6º Congreso Misionero Latinoamericano 
(CoMLa 6)

1º Congreso  Americano Misionero (CAM 1)

CONFERENCIAS

INCULTURACIÓN y DIALOGO INTERRELIGIOSO

Conferencia de Mons. Cyril Mar Baselios (Arzobispo Metropolitano de Trivandrum, India)

Escuela Juan B. Terán. Domingo 3 de octubre, 9 hs.

1. Introducción:

 

En la misión evangelizadora de la Iglesia, ésta se ha interrogado sobre algunas cuestiones que presentan las iglesias en las misiones. "Lo más notable en el mundo en donde la Iglesia ejerce su misión de evangelización hoy es la diversidad de situaciones culturales que se han desarrollado a partir de perspectivas de diferentes Religiones".

En consecuencia, hoy la misión evangelizadora de la Iglesia asume muchas dimensiones en todas partes especialmente en el contexto de Asia. Entre esas dimensiones, las más importantes son la inculturación, el diálogo interreligioso y el ecumenismo. Sería interesante notar que 84 intervenciones de las 191 que hubo en el Sínodo de Asia que tuvo lugar en Roma el año pasado, trataban temas de inculturación y de diálogo interreligioso. (Mission Today,, Enero-Sept 1998, p.3).

Los dos temas, inculturación y diálogo interreligioso, están íntimamente conectados, ya que la mayor parte de las situaciones culturales están relacionadas con las perspectivas de la religión lo que se verifica sobre todo en el caso de las culturas antiguas construidas sobre religiones mundiales, según lo comenta el documento de la Iglesia citado anteriormente.

Por consiguiente, en la tarea evangelizadora de la Iglesia en la que el Evangelio de

Jesucristo se encuentra con varias culturas, es inevitable un encuentro con las religiones del mundo. Le toca al diálogo interreligioso emprender esta tarea que tiene sus propias implicaciones para la misión evangelizadora de la Iglesia. Hablaremos de ello más adelante.

2. Inculturación

El Evangelio de Jesús está dirigido a la gente que vive en una cultura particular y el mensaje cristiano es un diálogo continuo con esa cultura. Cultura es la manera distintiva de ser humano. "Cultura... es la totalidad de la actividad humana, de la inteligencia humana y las emociones, la búsqueda humana de sentido, las costumbres humanas y éticas. La cultura es algo tan natural al hombre que la naturaleza humana sólo puede revelarse a través de la cultura". Además, la edad moderna ha experimentado una explosión cultural sin precedentes. Por consiguiente, para que cualquier misión evangelizadora sea fructífera, es imperativo que tenga lugar un sano diálogo entre el Evangelio de Cristo y la cultura del pueblo a quien se le predica el Evangelio. De ahí la importancia de la inculturación. El tema de la inculturación asume aun más importancia en el contexto multiétnico, multirreligioso y multicultural de Asia. Si la misión evangelizadora de la Iglesia de Asia quiere dar frutos, tiene que tomar seriamente en cuenta el contexto de diversidad cultural de Asia.

3. El sentido de la inculturación

En su encíclica Redemptoris Missio, el Santo Padre define el proceso de inculturación de la siguiente manera: "la inculturación significa una íntima transformación de los auténticos valores culturales mediante su integración en el cristianismo y la radicación del cristianismo en las diversas culturas. Es, pues, un proceso profundo y global que abarca tanto el mensaje cristiano, como la reflexión y la praxis de la Iglesia. Pero es también un proceso difícil, porque no debe comprometer en ningún modo las características y la integridad de la fe cristiana". El proceso de inculturación es juntar la fe y la cultura en una síntesis integrada. Y en Fides et Ratio, el Santo Padre afirma: "El proceso de encuentro y confrontación con las culturas es una experiencia que la Iglesia ha vivido desde los comienzos de la predicación del Evangelio". Y continúa: "Hoy, a medida que el Evanaelío entra en contacto con áreas culturales que han permanecido hasta ahora fuera del ámbito de irradiación del cristianismo, se abren nuevos cometidos a la inculturación".

4. El doble movimiento del proceso de inculturación

 

Como surge con claridad de la definición dada por la Redemptoris Missio. el proceso de inculturación tiene un doble movimiento. Por un lado, se dirige a todos aquellos elementos en una cultura que tiene relación con los valores del Evangelio, elementos que podrían considerarse como las "Semillas de la Palabra". De esta manera afirma y confirma todo lo que es bueno en una cultura dada. La construcción del Reino de Dios no puede evitar "el tomar prestado elementos de la cultura o culturas humanas". La Iglesia tiene que "fomentar y asumir las capacidades, riquezas y costumbres de los pueblos en lo que tienen de bueno".

 

Por otro lado, el proceso de inculturación también incluye un proceso de purificación. "Para la Iglesia, evangelizar significa llevar el Evangelio a todos los estratos de la humanidad y, con su influencia, transformar a la humanidad desde dentro y renovarla...". Consiste, básicamente, en transformar con el poder del Evangelio, toda la red cultural de los pueblos, "su criterio de juicio, sus valores, sus intereses, sus líneas de pensamiento. sus fuentes de inspiración y sus modelos de vida, que estén en oposición con la Palabra de Dios y el plan de salvación".

Esta es la tarea de evangelización de las culturas. En su exhortación a los pueblos de América. el Santo Padre afirma que el proceso de evangelización requiere un esfuerzo lúcido, serio y ordenado para la evangelización de la cultura. Una fe inculturada debería tratar de purificar la cultura removiendo todos los elementos de pecado que tenga; todos los elementos que degradan y esclavizan a los hombres.

Como resultado de este doble movimiento, la íntima transformación de los auténticos valores culturales se realiza mediante su integración en la fe cristiana y, al mismo tiempo, la fe cristiana se inserta en las diversas culturas humanas en vista a un positivo enriquecimiento.

5. En el contexto asiático

 

Estos dos movimientos del proceso de inculturación son especialmente significativos en el contexto de Asia, que es un continente de culturas antiguas y diversas. La urgencia de iniciar el proceso de inculturación en Asia se refleja en la siguiente observación del Pontificio Consejo para la cultura. Los países del inmenso continente asiático tienen antiguas culturas, influenciadas por religiones no-cristianas y tradiciones de sabiduría... Asia, en su conjunto, puede no haber recibido el mensaje de Cristo pero ¿no será, sobre todo, porque el Cristianismo es todavía percibido ahí como una religión extranjera introducida por Occidentales, que no se adaptaron lo suficiente al pensamiento y las culturas de Asia? Esto muestra qué amplia debe ser la pastoral de acercamiento a la cultura en este continente.

 

 

6. Absorbiendo las riquezas de las culturas asiáticas

 

Estas culturas y religiones asiáticas contienen muchas riquezas espirituales profundas que pueden entrar en una sana simbiosis con la fe cristiana y así ser, seguramente, una expresión de la fe cristiana. La fe cristiana podría enriquecer los tesoros de la espiritualidad asiática por sus propios méritos. Por ejemplo, las técnicas de yoga pueden aplicarse en la vida de oración de los cristianos. También la fe cristiana puede profundizarse con muchos elementos de su espiritualidad y misticismo, tales como la santidad, la renuncia a sí mismo, la castidad, el amor por la paz, la oración y la contemplación, el éxtasis, la compasión, etc., que tienen tanta vida en esas culturas. El Papa Juan Pablo II recuerda que: "corresponde a los cristianos de hoy. sobre todo a los de la India, sacar de este rico patrimonio los elementos compatibles con su fe de modo que enriquezcan el pensamiento cristiano".

7. Evangelizando las culturas asiáticas

 

Se comprende mejor la misión evangelizadora de la Iglesia cuando no se entiende la cultura de una manera absolutista. Como lo dice el Santo Padre en su encíclica Veritatis Splendor, el hombre no debe ser prisionero de ninguna de sus culturas, sino que debe defender su dignidad personal viviendo de acuerdo con la verdad profunda de su ser. En nuestro contexto eso quiere decir que la Iglesia debe tener el coraje de purificar la cultura con la que está dialogando, si esa cultura posee elementos que deshumanizan y que van en contra de la dimensión básica trascendental de la vida humana. La fe tiene el poder "de llevar al corazón de cada cultura y, de purificarla, de hacerla fructificar, de enriquecería y de hacerla florecer como el amor ilimitado de Cristo".

Si consideramos las culturas asiáticas, esto es muy significativo porque en muchas de esas culturas existen elementos que se oponen a los valores del Reino. Podemos citar un ejemplo del contexto de la India, un país de antiguas culturas, religiones y civilizaciones. Mientras que, por una parte, se reconoce que la sed por Dios y, la experiencia de Dios son fundamentales en la cultura hindú, por otra, la práctica inhumana de la discriminación por castas es casi tan antigua como esta cultura y forma parte integral de ella. La fe cristiana podría curar a la sociedad hindú de esta enfermedad con el poderoso mensaje sanador del amor universal de Jesucristo.

 

Vivir auténticamente la fe cristiana en toda su profundidad revela la dignidad de la persona humana y la sublime naturaleza de la vocación del hombre. Estos valores de la fe cristiana deberían penetrar e impregnar la cultura hindú. El encuentro del Evangelio con las diferentes culturas y filosofías del mundo puede ser extremadamente creativo, creador de una nueva cultura basada en los valores del Reino. Por consiguiente, como una dimensión fundacional de la evangelización, tenemos que "inyectar la vida del Evangelio en las culturas para renovarlas desde dentro y transformar, a la luz de la Revelación, las visiones de los hombres y la sociedad que da forma a las culturas, los conceptos de hombres y mujeres, de la familia y la educación, de la escuela y la universidad, de la libertad y la verdad, del trabajo y el ocio, de la economía y la sociedad, de las ciencias y las artes.

 

En este encuentro, las culturas podrán abrirse a la novedad de la verdad del Evangelio y encontrar en él campo propicio para seguir creciendo. Esto es el resultado inevitable de aceptar la persona y el mensaje de Jesucristo.

 

 

 

Conclusión

 

La evangelización de las culturas y la inculturación de la fe no son cosas diferentes. La inculturación de la fe pertenece al corazón de la evangelización de la cultura. La encíclica papal Pastores Dabo Vobis, nos muestra esta idea con mucha fuerza. Ante culturas tan diferentes y a veces contrastantes presentes en los diversos lugares del mundo, la inculturación busca obedecer al mandamiento de Cristo de predicar el Evangelio a todas las naciones hasta los confines de la tierra. Al penetrar el Evangelio en la vida misma de las culturas, se encarna en ellas, superando esos elementos culturales que son incompatibles con la fe y la vida cristianas y elevando sus valores al misterio de salvación que viene de Cristo.

 

Pero para proseguir con el proceso de inculturación, la Iglesia en Asia necesita estudiar y llegar a conocer las culturas asiáticas que están profundamente marcadas por las antiguas religiones de Asia. Ese conocimiento profundo de la realidad le permitirá discernir las "Semillas de la Palabra" en esas culturas y religiones que no están alejadas del trabajo del Espíritu en la economía de la voluntad salvífica de Dios y la desafiará a "cristianizar" aquellos elementos que necesitan ser curados en contacto con la Buena Nueva de Jesucristo. Esto es una dimensión ineludible de la misión evangelizadora para la Iglesia en Asia.

 

 

DIÁLOGO INTERRELIGIOSO

1. Introducción

 

La misión evangelizadora de la Iglesia tiene una perspectiva global. El Evangelio de Jesucristo se debe anunciar a todos los hijos de Dios. Pero en el mundo hay religiones milenarias que proponen sus propios caminos de salvación. La presencia de estas religiones en algunos continentes, especialmente en Asia, es muy fuerte. El contexto especial de Asia obliga a la Iglesia a iniciar un diálogo interreligioso con urgencia. Es un contexto de una situación multiétnica, multirreligiosa y multicultural. Más del 97% de las personas con las que los cristianos conviven en la India son seguidores de otras religiones. En toda Asia el porcentaje de los no cristianos es aún más alto. Asia es especialmente la cuna de casi todas las grandes religiones del mundo, como Hinduismo, Budismo, Judaísmo, Cristianismo, Islamismo, etc. Estas religiones se han presentado como medios de salvación. Esta situación constituye un desafío positivo para la Iglesia en Asia. La misión de la Iglesia en Asia puede llevarse a cabo únicamente si se las tiene en cuenta y se respetan las religiones y culturas asiáticas comprometiéndose a dialogar con ellas, La Iglesia debe tomar conciencia de ello en su misión evangelizadora. Esta situación supone que la Iglesia entre en diálogos serios y constructivos con esas religiones. Por consiguiente, una de las dimensiones importantes de la misión evangelizadora de la Iglesia hoy es el diálogo interreligioso.

2. Pasos progresivos en la actitud de la Iglesia.

 

Período pre- Vaticano: Todo el mundo sabe que antes del Vaticano II, especialmente en la Edad Media, la Iglesia ha tenido una actitud negativa hacia las otras religiones, considerándolas falsas y llenas de supersticiones y errores, siguiendo la antigua expresión "fuera de la Iglesia no hay salvación" y apoyados por la enseñanza de muchos Papas, los misioneros trataron de mantener la idea de la superioridad de la religión católica. La Bula Apostólica "Unam sanctam" del Papa Bonifacio VIII (1302) y la declaración del Concilio de Florencia (1442) sobre los no cristianos, heréticos y cismáticos son clarísimos ejemplos de esa actitud. La mayoría de las iglesias locales patrocinadas por los Misioneros de la Cristiandad siguieron en esa misma actitud. El 6º Consejo de Goa y el Consejo de Diamper en Malabar (1599) había prohibido a los cristianos la lectura de las Escrituras Hindúes a menos que fuera para desaprobarías y refutarlas. Los grandes misioneros como Ricci, Robert De Nobili, John D'Britto, etc. apenas lograron escapar a censuras eclesiásticas por haber promovido la inculturación y adoptado prácticas religiosas y culturales hindúes.

 

Cambio decisivo en Vaticano II: Con la publicación del Documento Conciliar Nostra Aetate del Concilio Vaticano Il comienza a realizarse un cambio en la posición oficial de la Iglesia. Al introducir el Documento, el Cardenal Bea había profetizado que este mundo estaría marcado por un cambio decisivo en la relación de la Iglesia con las religiones mundiales. Remarcó que la idea clave del Documento reside en tener en cuenta lo que las personas tienen en común y promover la amistad entre ellas.

El Concilio anima "a entrar en diálogo y colaboración con miembros de otras religiones", "para que reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio-culturales, que en ellos existen" (NA, 2).

3. Promoción del diálogo

 

Alentados por el espíritu de Vaticano II, fueron dados pasos para promover el diálogo interreligioso. En 1964 el Papa Pablo VI formó un secretariado especial para los No Cristianos a fin de promover el diálogo con ellos. En su Encíclica "Ecclesiam Suam" y en la Carta Apostólica "Evangelii Nuntiandi" habla sobre la necesidad de este diálogo para descubrir las "semillas de la Palabra". Y constata que las religiones del mundo "llevan en sí mismas el eco de milenios en búsqueda de Dios" (EN, 53) constituyendo así "una auténtica preparación evangélica" (EN, 53)

El Papa Juan Pablo II ha acrecentado esta actitud tanto en palabras como en obras. Durante su visita a la India en 1986, proclama su respeto por las tradiciones espirituales de la India y reconoce "los signos de la presencia de Cristo y de la acción del Espíritu en otras religiones" (RM, 56). Al mismo tiempo que afirma la integridad de la revelación cristiana, concede que la Iglesia debe respetar los valores presentes en otras religiones (RM, 56).

En estos últimos tiempos, el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso ha promulgado varios documentos explicando y aclarando la actitud positiva de la Iglesia para poder llegar a sanos y alentadores diálogos interreligiosos.

4. ¿Qué es el diálogo interreligioso?

 

El diálogo interreligioso es un encuentro respetuoso y sincero entre religiones. Apunta primeramente a establecer relaciones positivas y constructivas con individuos y comunidades de otras religiones. Esos auténticos encuentros llevan a una mutua comprensión y enriquecimiento de la vida de la fe, las tradiciones religiosas y los principios y valores de la vida social tanto de los individuos como de las comunidades. Las partes comprometidas en el diálogo desean conocerse, aprender unas de las otras y enriquecerse mutuamente compartiendo. En resumen, el diálogo implica escuchar, aprender. recibir, dar y compartir con sinceridad.

Se ha dicho que el diálogo interreligioso debería orientarse hacia un encuentro del Evangelio con la gente en sus situaciones de vida.

De la misma manera. el diálogo promueve un "pasaje a través de nuestros propios horizontes para tratar las cuestiones y los problemas que se presentan por la presencia del otro en nuestros propios horizontes o dentro del horizonte mismo del otro. La misma apertura para comunicarnos con el otro cambia las fronteras y el carácter de nuestro propio horizonte... cambia la naturaleza de nuestro horizonte...".

5. El contexto inmediato del diálogo

 

Los antecedentes inmediatos para el renovado énfasis en el diálogo interreligioso contiene tres elementos. Primeramente, existe en muchas partes del mundo, especialmente en Asia, el fenómeno de la creciente intolerancia entre religiones. En la mayoría de la religiones del mundo, están aumentando las tendencias fundamentalistas. Ello es una gran amenaza para la paz mundial y para el futuro de la humanidad.

En segundo lugar, el mundo de hoy, gracias al avance masivo de los medios de comunicación e información tecnológica, se ha convertido en una aldea global. En ese mundo ya no puede considerarse ningún problema aisladamente ni tampoco buscar soluciones aisladas. Cada religión tiene que cumplir un papel global y esto sólo puede realizarse en colaboración con otras religiones.

En tercer término, existe el fenómeno moderno de globalización y la propagación de la cultura consumiste lo que ha dado lugar a la erosión de muchos valores humanos y espirituales con el consiguiente vacío creado en el corazón de las personas y las sociedades. Este desafío puede enfrentarse mejor si varias religiones del mundo trabajan unidas. Esto también supone la necesidad del diálogo interreligioso.

6. La dimensión del diálogo

 

El diálogo interreligioso debería tener esencialmente dos orientaciones básicas. Por una parte, el diálogo es esencialmente un compartir la fe, los principios y valores de cada parte, sea individuo o comunidad. Así, la Iglesia, a través del diálogo interreligioso apunta a testimoniar en palabra y obra la plenitud de la revelación en Jesucristo. El diálogo debería necesariamente reflejar el compromiso cristiano a Cristo y su deseo de comunicar el mensaje salvador de Jesucristo. La Iglesia en Asia comprometida en el diálogo tiene mucho que ofrecer a los seguidores de otras tradiciones religiosas que incluyen la revelación del Dios Trino, su voluntad salvífica en Jesucristo, el sentido salvífico y el valor de su pasión, muerte y resurrección, los valores de reconciliación y paz, la obediencia a la voluntad de Dios, la sacralidad y dignidad de cada persona, el amor y el servicio a los hermanos, la doctrina social de la Iglesia, la promoción humana integral en sus muchas formas, el valor del sufrimiento y el servicio que son puntos centrales del misterio de Jesucristo y, sobre todo, toda la persona de Jesucristo.

Por otro lado, los cristianos deberían no sólo compartir su fe, sino también escuchar a los demás y aprender de ellos. Los cristianos deben reconocer la acción del Espíritu Santo en otras religiones y escuchar lo que el Espíritu les está enseñando a través de esas religiones. Como lo dice el Papa Juan Pablo II, el Espíritu trabaja tanto en los corazones de los individuos y las sociedades como en sus culturas y religiones. El Espíritu de Dios toca, purifica y salva no sólo a individuos, sino también, a través de ellos, a culturas y religiones. Conocer esas religiones y dialogar con ellas permitirá a los cristianos reconocer las "semillas de la Palabra" en esas religiones, apreciarlas y apropiárselas si fuera necesario.

Muchas de las religiones de Asia tienen elementos muy valiosos que ofrecer a los cristianos. El encuentro con la contemplación hindú, la renuncia a la propia voluntad y el espíritu de la no violencia, la compasión y el desapego budista, la piedad filial de Confucio, la simplicidad del Taoísmo, el respeto por la naturaleza en la Religión Tradicional y la centralidad de la voluntad de Dios en el Islam pueden enriquecer la comprensión cristiana del Cristo de los Evangelios. Más aun, el verdadero diálogo con esas religiones ayudará a la Iglesia en Asia a descubrir varios valores religiosos y espirituales que esas religiones comparten con los cristianos. Como resultado del diálogo. los cristianos se sentirán incentivados por la manera de vivir de personas profundamente comprometidas en otras formas de fe.

8. Las formas del diálogo

 

En el contexto asiático, se dialoga en diferentes niveles. Con el Evangelio de Jesucristo la Iglesia debe entrar en diálogo con las culturas de Asia, con las religiones de Asia, con el pueblo de Asia, especialmente con los pobres. En consecuencia, en Asia, el diálogo puede asumir varias formas. Tiene que ser un diálogo en todas las dimensiones de la vida y actividad de la Iglesia. Como resultado, podemos hablar de un diálogo de vida, un diálogo de acción, un diálogo de experiencia religiosa, teológica, espiritual, etc.

El diálogo de vida es posible cuando los cristianos luchan para vivir con un espíritu abierto y de buena vecindad con las personas de otras relaciones. Comparten sus alegrías y tristezas, sus problemas humanos y sus preocupaciones. En el contexto asiático, el diálogo tiene especial importancia. Es un acercamiento básico para vivir el Evangelio en la sociedad pluralista. La auténtica evangelización llevaría a un diálogo más profundo y a un servicio aun mayor a la gente.

En el diálogo de acción, los cristianos y otros colaboran en el desarrollo integral y la liberación del pueblo. Tal diálogo apunta a construir sociedades armónicas sobre el principio de la unidad en la diversidad, ayudando a los que sufren la injusticia y la discriminación, comenzando acciones comunes en la defensa de los derechos humanos, la paz mundial, la ecología y las cuestiones éticas.

En el diálogo de la experiencia religiosa, las personas, enraizadas en sus propias tradiciones religiosas, comparten sus riquezas espirituales con los seguidores de otras religiones. En ese diálogo, como hemos dicho antes, los cristianos dan primeramente testimonio de la vitalidad de la fe y tradición cristianas e integran en su propia fe en Cristo los tesoros de la espiritualidad asiática. Este diálogo puede darse compartiendo experiencias de oración, alabanza, contemplación, observancias ascéticas y maneras y métodos de búsqueda del Absoluto.

En el diálogo de intercambio teológico, las partes tratan de profundizar su comprensión de las diferentes herencias religiosas y apreciar los valores espirituales de cada uno.

9. Obstáculos al diálogo

He aquí algunos de los obstáculos que podrían impedir un proceso fecundo del diálogo interreligioso. Los clasificaremos en dos grupos: factores que están enraizados en las condiciones humanas y factores que afectan negativamente a la comunidad cristiana.

Factores que están enraizados en las condiciones humanas

 

a) Insuficiente instrucción en la propia fe.

b) Insuficiente conocimiento y comprensión de las creencias y prácticas de otras religiones, que lleva a una falta de apreciación de su significado y, a veces, a una mala interpretación.

c) Diferencias culturales que emergen de diferentes niveles de instrucción, o del uso de diferentes idiomas.

d) Factores socio-políticos o algunos pesos del pasado.

e) Comprensión errónea del significado de algunos términos tales como conversión, bautismo, diálogo, etc.

  1. Autosuficiencia, falta de apertura que lleva a estar a la defensiva o a tener actitudes agresivas.
  2. Falta de convicción en lo que se refiere al valor del diálogo interreligioso, que algunos pueden ver como una tarea reservada a especialistas, y otros como un signo de debilidad o aun como una traición a la fe.

h) Recelo sobre los motivos del otro en el diálogo.

i) Un espíritu polémico al expresar convicciones religiosas.

j) Intolerancia, a menudo agravada por asociaría con factores políticos, económicos, raciales y étnicos, falta de reciprocidad en el diálogo que puede llevar a la frustración.

k) Algunos aspectos del clima religioso actual, como el creciente materialismo, la indiferencia religiosa y la multiplicación de las sectas religiosas que crean confusión y causan nuevo problemas.

Factores que afectan negativamente a la comunidad cristiana

 

a) El peso de la historia hace que el diálogo sea más difícil va que. en el pasado, ciertos métodos de evangelización algunas veces atemorizaron a los seguidores de otras religiones y los volvieron suspicaces.

b) Los miembros de otras religiones pueden temer que la misión evangelizadora de la Iglesia

termine destruyendo su religión y cultura.

c) Una concepción diferente de los derechos humanos o una falta de respeto por ellos en la práctica puede resultar en una falta de libertad religiosa.

d) La persecución puede hacer que el diálogo de la Iglesia sea especialmente difícil o imposible.

e) La identificación de una religión particular con la cultura nacional o con un sistema político crea una clima de intolerancia.

f) En contextos pluralísticos, el indiferentismo, relativismo o sincretismo religioso crea obstáculos para un diálogo interreligioso serio.

Conclusión

 

Para concluir podemos decir que el diálogo interreligioso necesita ciertas disposiciones básicas de parte de los que nos comprometemos en el diálogo. Por una parte, tenemos que estar suficientemente enraizados en nuestra propia fe y comprometidos con ella, lo que implica un conocimiento suficiente de la misma, además de prudencia y coraje. Por otra, tenemos que respetar las tradiciones de las otras religiones y estar abiertos al trabajo del Espíritu, que está presente en esas religiones. Esto implica sinceridad, discernimiento y paciencia. Por eso también es importante la formación para el diálogo. Si la Iglesia en Asia tiene que llevar a cabo su misión de evangelización con eficiencia, tiene que tomar en serio el diálogo interreligioso.

ECUMENISMO

1. Introducción.

La Iglesia es una realidad dinámica. La vida de la Iglesia crece a través de la historia. Progresa hacia la perfección. Cada comunidad eclesial recibe la tradición apostólica, y lucha para crecer hacia la plenitud de la vida de la Iglesia en la historia y a través de ella. Las diferentes iglesias tienen diferentes tradiciones. Pero en el curso de la historia todas estas diferentes tradiciones eclesiales han sufrido heridas - heridas de división y separación. Ninguna de estas tradiciones ha sido capaz de preservar la tradición apostólica en plenitud. Por eso hoy vivimos esta situación de una Iglesia dividida privada de comunión universal.

2. La necesidad del diálogo ecuménico.

Que hoy la cristiandad continúe dividida sigue siendo un hecho doloroso y un escándalo contradictorio y perjudicial para el mensaje que tiene que proclamar. Como lo afirma el Concilio Vaticano, las división entre las comuniones cristianas " contradice abiertamente a la voluntad de Cristo, es un escándalo para el mundo y daña la causa santísima de la predicación del Evangelio a todos los hombres" (UR 1). La Iglesia de Cristo es una, y Dios quiere que permanezca siendo una. La verdadera misión y tarea de la Iglesia es hacer presente a Cristo en nuestro mundo, dar testimonio de Él, siendo el sacramento de Cristo y el sacramento de la unidad, como un símbolo efectivo de unidad, en y para el mundo. Pero hoy la Iglesia se presenta mas bien como un signo de división, ya que está dividida en una cantidad de grupos de diferente denominación. El haber tomado plena conciencia de esta situación es lo que ha dado lugar al movimiento ecuménico de hoy, a fin de recuperar la unidad de la Iglesia y para que el movimiento ecuménico refleje la búsqueda de la plenitud de la vida eclesial.

3. ¿Qué es el ecumenismo?

La meta fundamental del ecumenismo es recuperar la unidad de la Iglesia, curando las heridas que estas Iglesias sufrieron a lo largo de la historia. En otras palabras, el ecumenismo debe buscar recuperar la integridad de la tradición apostólica. Habiéndose dado cuenta de ese estado de alienación y división en que están, las iglesias son conscientes de la necesidad de unirse, de entenderse, de compartir las riquezas que poseen como comunidades cristianas.

4. El método.

El Concilio Vaticano II habla sobre cómo " los cristianos deben unirse y reconciliarse, curando sus dañadas tradiciones y llevando el cuerpo místico de Cristo a su plena realización" . Esto debe realizarse "a través del diálogo, la colaboración, la integración y la acción individual e institucional..." (UR 4). Así, el proceso de curación podrá darse a través de una dialogo sincero, de la colaboración, de encuentros mutuos, de la cooperación y la integración, del mutuo conocimiento y enriquecimiento, de la coexistencia y tolerancia, etc. La acción ecuménica puede practicarse en varios niveles y diferentes maneras. Diálogo teológico, estudios históricos, colaboración en campos de educación y en esquemas socioeconómicos, alentando a la comunión eclesial en la vida litúrgica y eclesial, juntando esfuerzos en el diálogo con los no cristianos, etc. Todo ello demanda nuestra inmediata atención y puesta en obra.

5. Los obstáculos

Un estudio más profundo de la situación de hoy en lo que se refiere a la división entre las iglesias nos revela que, además de las diferencias doctrinales, lo que pesa mucho son los prejuicios y malentendidos que, manteniendo a las comunidades separadas, les impiden acercarse y entenderse mutuamente. Esta situación es uno de los mayores obstáculos para llevar a cabo la misión ecuménica. Este problema se soluciona desarrollando una mentalidad genuinamente ecuménica, en cada una de las iglesias como, por ejemplo, las actitudes de arrepentimiento, de humildad, apertura a la verdad, disponibilidad a la voluntad de Dios y sus designios. A lo largo de la historia, el mayor obstáculo para el crecimiento de las iglesias hacia la plenitud del cuerpo místico de Cristo, ha sido la mentalidad de superioridad que han tenido algunas iglesias. De todas maneras, el Concilio Vaticano II ha tratado de corregir sanamente esta situación.

Otro de los problemas es que, desgraciadamente, no siempre se entiende lo que es el movimiento ecuménico. Hay muchos que desconfían de él, o que se le oponen. Algunos solo entienden el ecumenismo en términos de conversión. Se debe remarcar que el ecumenismo no puede ser un movimiento de coerción o presión espiritual, ya que tiene que estar al servicio de una fe auténtica. No es un método de unificación de las Iglesias locales, basado en la fuerza y el poder. Pero exige que todos los cristianos se preparen para una renovación interior y una conversión del corazón, sin los que no puede haber ecumenismo que merezca ese nombre ( Decreto sobre el ecumenismo, 7).

Al mismo tiempo, el ecumenismo no puede confundirse con una coexistencia complaciente de las diferentes iglesias cristianas en el actual estado de división y desunión, o en las posiciones contradictorias que cada una toma hoy. No es un método arriesgado de adulteración y compromiso de fe de cada uno. Hoy son tan frecuentes los prejuicios y las aprensiones, que apenas se comprende la meta del ecumenismo, y pocas veces se descubren y discuten los verdaderos problemas ecuménicos.

Conclusión

Así el ecumenismo tiene una meta muy profunda, es decir, llegar a la total comunión de todas Iglesias apostólicas. Solo en esa comunión está plenamente presente el cuerpo místico de Cristo. Podemos mencionar aquí la importancia de las acciones que la Iglesia católica de MalanKara ha realizado en este sentido, consideradas como el mejor movimiento ecuménico del siglo XX. Desde que en 1653 la Iglesia de Malankara sufriera infortunadas divisiones, ha habido verdaderas tentativas de recuperar la comunión católica. Durante trescientos años se continuó trabajando en este sentido, bajo el liderazgo del arzobispo Mar Ivanios en 1930. El trabajo dio sus frutos, y la Iglesia de Malankara recuperó la plena comunión católica con su individualidad eclesial, enriqueciendo a todas las iglesias en la comunión católica presidida por el Romano Pontífice, el sucesor de Pedro, cabeza de los apóstoles y vicario de Cristo. Fue un evento importante en la dirección acertada para llegar a la plenitud de la Comunión eclesial entre la sede apostólica de Roma y la Iglesia de Malankara.