6º Congreso Misionero Latinoamericano 
(CoMLa 6)

1º Congreso  Americano Misionero (CAM 1)

SUBSIDIO INTRODUCTORIO

AMÉRICA, CON CRISTO,
¡SAL DE TU TIERRA!

 

INTRODUCCIÓN

Con el lema "América, con Cristo, ¡sal de tu tierra!", se quiere animar misioneramente a toda la Iglesia del continente americano para celebrar el último COMLA-CAM de este siglo. Este lema es un grito misionero que América viene escuchando desde 1977 y ahora se refuerza ante los desafíos de la Iglesia de cara al tercer milenio.

¿Por qué un subsidio sobre el lema del COMLA 6 - CAM 1?

Para que no pase desapercibido todo el contenido universal de este nuevo Congreso. Además, queremos ofrecer una dinámica de asimilación del significado y la importancia del lema del evento que nos congregará del 28 de septiembre al 3 de octubre de 1999, por primera vez, como continente americano, desde Alaska a Tierra del Fuego, para vivir el acontecimiento misionero más importante de la Iglesia americana en los umbrales del tercer milenio.

1. "América": una porción del resto de Israel

En la Biblia son conocidas todas las referencias al "Resto" de Israel como una porción del pueblo que fue siendo modelo en la relación del hombre con Dios.

Dios, que iba guiando al "Resto" de Israel, le hacía comprender de manera progresiva su voluntad salvífica (cf. Dt. 4, 27; 2 Re 19,4); lo fue llevando a su pueblo al momento de establecer una alianza que serviría de punto de referencia en la relación Dios–pueblo, Dios criatura (persona) (cf Ex 19, 1ss; 20, lss).

Pero el "Resto" de Israel no siempre fue fiel a la voluntad salvífica de Dios que se expresaba en la Alianza. En muchas ocasiones el pueblo se apartó del Señor, cometió distintos pecados que lo llevaron al peligro de ser destruido por la ira de Dios (cf. Dt. 9, 7-28).

El camino espiritual del Resto de Israel fue el camino de aceptación, de comprensión de la elección, don gratuito de Dios, para llevar a este pueblo a ser modelo para otros pueblos en su relación con Dios. Ese pequeño resto cumplió una función mesiánica que mantuvo viva la esperanza de salvación que más tarde se concretó en Jesucristo (cf. LG 55).

En los pueblos de América, Dios se ha escogido un nuevo pueblo, lo ha incorporado a su designio redentor lo ha hecho partícipe de su Espíritu. Mediante la evangelización y la fe en Cristo, Dios ha renovado su alianza con América Latina (Discurso Inaugural, DSD, 2).

América es, pues, un "Resto" de esa cristiandad dispersa por todo el mundo. El Papa nos lo recuerda diciendo: "con la llegada del Evangelio a América se ensancha la historia de la salvación, crece la familia de Dios" (cf. Discurso inaugural, DSD, 2).

Dios tiene un designio particular sobre el continente americano. Al igual que Dios eligió a ese "Resto" de Israel para ser modelo en la relación Dios–pueblo–persona, así mismo Dios tiene un proyecto especial con nuestro continente, es el proyecto misionero.

El documento de Puebla consigna este proyecto especial de Dios con nuestro continente cuando afirma que "finalmente, ha llegado para América Latina la hora de intensificar los servicios mutuos entre las Iglesias particulares y de proyectarse más allá de sus propias fronteras, ‘ad gentes’ ". Es verdad que nosotros mismos necesitamos misioneros; pero, "debemos dar desde nuestra pobreza" (Puebla 368). Y en el número 125 del Documento de Santo Domingo, los obispos afirman: "renovamos este último sentido de la misión (ad gentes), sabiendo que no puede haber Nueva Evangelización sin proyección hacia el mundo no cristiano".

Es por eso que el camino misionero de América es la respuesta a la gratuidad del don de la fe que nos ha sido dado por Dios.

2. Arnérica, "Con Cristo"

La manera como se ha difundido la Buena Nueva en nuestros pueblos ha sido muy significativa. El Papa en su discurso inaugural de Santo Domingo nos dice: "de la fecundidad de la semilla evangélica depositada en estas benditas tierras he podido ser testigo durante los viajes apostólicos que el Señor me ha concedido realizar a vuestras iglesias particulares" (Discurso inaugural, DSD ,4).

Hoy pesa un compromiso sobre América toda. El compromiso de ser la mayor concentración de católicos en un continente. Con razón se la ha llamado "el continente de la esperanza". Una esperanza doble: la juventud de la gran mayoría de su población y el porcentaje elevado de católicos que hay en América, representan una esperanza para la misión ad gentes.

Sin embargo, América no puede quedar ajena a su propia realidad. Hoy estamos viviendo un cambio de época. Este cambio ha traído consigo una búsqueda afanosa del hombre americano, búsqueda de nuevos referentes religiosos, de certezas, de nuevas formas de expresión de la propia religiosidad, etc.

La invasión de las sectas, la afirmación de una visión parcializada de ciertos movimientos religiosos etc., son todas manifestaciones que, unidas al mundo de la globalización, del consumismo, del neoliberalismo, representan una tentación para nuestra América en su sentido de pertenencia a la Iglesia como Resto de la cristiandad que peregrina en este continente.

Los pecados del Resto de Israel del Antiguo Testamento, están también presentes en el pueblo americano.

Se necesita, pues, que nos reafirmemos en nuestra fidelidad a Cristo como vocación propia de nuestro continente.

Al contemplar, con una mirada de fe la implantación de la cruz de Cristo en este continente, ocurrida hace cinco siglos, comprendemos que fue Él, Señor de la historia, quien extendió el anuncio de la salvación a dimensiones insospechadas. Creció así la familia de Dios y se multiplicó para gloria de Dios el numero de los que dan gracias (cf. DSD 2).

3. "¡Sal de tu tierra!"

La palabra "sal", debe entenderse como imperativo del verbo salir, ir de un lugar a otro. El continente americano está llamado a salir, a ir desde una Iglesia particular a otra más allá de sus propias fronteras.

El capítulo 12 del Génesis nos presenta la experiencia de Abraham como un prototipo de vocación–misión. Una experiencia de fe que más tarde encarna el pueblo de Israel. Abraham pasa de la riqueza de Ur de Caldea a la pobreza de sus errores en Canaan, del pueblo amorrita a la soledad del migrante.

El camino de Abraham es místico y geográfico. Las grandes etapas de su nomadismo, están marcadas por un constante diálogo con un Dios que no termina de frustrarlo y lanzarlo a lo desconocido.

En la experiencia de fe de Abraham nosotros vemos que el salir es la respuesta, en fidelidad a la Palabra de Dios. Para la Iglesia de América la fe es don pero también es tarea, pues ésta sólo se fortalece cuando se comparte.

En la lengua española, la palabra "sal" tiene además otro significado. Es al que se refirió Jesús cuando dijo: "Ustedes son la sal de la tierra. Y si la sal se vuelve desabrida, ¿con qué se le puede devolver el sabor? Ya no sirve para nada sino para echarla a la basura o para que la pise la gente (Mt. 5, 13).

En nuestro lema, ambos sentidos se complementan en una sola realidad: quien no es sal en su ambiente, tampoco es apto para salir a anunciar la Buena Noticia. Su testimonio no será válido y sus palabras quedarán vacías porque les faltará la fe vivida que las haga fecundas.

Preguntas para trabajo en grupos

 1. "América: una porción del Resto de Israel"

1.1 ¿Qué entendemos por dimensión misionera de la Iglesia presente en América, entendida como pequeño Resto en el conjunto de la catolicidad?

1.2 En 1979 Puebla invitó a las Iglesias de América Latina a "dar desde la pobreza" . ¿Qué realidades muestran al mundo entero el aporte misionero de América Latina?

2. América, "con Cristo"

2.1 Destacar algunos valores que reflejan la identidad cristiana de nuestro continente.

2.2 Comentar en el grupo cuáles serían los antivalores que más opacan la identidad cristiana de América y las causas que los originan.

2.3 ¿Cómo lograr que las Iglesias asuman su identidad cristiana, la testimonien y la anuncien al mundo entero?

3. "Sal de tu tierra"

3.l ¿Qué acciones concretas debemos realizar para vivir la fe como don y tarea?

3.2 Leer y comentar los textos bíblicos de las vocaciones de Abraham (Gén. 12, 1 ss); Moisés (Ex 3, 1ss) y San Pablo (Hch. 9, l ss).

 

CANTO FINAL

Sal de tu tierra

Sal de tu tierra para ir donde te indicaré,
deja tu tierra y parte ya: contigo estaré.
"Abraham tú no partas, tú no vayas,
no dejes esta tierra, ¿qué esperas encontrar?
La senda siempre es esta, mas la gente es diferente,
es hostil pa' donde piensas arribar.
Esto que dejas tú lo conoces,
mientras no sabes qué te darán".
–Un pueblo, una tierra, la Promesa–

Palabra de Yahveh.

La red sobre la playa abandonada
dejaron los pescadores que han partido con Jesús.
La gente que aclamaba se ha marchado
y el silencio les parece a los doce una misión.
Esto que dejas tú lo conoces, pero el Señor, ¿qué te dará?
–el céntuplo aquí y en la eternidad–

Palabra de Jesús.

Partir no es siempre todo, ciertamente,
hay quien parte y no da nada, sólo busca libertad.
Partir con viva fe en el Señor
y amor que se abre a todo el mundo
cambiará la humanidad.
Eso que dejas tú lo conoces,
mas lo que llevas vale aún más:
–¡Andad y predicad mi evangelio!–

Palabra de Jesús.

 

 

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