6º Congreso Misionero Latinoamericano 
(CoMLa 6)

1º Congreso  Americano Misionero (CAM 1)

CONFERENCIAS

"LA DIMENSIÓN MISIONERA DEL BAUTISMO"

Conferencia de Marisol Álvarez (Misionera laica diócesis de San Martín, Argentina)

Escuela de Educación Técnica Nº 2; Domingo 3 de Octubre; 9 hs.

 

 

 

 

Muchas veces escuchamos hablar de la dimensión misionera de nuestro Bautismo. En realidad sabemos cuál es la dimensión de nuestro Bautismo: Todo bautizado está llamado a la misión ... la misión de la Iglesia. Estamos llamados a ser otros cristos, a ser y vivir como bautizados.

Muchas veces pensamos: yo soy bautizado y vivo mi misión dentro del ambiente que me toca vivir: mi barrio, mi grupo, mi trabajo, mi familia. Y todo está muy bien. TODOS LOS AMBIENTES necesitan de nuestro testimonio de bautizados, de cristianos ... pero muchas veces nos olvidamos que estamos llamados a la misión allí en nuestros ambientes.

Pero el ser cristianos, el ser bautizados es SER CRISTO, es ser seguidor de Cristo, imitador de Cristo (diríamos) con su mensaje, con sus actitudes, con sus obras ... con sus prioridades. Ser bautizado es transparentar a CRISTO, es SER de Cristo y de nadie más. Esto nos hace ser hijos de Dios, nos convierte en hijos de Dios, nos convierte en misioneros como Él y participar de su misión.

La misión de Él era el anuncio del Reino; nuestra misión "es" el anuncio del Reino. Su misión era mostrar el "mapa" para llegar al Padre: mostrarse a sí mismo "el Camino - la Verdad y la Vida"; nuestra misión es mostrarlo a Él. La misión de Jesús era salvar al mundo; nuestra misión también ... Salvar al mundo. Pero no hay salvación sin misión y no hay misión sin misioneros.

Nosotros somos bautizados y somos misioneros, y aunque muchos de los bautizados no lo tengan en cuenta están llamados a la misión, a SER misión y son consagrados a ella en su bautismo. ¡Qué lindo sería que todos los bautizados tomaran conciencia de esto! Que esa "marca", esa consagración, que aunque no se ve ni se siente, EXISTE y se renueva día a día, es el cimiento -que como el de una casa- no se ve pero es sobre el cual podemos construir nuestra vida para que Dios habite en ella -o no-.

La consagración del bautismo es para TODA la vida, no se borra, no desaparece, sino que permanece porque es promesa de Dios, y al mismo tiempo es invitación a aceptar la PATERNIDAD de Dios, a ser "sus" hijos, a vivir como otros cristos, a la vida Eterna, a la construcción del Reino.

La consagración de Dios, esta Promesa, esta invitación de parte de Dios está ... el resto sabemos que depende de nosotros ¿no?

 

Esta consagración, esta Promesa, esta invitación es para TODA LA VIDA. Nos consagra a la misión para toda la vida ... ¡ya estoy consagrado ... y enviado! y por el resto de mi vida. Ya soy otro Cristo por el resto de mi vida. Ya estoy en la misión de ser luz-sal-fermento para mis hermanos de Todo el mundo. Digo todo el mundo ... se le ocurrió a Él "vayan por todo el mundo ..." Se le ocurrió a Él eso de: no te conformes con tu casa (Jerusalén), no te conformes con tu pueblo, con un pueblito, ni con Judea y Samaría ... ¡no! anda más allá, más allá de lo que conocés, más allá de las fronteras. Salí y sé sal y luz para esta tierra, que es mi tierra ... y es el mundo entero (los confines de la tierra).

Ya en tiempos de Jesús era mucho el trabajo y a un puñadito de hombres los manda a TODO EL MUNDO a ser testigos. ¡Cuánto más ahora! Que el mundo está abarrotado de gente, de situaciones, de miserias ... ¡Cuánto más ahora! Ahora que hay mayoría de cristianos en muchos lugares debieran ser legiones las que marcharan por todo el mundo. ¡Pero claro! la mayoría son cristianos bautizados-no misioneros ¿no?

 

El otro día en una charla alguien decía: Jesús anda por aquí hoy buscando a quién enviar.

 

En la misa de clausura de este encuentro seremos una vez más enviados como bautizados para ser otros cristos para el mundo.

 

Enviados a vivir de una manera digna de la vocación que hemos recibido en nuestro bautismo: hijos de Dios, consagrados a la misión. Enviados a vivir como "dignos hijos" del Padre, con sus prioridades: todo lo que es de Él es nuestro (como el hijo mayor de la parábola del hijo pródigo) entonces debemos cuidarlo, debemos amarlo, debemos salvarlo.

 

Enviados para pescar con Jesús no en la orilla, no en peceras, sino mar adentro. Enviados a ser pescadores de hombres con Jesús, con espíritu de pescadores diríamos. Muchas veces estamos tentados de pensar que este mensaje de Jesús "pescador de hombres" es dirigido a los curitas ¡gran error! Es dirigido a todo hijo de Dios.

Decía con espíritu de pescadores y no de agricultores, dos figuras muy evangélicas: el que trabaja en el mar y el que trabaja en la tierra; trabajadores los dos, pero con mentalidades muy distintas:

1 - el agricultor va solo tirando la semilla. "salió el sembrador a sembrar ..."

- el pescador nunca va solo, trabajan por lo menos dos en una barca. Estamos llamados a pescar con otros, estamos llamados a vivir de a dos o más.

 

2 - al agricultor le interesa tener "su" campo, y lo posee: "mi" campo, "mi" tierra, "mi" sembrado. Y lo conoce muy bien, lo cuida.

- el pescador no tiene "un pedacito" de mar. Todo el mar es suyo y nada es suyo, como quien todo tiene y nada posee (diría San Pablo) "mi" campo, "mi" grupo, "mi" misión ... eso es mentalidad de agricultor.

3 - el agricultor cuando cosecha, almacena.

- el pescador no almacena porque todo se pudriría. Estamos llamados a compartir lo que pescamos y a vivir del trabajo de cada día.

4 - el agricultor va siempre por el mismo camino a sembrar y a levantar la cosecha, siempre, día tras día por el mismo camino.

- el pescador no tiene caminos, el mar no tiene caminos. Todas las mañanas ve el mar y se pregunta ¿hoy por dónde? Y tal vez con el salmista repite: muéstrame Señor tus caminos, ¿hoy por dónde, hoy a dónde? No puede ir al mismo lugar de ayer, ya no habrá peces allí. El pescador debe tener disponibilidad, intuición, discernimiento diríamos ... y sentidos atentos ¿Hoy por dónde Señor, ahora qué? ¿hoy por dónde Señor? Yo no sé, Vos si sabés.

 

Aquí nos quiere Dios, así nos necesita Dios, así nos envía Dios: Pescadores no sembradores ... porque el Sembrador es Él.

 

Nos llama a la pesca, nos llama a pescar con Él, no nos llama para servir en la pesca como en tareas de segunda, no nos llama siervos, nos llama a ser amigos del Pescador y ser uno más. Nos llama amigos como llamó a Teresita y a Roque. Nos llama a ser santos como a Ellos. De acá deben salir los santos de mañana. Pero serán santos ambiciosos o no serán. Como Teresita y Roque: silencio-humildad-servicio ¡sí! pero a lo grande y de lo mejor para el Amado. ¡Ellos tuvieron las prioridades del pescador, las prioridades de Jesús!

 

¡Qué privilegio!: llamados a ser santos, a tener la misma misión que Cristo para dar mucho fruto, con sus mismas prioridades: los pobres, los mancos, los cojos, los ciegos ... para el Banquete del Padre.

 

En la misa de clausura nos enviarán a ser testigos del Amor que Dios nos tiene, a testimoniar que creemos en ese Amor y que creemos que ese Amor es para TODOS, con predilección por todos y cada uno. Dios ama en nuestro amor, misiona si misionamos, está al lado del hombre si estamos al lado del hombre nosotros.

 

Y porque somos bautizados y somos misioneros nos enviarán a darle otra oportunidad a mi vocación, para ser coherentes. Seremos enviados a multiplicarnos como panes para darle de comer a la multitud, para partirnos y compartirnos la vida entre tantos hombres hambrientos.

 

Seremos enviados a ser luz para TODOS, pero TODOS ES TODOS.

 

¿Tanto? ¿Yo Señor: dar mucho fruto, ser santo, ser tu Testigo hasta los confines de la tierra? ¿Yo Señor un simple joven, un simple laico? ¿Yo Señor ser pescador de mar adentro, un simple laico? Y preguntamos como hizo Moisés, Jeremías, María y tantos otros ...

 

Pero bueno, ellos eran almas especiales, eran hombres de Dios, eran otros tiempos podemos pensar. San Pablo y San Francisco Javier (a quienes nos presentan siempre como "los misioneros de la acción" también eran almas especiales ... ¿Eran almas especiales, eran otros tiempos? ¡Nooo!, fueron llamados, fueron convocados y respondieron. Nosotros también somos llamados y convocados.

 

Todos Ellos, hasta el mismo Jesús, respondieron y desafiaron sus tiempos, aquellas épocas. Desafiaron la lógica social, la lógica familiar que los rodeaba. Ellos desafiaron la lógica y cayeron en la lógica de Dios, en la necedad de Dios diría San Pablo.

 

Ellos fueron llamados a dejar de tener mentalidad de agricultor, a dejar su quintita conocida, ese pedacito que conocían bien, que cuidaban para cuidar y ocuparse de las cosas de su Padre.

Nosotros somos llamados a eso. Somos llamados a muchas cosas, entre ellas a pensar menos en nosotros mismos y más en los otros. Más en las necesidades de los otros que en las nuestras.

 

Y a estas alturas como bautizados, como misioneros que somos podríamos preguntarnos algunas cosas, en éste fin de milenio ... siempre el "fin" de algo debe servir para evaluar: ¿Cuántos de nosotros le prestamos atención a las comunidades con las que trabajamos: en la Parroquia y en el lugar de misión?

 

¿Pienso en qué necesidades hay en mi Parroquia, que necesitan mis hermanos de la Parroquia.

 

¿Pertenezco a una Parroquia misionera, realmente misionera? Paremos de pensar que toda la culpa la tiene el cura, o los otros grupos.

 

¿Pienso qué necesita mi hermano cura para animarse a la misión? ¿O mi hermana monja o los responsables de los otros grupos para descubrir que ellos también son llamados a la misión?

 

Si yo que soy el misionero no me doy a esas necesidades ¿quién lo hará?

 

¿Pienso en las necesidades de mi Diócesis? O sigo quejándome y esperando otra carta del Papa para que "los otros" se enteren de una vez por todas de la importancia de la misión, de la urgencia de la misión y se convenzan de lo que yo sé, de lo que hay que hacer y me puedan entender cuando "yo" les hablo de la Iglesia misionera.

 

¿Pienso en la comunidad que me recibe como misionero? ¿Respondo como misionero a las necesidades y prioridades de esa Iglesia que me abre las puertas y me confía una tarea? ¿Me preocupo por el anuncio de Jesucristo o hablo de todo menos de Jesús? ¿Me preocupo de estar lo suficientemente preparado para esto?

 

¿Alguna vez pensé si esa Comunidad que me recibe no estará lista para caminar ya sola y será hora de pensar en otro lugar de misión? ¿O si esa Comunidad necesita una presencia misionera más permanente, más que unos 15 o 30 días al año?

 

¿Soy honesto evaluando estas situaciones o prefiero no pensar, no sea cosa que algo de esto me autocuestione? Si pensamos así no sigamos cantando Jesús te seguiré, Coplas de Yaraví, Alma misionera. A veces cantar este tipo de cosas es peligroso (me dijo un amigo) porque cuando cantas rezas dos veces, y mira que Dios escucha lo que le pedís.

 

El mundo está demasiado lleno de bautizados, misioneros que misionan en su familia, entre sus compañeros de trabajo o de estudio, entre los vecinos con el TESTIMONIO. ¿Por qué será que la Iglesia tiene un montón de estos misioneros, misioneros en sus ambientes? ¿Por qué el mundo está como está entonces? Es para pensar ¿no?

 

Misioneros en sus ambientes ... con el testimonio, bien, pero sucede que el mundo -la gente- los ambientes tienen HAMBRE DE DIOS, DE LA PALABRA DE DIOS. Leía en un librito hace poco que el testimonio y "solo el testimonio" vale en ambientes ateos, solo el testimonio (como hacía la Madre Teresa en India) vale si el ambiente en el que me muevo es ateo; si no lo es, el testimonio solamente NO BASTA. Los ambientes necesitan más que el testimonio de mi vida, necesitan el anuncio Explícito ... duro ¿no? ¿Y entonces?

 

¿Por qué será que a la Iglesia siempre le faltan de los misioneros que anuncian explícitamente, y le faltan de los que quieren desinstalarse, de los que osan mirar otras realidades, a otros hermanos, otros lugares? ¿Por qué siempre son pocos los pescadores de mar adentro?

 

¿Por qué será que cuando aparece en una Comunidad, en un grupo, en una familia un bautizado común y corriente que quiere comprometerse un poco más a la larga termina quedándose solo?

 

¿Por qué será que cuando un bautizado quiere dar un poco más, asumir un compromiso mayor las comunidades, las familias se incomodan? ¿Por qué los amigos de la primera hora (diría San Francisco de Asís) abandonan al amigo que entra al seminario, al convento, a una misión específica? ¿Y por qué será que el que emprendió la marcha a un servicio más específico sigue adelante a pesar de las soledades, las incomprensiones, las ausencias de los compañeros, de los amigos de la primera hora? ¿Será que vale la pena?

 

¿Cuántos de nosotros apoyamos a quienes conocemos y deciden donarse en un servicio, una vocación de este tipo? ¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de ver más allá de la persona que conocemos al Dios que obra y llama en ella?

 

¿Por qué será que a los laicos, desde nuestro "ser laico" nos cuesta comprometernos en la misión explícita de la Iglesia como protagonistas? ¿Acaso no basta con ser bautizado para sentirme PROTAGONISTA de la misión de la Iglesia por todo el mundo? ¿Qué nos da miedo: que no haya ninguna estructura que nos contenga, que nos proporcione cierta seguridad en nuestra tarea? ¿Qué nos da miedo: confundirnos y no saber que somos curas, monjas o laicos, el que soy muy joven o muy entrado en años, que la salud no me favorece? ¿Las cosas que debo dejar, o hacer; los pasos que debo dar, el que no hay una definición dentro de la Iglesia en torno a la identidad laical? ¿A qué le temo: al ir más allá, allá donde los hombres necesiten mis ganas de vivir (como dice la canción) al ir por todo el mundo?

 

Es que cientos, miles de laicos como nosotros están preocupados por todo esto. ¡Debemos estarlo! Porque sino nadie más lo estará. Pero que esta preocupación no nos paralice, no nos consuma en la queja, en el desconcierto. Que esto no nos quite ni confunda nuestra identidad, que no nos haga olvidar que somos hijos de Dios y que El nos llama perseverantemente a TODOS, a ¡TODOS! A todos a ser pescadores de mar adentro, a ir por todo el mundo hasta los confines de la tierra. No significa que debamos ir sólo en presencia por todo el mundo ... pero SI hacer lo posible.

 

¿Cuántos de nosotros, como bautizados que somos, nos sentimos responsables de que Jesús vaya por todo el mundo?

 

¿Por qué será que cuando estamos frente a la posibilidad de prestarle a Dios un poquito de vida para que vaya por todo el mundo, Todos (repentinamente) queremos ser como Santa Teresita? "yo voy a rezar, como la Tere". Pero si yo no voy ¿qué hago para que otros vayan, para que la Iglesia vaya por todo el mundo? ¿Me informo, difundo, facilito, rezo, realmente soy como Teresita?

 

El mundo está a la espera, el mundo está desangrándose, el mundo se salvará por la oración, el Reino se construye desde la oración ... pero también por los que vayan y pongan a Dios al alcance del hermano.

 

Si no juntamos con Jesús, desparramamos. Si no evangelizamos con Jesús no evangelizamos. Si no unimos con Jesús al mundo, lo dividimos. Y, ciertamente, hay muchas formas encubiertas de desparramar, de dividir.

 

Nada de lo que les digo no lo sabían, nada de lo que yo vivo es más o mejor, simplemente es diferente. Quiero compartirles ahora que detrás de quien les habla está una historia, está una Iglesia diocesana de San Martín que me enviará en ésta misa de clausura a la Diócesis de XAI-XAI en Mozambique. Está detrás de esta Marisol que les habla el Amor de Dios que mueve a San Martín a ceder una vocación desde su pobreza vocacional para hermanarse con una Iglesia africana. En esta historia hubo mucho de necedad de Dios, hubo mucha paciencia de Dios porque somos una Iglesia difícil y complicada, rebelde, hasta insolente.

 

Yo soy laica, tengo 31 años y seré enviada como misionera laica. Desde chica empecé a trabajar en mi Diócesis en grupos juveniles, movimiento de jornadas, grupos misioneros. Y llegó un momento en que nada de lo que hacía me identificaba plenamente. Se las hago corta. Empecé a buscar y probar todo aquello con lo que me sentía cómoda, me sentía feliz. Y esa búsqueda me llevó ocho años. Hasta que di con el lugar que me ofrecía lo que yo andaba buscando. Esa búsqueda me llevó a vivir un año en la villa 21 de Barracas en la Parroquia Nuestra Señora de Caacupé de Capital Federal como agente pastoral permanente, como misionera laica el año pasado.

 

Ahí empecé a formar parte de esa Iglesia que tanto había buscado sin saberlo. Ahí, y sólo recién ahí, yo entendí la urgencia de la misión y la dimensión de mi vocación como bautizada. Yo, Marisol, me sentí metida en el Evangelio, me sentí Hija de Dios que esperaba hacerse más cercano al mundo, al hombre si le prestamos un cachito de vida. Ahí entendí que al mundo le urge que cada cristiano "encarne" para los hermanos el Amor del Dios en el que creemos y por el que vivimos. Ahí en esa villa a dos horas de camino de mi Diócesis, comprendí por qué tengo que ser pescador y no agricultor: me lo enseñaron los villeros. Me enseñaron que las bienaventuranzas del Evangelio son vivibles, que el Vía Crucis de Jesús se revive todos los días en la carne y en la historia de tantos hermanos que viven postergados, sin oportunidades. Me enseñaron que vale la pena SER Iglesia para HACER Iglesia. Que vale la pena perder la vida en manos de la Providencia. Aprendí esto porque la mayoría de ellos lo vive. ¡¡¡ELLOS!!! Que son los pobres, los marginados, los que necesitan. Aprendí que la pobreza es un accidente que me podría haber tocado irremediablemente a mí, como les tocó a ellos. Me enseñaron que lo que yo deseo que suceda en la Iglesia lo debo hacer yo primero. Y que es tanto lo que debo hacer que debo ser "ambiciosa" en el SER en lo que debo ser.

 

Aprendí que no todo es misión, por lo menos no esa misión a la que nos llama Dios por el Bautismo, por la Confirmación: debemos ser testigos con la palabra, con el gesto pero también con las prioridades. Acá, en este punto, me arriesgo a ganarme el odio de más de uno de ustedes, pero confío en que Dios obra y prepara los corazones y los oídos.

 

Muchas, pero muchas veces, la mayoría de las veces sólo con el testimonio de vida no es suficiente, no es bastante para ser testigos, no basta para ser misioneros en este mundo de hoy, de fin de milenio.

 

El ser testigo para cada uno es un misterio, cada uno debe descubrir la forma, el modo, el lugar, el tiempo, el rol.

 

Si te sentís llamado a ser cura, no debes dar un paso atrás. Si te sentís llamado a ser sacerdote no debes olvidar todo lo hermoso que te espera pero lo difícil también. Si te hacés cura (en lo posible) no le hagas la vida imposible al laico, no te olvides que fuiste uno. Si te hacés cura no pierdas jamás la prioridad, la raíz de tu vocación como bautizado: consagrado a la misión. Tu misión es la misión de Jesús, es la evangelización, es la misión de la Iglesia. Pastorear ¡sí!, ser Iglesia ¡sí! pero a la evangelización, a la misión.

 

Si elegís el matrimonio, no mueras fagocitado por la sociedad, ni por las situaciones que te rodean. No pases 15 horas trabajando para "hacer" de un futuro a los tuyos y terminas olvidándote de ser mamá, de ser papá; de ser esposa, de ser esposo. Y de Dios y del Reino, y de los hermanos te acordás 15 minutos antes de dormirte ... o los domingos.

 

No te conformes con lo que tenés, con lo que lograste, sino con lo que alcanzaste, sino con lo que alcanzarás si sos SIEMPRE esposo-esposa, si sos papá-mamá ... si sos misionero. No construís el Reino solo desde tu familia, lo haces desde la Iglesia, integrándote a Ella, desde la evangelización y el Evangelio.

 

Desvélate por tu familia, pero desvélate un poco por la familia de Dios que es tu familia y será la de tus hijos: enséñales a amarla y a que tengan sus mismas prioridades. Pero si no las tenés vos no la van a tener ellos.

 

No elijas nada de esto por tu tranquilidad, ni por tu seguridad. Elegilo para estar más tranquilo ... digo: más inquieto por la urgencia de la misión, por las prioridades de Jesús.

 

Y si querés vivir en la Iglesia como laico, sólo como laico, escucha bien, estate atento, porque te sentís llamado ni más ni menos a la primer misión a la que nos llama Dios a todos: por el Bautismo a la misión de la Iglesia.

 

El cura, el religioso, la monja, los matrimonios también tiene ese llamado primordial, ese primer llamado a la misión. Pero he aquí que cada hijo de Dios SIEMPRE recibe un llamado más: el llamado dentro del llamado.

 

Somos bautizados, somos misioneros, somos llamados a ser testigos, a seguir a Jesús. El a todos nos dijo: "vení y seguidme" y lo seguimos. Y también nos dijo "seguidme y te haré pescador de hombres" ... como a los discípulos ... entonces nos convertimos en discípulos ¿no?, no pensemos que esto vale para curas y monjas: es para TODOS LOS BAUTIZADOS.

 

Acá está el gran tema: sólo somos discípulos si estamos con Él, con Jesús, si lo seguimos a Él lo suficientemente de cerca como para vivir con Él (convivir con Él diríamos). Sólo somos discípulos si tenemos lo que Él tiene y dejamos de tener lo que Él no tiene, si corremos su misma suerte. Pero es una realidad que nadie nace sabiendo. Y es una triste realidad que muchos bautizados, sabiéndolo, hacemos oídos sordos, hacemos como que estas cosas no nos implican. Este tipo de consignas siempre son para los otros ... Pero la realidad es que sí nos implican y todo esto es para nosotros: el seguir a Jesús como discípulo. Muchas veces esto implicará dejar cosas, dejar "mi profesión" (cualquiera sea, como hicieron los discípulos) para ser pescador de hombres, de mar adentro. Pero muchas veces no implicará esto. Muchas veces pensamos: "a cuántas cosas debería renunciar para ser discípulo" pero en realidad no se trata tanto de renuncia si no de aceptación de las cosas que se van acomodando en mi vida, de las cosas que se van dando solitas, ir reconociendo ahí la Mano de Dios.

 

Si seguimos a Jesús, si nos hacemos sus discípulos, si vivimos con Él quiere decir que somos plenamente conscientes que Él está con nosotros y mantenemos no sólo una relación sino una comunión (la famosa común-unión) ¿no? Y tenemos fe en Él y confiamos y nos unimos a Él y caminamos con Él y pescamos con Él y escuchamos su VOZ.

 

Sólo seguimos a Jesús si nos unimos a Él, si le creemos a Él y escuchamos su Voz, su Palabra ... ¡No hay otro camino!, ¡no hay otra manera!

 

¿Pero cuántos de nosotros cuando Jesús nos dice: "el que quiere venir conmigo niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada día y sígame", nos quedamos sólo con eso y no reparamos que no es una sentencia? ¿Cuántos de nosotros oímos la otra parte del mensaje: "les aseguro que todo el que deje casa, padre, madre, hermanos, hermanas o tierras por amor a mí, recibirá cien veces más aquí y tendrá parte en la Vida Eterna"? A veces parece que oímos a medias: ¡habla Señor que tu siervo escucha ... a medias ...!

 

Él no nos pide que renunciemos a nada que no queramos renunciar, pero esa es "su Voz": "el que quiera venir en pos de mí que renuncie," que renuncie a la voluntad propia y que escuche mi Voz. La Voz ya habló, no habla más, habló en el Evangelio, la misión está en el Evangelio. Las prioridades están en el Evangelio no están en otro lado. Esa es la Voz de Dios que guía a los discípulos. No andemos buscando las pistas y las prioridades en otro lugar. La Voz en el Evangelio nos dice que estemos dispuestos en las buenas y en las malas. Nos promete la Vida eterna, el ciento por uno ... pero también nos advierte que Él no tiene dónde reclinar su cabeza.

 

Nos dice que tenemos un servicio junto a Él, una misión urgente por eso agrega deja a los muertos, deja a los que no oyen mi Voz, que ellos se entierren entre ellos.

 

Sé mi discípulo y no pongas la mano en el arado para después andar mirando para atrás, porque si no, no me vas a poder seguir, las distracciones que te rodean no te dejarán seguirme.

 

Todos los ambientes son válidos para ser testigo, para ser discípulo, para ser misionero. Encontrá a esa gente, a esos hermanos que necesitan que encarnes el Amor de Dios. A esa Comunidad que te representa la prioridad de la Iglesia, la opción de Jesús, ¡no hay otro camino!

 

Nadie te va a cuestionar ni discutir lo que elijas. Pero tu opción le hablará a tus hermanos, a los que te rodean del Jesús que anunciás, del Jesús que encarnás, del Jesús en el que vos crees. Tu elección les mostrará las prioridades que vos crees que la Iglesia, que Jesús tiene hoy y ahora. Así será testigo, así serás discípulo.

 

Pensaba en nuestro Bautismo y en el de Jesús. Pensaba en que como hijos de Dios que somos y que renovamos nuestra consagración a Él viviendo la vida que nos dio de la mejor manera que podemos ... Dios también día a día debe renovar aquello de: "Vos sos mi hijo muy querido, vos sos mi hija muy querida en quien pongo mi predilección, mi Amor, mi esperanza".

 

Queridos laicos misioneros, que no sea tan necesario que nos recuerden en eventos como este la dimensión misionera de nuestro Bautismo. Vivámoslo tan a flor de piel y tan en lo profundo que ya no sea tan necesario que sigamos hablando de esto en todos los encuentros misioneros.

 

El envío que recibiremos en la clausura viene de Dios, hagámoslo vida, hagámoslo coherencia. Y si encontramos piedras en el camino, que sean piedras vivas para construir el Reino de Dios dentro de nosotros mismos y en el mundo entero.

El envío es gracia de Dios no sólo para seguir a Jesús, sino para ser de Jesús, convertirnos a Él. El envío es para ser testigos-discípulos.

 

Hoy como hace mucho años, grandes multitudes siguen a Jesús ... y Él viendo estas grandes multitudes se da vuelta y nos dice (como ayer): "si alguno quiere ser mi discípulo y no me ama a mí más que a sus padres, hermanos", grupos comunidades, más aún que a sí mismo NO PUEDE SER MI DISCÍPULO. El que no toma su cruz y viene en pos de mí, NO PUEDE SER MI DISCÍPULO. En aquel tiempo ... después de éstas palabras muchos desertaron.

 

Los misioneros nos multiplicamos día a día, somos grandes multitudes porque pareciera que todo es misión y todos somos misioneros y esto tiene cierto grado de verdad, ¿pero cuántos de esas grandes multitudes son los discípulos?

 

¿Cuántos de nosotros somos discípulos de Jesús y estamos dispuestos a confiar más en la Providencia que llorar las renuncias, a confiar en las añadiduras y dejar de temerle a la cruz? ¿Cuántos estamos dispuestos a creer en el Amor de Dios y entregar la vida, escuchar su Voz y no temerle? ¿Cuántos estamos dispuestos a escuchar la Voz que exige pero promete, que es la única que llama, es la única que enseña y conduce, es la única que envía?

 

¿Cuántos estamos dispuestos a seguir la Voz de Dios aunque nos parezca ilógica ... y confiar? ¡Si cuando Él quiere hacer grandes cosas transita por los caminos de la ilógica!!!

 

-¿cómo le dice a Abraham, un viejito y a su esposa estéril que serán padres de una multitud de pueblos? ilógico.

 

-¿cómo a un prófugo del faraón, cómo a Moisés le dice: regresa y libera a mi Pueblo? ilógico.

-¿a una jovencita nazarena que no conoce varón le dice que el fruto de sus entrañas será llamado Hijo del Altísimo y será el Salvador del mundo? ilógico.

 

-a los suyos los envía como corderos en medio de lobos; ilógico.

 

-felices los perseguidos, los oprimidos, los pobres, los calumniados, los sencillos; ilógico.

 

-¿cómo a Teresita la llama a la misión universal desde el claustro? ilógico.

 

Dios quiere hacer grandes cosas con nosotros, con cada uno de nosotros, como buen Padre. Pareciera que Él siempre piensa en grande, en totalidades: ¿no?: una multitud de pueblos, liberar a mi Pueblo, salvará al mundo, misión universal.

 

Creamos, queridos hermanos misioneros, en que la ilógica de Dios es para nosotros.

 

Creamos que la misión de la Iglesia depende de nosotros, que el mundo depende de nosotros: siendo testigos, siendo discípulos en lo explícito.

 

Creamos, sobre todo, en Él: el misionero del Padre, el Hijo de Dios que nos mostró al Padre, nos mostró el Camino ... que nos dio las pistas para llegar, que nos dio las condiciones y las consignas ... no busquemos otro camino, no busquemos otras pistas, otras fórmulas. No hay otro camino que Jesús.

 

Marisol Alvarez

Agosto 31, 1999