Montmartre y ofrecieron a Dios sus votos de pobreza; castidad y peregrinar a Jerusalén. Lo que sigue, ya nos es conocido. Terminaron sus estudios. Se ordenaron sacerdotes en 1537 y se fueron a presentar al Papa Paulo I11, quien aprobó la Compañía de Jesús en 1540.
Pero Javier ya no estaba en Roma cuando la nueva Orden religiosa fue aprobada. E1 Rey Juan III de Portugal había pedido algunos misioneros Jesuitas para la India. Loyola designó a los padres Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Este último llegó enfermo a Roma el 14 de marzo y debía partir al día siguiente: Entonces' Ignacio llamó a su más valioso colaborador, a su hombre de confianza. El diálogo fue corto e impresionante. Ignacio: "Dios se quiere en esto servir de vos: ésta es vuestra empresa, a vos os toca esta misión", Francisco: "Héme aquí, Padre, estoy listo!".
Tuvo apenas tiempo de arreglar sus escasas pertenencias. Hizo sus votos en la Compañía de Jesús, que ya tenía aprobación provisional del Papa, y dejó escrito su voto secreto para el General de la Compañía: "por nuestro antiguo y verdadero padre Don Ignacio". Y partió con Rodríguez para Lisboa. Era el 16 de marzo de 1540. Nunca volvería a ver a Roma ni a sus compañeros.
En Lisboa estuvieron nueve meses; estudiando portugués y trabajando apostólicamente, mientras partía la flota para la India. Se determinó que Rodríguez se quedara en Portugal y que Javier zarpara con tres compañeros que se les habían unido. Se dieron por fin a la mar en la galera Santiago, el 7 de abril de 1541.
Hubo travesías peores. Pero ésta duró trece meses y tuvo angustiosas calmas (ausencia de viento), y sufrió el azote de una peste. Doblaron por fin el cabo de Buena Esperanza en el extremo sur del Africa, Atracaron durante seis meses en Mozambique, en espera de buenos vientos. Hicieron escalas en Melínde y la isla de Socotora. Para arrìvar finalmente a Goa el 5 de mayo de 1542. Entre tanto, Javier y sus compañeros no perdían su tiempo: eran un verdadero timón espiritual para toda la flota, atendían a los apestados, daban ejemplo y palabras de fe a todos.
La India de aquel entonces no era un país: era un continente. Marajás, príncipes, caciques, dominaban a una población heterogénea en raza, cultura y religión. Los portugueses construían fortalezas en la costa y se aliaban con algunos pueblos. Habían llevado la fe cristiana con algunos misioneros Franciscanos y Dominicos. Pero escandalizaban con su explotación y su ambición mercantil. Desde que Francisco Javier pisó el Asia, comenzó a predicar a los sencillos, a los niños, a los enfermos del hospital. Una campanilla anunciaba por las calles al hombre que tenía tanto que decir y tanto que recorrer, pero tan poco tiempo y tan poco conocimiento de sus culturas, su lengua y sus angustias.
De sus 15 años sacerdotales, Javier pasó 11 en el oriente. Calculan que anduvo (casi siempre a pié descalzo) de 30 a 40 mil kilómetros. Navegó durante unos 30 meses en aquellas peligrosas e incómodas embarcaciones: unos 15.000 km. de Lisboa a Goa. Unos 1.000 km. de Goa a las costas de Pesquería: esto 13 veces! Dos veces 7.000 km. para misionar en las islas del Pacífico. Dos veces 8.000 km. en su viaje al Japón. Finalmente 7.000 km. para ir a morir a las costas de China. No se recuerda en la historia humana otro caso semejante de ambición: ni la sed de oro de los conquistadores, ni el ansia de fama de los descubridores, pueden compararse a la pasión con que Javier se lanzó a presentar al mundo la fe de Jesucristo, aquel Jefe que descubrió cuando hizo los Ejercicios Espirituales.
Como superior de los Jesuitas de oriente, Francisco organizaba, mandaba, escribía. El iba rompiendo el aire, roturando con sudor y dolor aquella tierra dura para que otros se establecieran. A su muerte, los compañeros estaban ya en 12 sitios como puntos de irradiación cristiana. Cuando supo que en las costas de Pesquería había huellas de cristianismo, allá se lanzó y tradujo un catecismo, y predicó hasta enronquecer, y bautizó hasta 10.000 hombres en un mes. Hasta "cansársele los brazos de bautizar" como él mismo afirma. Cuando le hablaron de las fortalezas de los portugueses en las islas Molucas, de donde traían las especies para Europa, Francisco se embarcó. Y no se quedó en los puertos sino que se adentró en las islas; en Amboino fundó siete puestos de misión. Y quiso visitar todas las islas del Pacífico, ignorando que la sola actual Indonesia tiene más de 3.000 islas! Y se arriesgó en una piragua a misionar en las peligrosas islas del Moro, contra el parecer de los portugueses, sin más armas que su Crucifijo. Allí su alegría espiritual no tuvo límites. Veamos lo que escribe: "Nunca me acuerdo de haber tenido tantas y tan continuas consolaciones espirituales como en estas islas, sintiendo muy poco los trabajos corporales: andar continuamente en islas cercadas de enemigos, y pobladas de amigos no muy seguros, y en tierras que carecen de todos los remedios para las enfermedades corporales y de casi todas las ayudas humanas para conservar la vida, Mejor será llamarlas "Islas de esperar en Dios" que islas del Moro".
Cuando, en Malaca, conoció a Yagiro, un japonés que le habló de su tierra Javier decidió su viaje al Japón. Esta misión fue su obra maestra. No porque convirtiera a muchos: apenas bautizó unos 3.000 en dos años. No porque careciera de dificultades con los bonzos y los líderes de este pueblo. No porque, conforme a su ambición pudiera hablar con el Emperador (éste no recibía a nadie y menos a un "aventurero" descalzo). Sino porque captó el valor de esta cultura milenaria y vio que era posible cristianizarla. El Japón de hoy, donde apenas un 1% es cristiano, reconoce en Javier a un pionero de su integración con occidente.
Como una muestra de sus fatigas en el Japón, he aquí cómo el H. Juan Fernández, su compañero, describe el viaje de Hacata a Yamaguchi:
"Los cinco o seis días que siguieron a nuestra partida de Hacata fueron en extremo duros. Llevábamos en dos alforjas tres o cuatro camisas y una vieja cobija que nos servía de abrigo durante la noche, ya que no nos ofrecían en las posadas lecho alguno, sino a lo más una estera pajiza y una almohada de palo. Bernardo traía colgada a la cintura un saquito de arroz para las jornadas en que no encontrábamos hospedaje. Transidos de frío, no encontrábamos abrigo alguno. No pocas veces, entumecidos por la nieve, caíamos postrados en los montes. Pobres, extranjeros, mal trajeados, nos despreciaban los menores, nos burlaban los chicuelos, nos perseguían a pedradas"
Lo que más sorprende en este gran misionero no es su actividad exterior sino su vida interior. De sus largas horas de oración nocturna salía con una especie de endiosamiento contagioso que lo hacía respetable a todos. Fue general la fama de santo que sus contemporáneos le atribuyeron y no faltan las narraciones de curaciones milagrosas realizadas por él. Pero el gran prodigio de Javier fue esa Fe desbordada, esa ambición de ganar el mundo para Cristo, y el haber de hecho conquistado tantas personas y pueblos. ¿Cuántos bautizó? Hay quienes han calculado una cifra cercana a los dos millones. Probablemente fueron de 200 a 300 mil. No es éste un milagro de la gracia de Dios y del trabajo de un hombre?
Francisco Javier tuvo limitaciones en las que resalta su lado humano. Ante todo, su carácter impetuoso, apasionado, soñador. Esto lo llevó a chocar con los que se oponían a sus planes y a tensionarse ante la imposibilidad de saciar sus ambiciones. Una segunda limitación se relaciona con la teología de Javier, propia de su tiempo. El sentía que cada bautismo era un alma que arrancaba al demonio y se angustiaba porque tantos millones de hombres no se salvaban. Hoy comprendemos que Dios tiene otros medios para salvar a quienes viven y mueren de buena fe en otras religiones. Finalmente, fue un problema para su apostolado el tener que convivir con la estructura de un Portugal colonialista y comerciante. Por otro lado, sin la ayuda del Rey y sus funcionarios, la misión no podía subsistir. Pero cómo evitar el que los asiáticos vieran en él un enviado del Rey de Portugal en lugar de un Misionero de Cristo?
Es impresionante constatar la cantidad de soledad y de lejanía que pudo soportar un hombre tan afectivo y tan amante de su "Compañía de amor". Pocos años pudo estar con sus compañeros pero siempre los llevo presentes. Sus cartas fueron en Europa la mejor propaganda de la Compañía. Pero él recibió apenas cuatro correos, separados por eternidades: 32, 24, 25 y 50 meses respectivamente! Javier se sabía Jesuita hasta los huesos. Así escribe: "Paréceme que Compañía de Jesús quiere decir Compañía de amor y confraternidad de ánimos y no de rigor ni de temor servil... Para que jamás me olvide de nosotros, por continua y especial memoria, para mucha consolación mía os hago saber que tomé de las cartas que me escribisteis vuestros nombres, escritos por vuestras propias manos, juntamente con el voto de la profesión que hice, y los llevo continuamente conmigo, por las consolaciones que de ello recibo". Y a Ignacio le escribía: "Verdadero Padre mío: una carta de vuestra santa caridad recibí en Malaca, ahora cuando venía de Japón; y en recibir nuevas de tan deseada salud y vida, Dios nuestro Señor sabe cuán consolada fue mi alma. Y entre otras muchas santas palabras y consolaciones de su carta, leía las últimas que decían: todo nuestro, sin poderme olvidar en tiempo alguno: Ignacio. Las cuales, así como con lágrimas leí; con lágrimas escribo, acordándome del tiempo pasado, del mucho amor que siempre me tuvo y tiene, y también considerando cómo, de los muchos trabajos y peligros del Japón, me libró Dios nuestro Señor por la intercesión de las santas oraciones de vuestra caridad... Hijo menor y en destierro mayor. Francisco". Tal era la profunda amistad en el Señor, de estos dos santos.
Javier llegó del Japón un poco disminuido. Tenía 45 años, pero parecían estar muy lejanos los tiempos del apuesto deportista de París. Así nos describe su físico un testigo: "Era el Padre Maestro Francisco de estatura antes grande que pequeña, el rostro bien proporcionado, blanco y colorado, alegre y de muy buena gracia. Los ojos negros, la frente amplia, el cabello y barba negra. Tenía el vestido pobre y limpio y la ropa suelta, sin manteo ni otro algún vestido, porque este era el modo de vestir de los sacerdotes pobres de la India. Iba casi siempre con los ojos puestos en el cielo, con cuya vista dicen que hallaba particular consuelo y alegría".
Faltaba la última gran aventura. Si lograba entrar en China y convertir al Emperador del más grande imperio del oriente, toda el Asia se haría cristiana. Organizó el viaje: iría con dos Jesuitas y dos criados, y en compañía de Diego de Pereira, delgado del Rey de Portugal; no viajaría descalzo sino en traje de seda y con regalos que impresionaran a la corte de Pekín. Pero un obstáculo se interpuso en el camino: el capitán Alvaro de Atayde, hijo del descubridor Vasco de Gama, que gobernaba en Malaca, no permitió embarcarse a Pereira. De nada valieron las súplicas. Javier pasaba las noches orando y sollozando en la capillita de nuestra Señora del Monte.
Se acordó que era Nuncio del Papa, y como tal, lanzó la excomunión a Atayde. Luego decidió: iría solo a la China, poniendo su confianza únicamente en Dios. Envió a los dos Jesuitas al Japón y él se embarcó para la isla de Sancián, situada a pocas millas de Cantón. Desde allí, esperando que en un año pudiera realizarse la embajada de Pereira, le escribía: "Paréceme que me hallará Ud. en uno de estos dos lugares: en Pekín, que es la corte donde el Rey siempre está, o cautivo en la cárcel de Cantón, lo cual parece más cierto".
Había otras naves portuguesas ancladas en Sancián. Francisco contrató un pescador chino para que lo pasara secretamente al continente. El pescador no llegaba. El misionero cayó enfermo. Con sangrías y purgantes trataban de bajarle la fiebre sus dos acompañantes, el indio Cristóbal y el chino Antonio. Casi todas las naves portuguesas abandonaron la isla el 19 de noviembre. Javier deliraba de fiebre en una choza pajiza, atravesada por el viento frío del invierno que se iniciaba. Orando a Jesús y a la madre de Dios, se fue extinguiendo en la madrugada del 3 de diciembre de 1552.
Sus acompañantes lo enterraron al día siguiente en una cueva de la isla. Más tarde, los cristianos de (a India vinieron por su cuerpo, lo hallaron incorrupto y lo llevaron a Goa. Allí está expuesto a la veneración de los cristianos, sucesores de los que él bautizó. Su brazo derecho fue llevado a Roma y se encuentra en un altar de la Iglesia del Gesù.
Fue grande la obra de Javier. Pero nunca fue más grande que en el momento de morir en el inmenso desamparo de una isla abandonada, fracasado su intento de conquistar para Cristo el imperio chino. Fue el fundador de la Compañía de Jesús en el oriente, y sus sucesores no han dejado apagar la antorcha misionera. Fue un ambicioso sin medida, por la única causa que vale la pena sacrificarlo todo: el reino de Cristo en el mundo entero!
Fue canonizado el 12 de marzo de 1622 por el Papa Gregorio XV, junto con su amigo Ignacio de Loyola, el hombre que Dios puso en su camino para reorientar su vida. El Papa Pío X nombró a Francisco Javier, Patrono de toda la obra misionera de la Iglesia.
FRANCISCO JAVIER ESCRIBE
Esta carta, fechada en Cochín a 15 de enero de 1544, recorrió toda Europa y causó impacto entre la juventud de su tiempo.
"Muchos cristianos se dejan de hacer en estas partes por no haber personas que en tan pías y santas cosas se ocupen. Muchas veces me mueven pensamientos de ir a los estudios de esas partes, dando voces como hombre que tiene perdido el juicio, y principalmente a la Universidad de París, diciendo en Sorbona a los que tienen más letras que voluntad para disponerse a fructificar con ellas: cuántas ánimas dejan de ir a la gloria y van al infierno por la negligencia de ellos. Y así como van estudiando en letras, si estudiasen en la cuenta que Dios nuestro Señor les demandará de ellas y del talento que les tiene dado, muchos se moverían tomando medios y Ejercicios Espirituales para conocer y sentir dentro de sus ánimas la voluntad divina, conformándose más con ella que con sus propias afecciones, diciendo: "Señor, aquí estoy, ¿qué quieres que haga? Envíame a donde quieras, Y si es conveniente, inclusive a la India".
"Es tanta la multitud de los que se convierten a la Fe de Cristo en esta tierra donde ando, que muchas veces me acaece tener los brazos cansados de bautizar, y no poder hablar de tantas veces decir el Credo y los Mandamientos en lengua de ellos".
NOVENA DE LA GRACIA
Los 9 días de Javier
Por la señal... Señor mío Jesucristo...
Amable y lleno de caridad San Francisco Javier, adoro contigo humildemente a la Santísima Trinidad y le doy gracias por los singulares dones de gracia que te concedió en vida y por la gloria de que ya gozas. Te suplico con todo el afecto de mi alma, me consigas, por tu poderosa intercesión, la gracia importantísima de vivir y morir santamente. Te pido, también, me alcances la gracia... (aquí se hace la petición).
Y si lo que pido no conviene a mayor gloria de Dios y bien de mi alma, quiero alcanzar lo que para eso sea más conveniente. Amén. (Padre Nuestro, Avemaría y Gloria).
Oración
¡Oh Dios que quisiste agregar a tu Iglesia las naciones de las Indias por la predicación y por los milagros de San Francisco Javier! Concédenos, que, pues, veneremos la gloria de sus insignes merecimiento, imitemos también los ejemplos de sus heroicas virtudes. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.
Oración que compuso San Francisco Javier y recitaba antes de la comunión
Eterno Dios, Creador de todas las cosas; acuérdate que Tú creaste las almas de los infieles, haciéndolas a tu imagen y semejanza.
Mira, Señor, cómo en deshonor tuyo se llenan de ellas, los infiernos. Acuérdate, Padre Celestial, de tu Hijo Jesucristo que, derramando tan generosamente su sangre, padeció por ellas. No permitas que sea tu Hijo por más tiempo menospreciado de los infieles, antes aplacado con los ruegos y oraciones de tus escogidos los santos y de la Iglesia, Esposa benditísima de tu mismo Hijo, acuérdate de tu misericordia y, olvidando su idolatría e infidelidad, haz que ellos conozcan también al que enviaste, Jesucristo, Hijo tuyo, que es salud, vida y resurrección nuestra, por el cual somos libres y nos salvamos, a quien sea dada la gloria por infinitos siglos de los siglos. Amén.