6º Congreso Misionero Latinoamericano 
(CoMLa 6)

1º Congreso  Americano Misionero (CAM 1)

SUBSIDIO N° 3

PROTAGONISTAS DE LA MISIÓN

VOCACIONES MISIONERAS
- ECUMEMISMO -
DIÁLOGO INTER-RELIGIOSO

 

"No se da testimonio sin testigos; no existe misión sin misioneros" (RMi 61) La eficacia de una animación misionera auténtica se mide en su capacidad de despertar en el mayor número de cristianos, el deseo de ser testigos de Jesús hasta 105 confines de la tierra.

 

I) RESPONSABILIDAD DE TODOS

Si la misión pertenece a la naturaleza de la Iglesia, todo miembro de ella es responsable y agente de esa misión con los matices peculiares de cada ministerio, vocación o carisma. Cada cristiano por estar incorporado a Cristo en virtud del bautismo, es hecho partícipe de su misión. La Iglesia primitiva vivió la misión como una tarea comunitaria, aún reconociendo en su seno a enviados especiales o misioneros de los gentiles como Pablo y Bernabé (RMi 61).

 

II) EL PAPA Y LOS OBISPOS

Los principales responsables son el Papa, los Obispos y los sacerdotes dedicados a la pastoral ordinaria.

"Desde el comienzo de mi pontificado - confesó Juan Pablo II- he tomado la decisión de viajar hasta las últimos confines de la tierra para poner de manifiesto la solicitud misionera, tomar contacto directo con los pueblos que desconocen a Cristo y anunciar el Evangelio" (RMi 1 y 63).

La acción del Papa durante los 20 años de su pontificado con los 84 viajes a los cinco continentes, y los centenares de discursos dirigidos a millones de personas de todas las razas y condiciones sociales, hacen que pueda ser considerado el misionero más importante de este siglo. Su encíclica "La misión del Redentor" es un punto de referencia imprescindible para todos los que quieren profundizar su compromiso misionero.

En ella recuerda a los Obispos que, según la doctrina del Concilio Vaticano II, "han sido consagrados no sólo para una diócesis sino para la salvación de todo el mundo" y a los sacerdotes diocesanos que deben tener "corazón y mentalidad misioneros, estar abiertos a las necesidades de la Iglesia y del mundo, atentos a los más alejados" (RMi 63 y 67). Cada diócesis y cada parroquia tendrá la intensidad y la amplitud del espíritu misionero de sus pastores.

 

III) LOS MISIONEROS AD GENTES

Particular atención merecen los que siguiendo un llamado especial se dedican al servicio de la evangelización con un compromiso total, una entrega que abarca toda la vida y una donación sin límites de tiempo y de fuerzas. Son los misioneros ad extra, alrededor de 200.000 esparcidos en todo el mundo en los cinco continentes. Entre ellos hay miembros de órdenes y congregaciones (sacerdotes, hermanas y hermanos), sacerdotes diocesanos, laicos, miembros de movimientos eclesiales.

La mayor participación de misioneros laicos y de misioneras laicas, solos o con sus familias, es una de las características de este siglo. La labor evangelizadora de los laicos no sólo está cambiando la vida eclesial sino también la actividad misionera. Su acción es de índole secular: dar un testimonio cristiano en la vida pública, cultural y social, en las escuelas y familias.

Los Hechos de los Apóstoles prueban cómo la colaboración de fieles y familias fue muy activa y generosa en la difusión del cristianismo. Los fundadores de las Iglesias primitivas más importantes (Antioquía, Alejandría, Roma) fueron laicos.. Los orígenes de la Iglesia en Corea se debe a la actividad de los laicos. En Japón, en China, en Vietnam y otros lugares, contribuyeron a la preservación de la fe cuando los misioneros fueron expulsados y los sacerdotes nativos encarcelados.

Los misioneros ad gentes, en cualquier categoría se encuentren "representan el paradigma del compromiso misionero que siempre necesita donaciones radicales y totales; impulsos nuevos y valientes" (R.Mi 66).

 

VI) CARACTERÍSTICAS Y ACTITUDES DE LA MISIÓN AD GENTES

1- La primera es la fe. "Creemos y por eso hablamos" (2 Cor 4,13) decía San Pablo identificándose con su comunidad. Objeto de esta fe es Jesucristo Salvador del mundo"

La fe se fortalece en el contacto con Cristo presente en la Eucaristía, en la Palabra, en la oración y en el compromiso con el prójimo, bajo la acción del Espíritu Santo. La comunión íntima con Cristo es nota esencial de la espiritualidad misionera (RMi 88) "Lo que hemos oído, visto y contemplado... se lo anunciamos" (1 Jn 1, 1-14).

 

2- "Hemos creído al amor" sigue proclamando el Apóstol Juan; al amor de Dios que entregó a su Hijo unigénito (Jn 3,16) y el amor de Jesús que "tomó la condición de siervo y' se humilló a sí mismo obedeciendo hasta la muerte de cruz" (Fil 2, 5-8).

El amor es la fuerza de la misión: movido por el amor a Cristo y a los hombres el misionero deja cualquier proyecto humano, vive a menudo lejos de su patria, de su ambiente cultural y social, en lugares o condiciones difíciles. Sin excluir a nadie, prefiere a los humildes y a los pobres y para ellos da vida a obras de promoción humana. Establece con todos relaciones humanas, amistosas y sencillas, haciéndose el "hermano universal" se solidariza con las personas y los grupos humanos, con sus alegrías y dolores, su cultura, su historia y sus costumbres aún diversas de las suyas.

No huye de su lugar en los momentos difíciles y está dispuesto a dar su vida para testimoniar su amor total como hizo Jesús. El martirio ha vuelto a ser de actualidad en estos últimos 20 años. Sólo en los primeros nueve meses de 1998 fueron asesinados 20 misioneros/as en Ruanda, Congo, Angola, Kenia, Yemen, Sudáfrica, Colombia, Haití, Brasil, Guatemala, India. La redención, hoy como ayer, se lleva a cabo por medio de la cruz.

 

3- Prioridad del anuncio. El anuncio es el centro de la misión como aparece claramente en el mandato misionero de Jesús (Mt 28, 18-20).

Objeto del anuncio es: el amor de Dios Padre que se manifestó en Jesús, su doctrina, su muerte y resurrección para la salvación de todos los hombres. Esta es la Buena Noticia.

Este anuncio será válido en la medida que está acompañado por el testimonio del amor y animado por la vivencia de la fe. No debe limitarse a una adhesión superficial sino debe llevar a una conversión auténtica, fruto de la gracia y de una asimilación personal y convencida de los contenidos de la fe.

Para ser fieles a esta tarea, los misioneros de hoy, como los primeros apóstoles, necesitan ser humildes pero al mismo tiempo valientes. Jesús fue y es "signo de contradicción" "escándalo y locura para muchos" (1 Cor 4, 7) "No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído" (Hech. 4,20) sostuvo Pedro unido a Juan frente a los miembros del Sanedrín que querían reducirlos al silencio.

 

4- El coraje de la inculturación. Para que el anuncio de la Buena Noticia tome raíces profundas en los individuos y en la sociedad, debe ser inculturada. Los misioneros más grandes del pasado lograron llegar al núcleo de los valores y al alma de las culturas entre las cuales se encontraban para encarnar en ellas el Evangelio, asumiendo al mismo tiempo lo que había en ellas y renovándolas desde adentro.

Las nuevas Iglesias no pueden ser el trasplante de las comunidades que las están fundando. Cada una debe poder expresarse en las culturas locales con un rostro propio, asumiendo la historia y las experiencias vitales del pueblo en que viven. Sólo la inculturación permite el nacimiento de una Iglesia local.

Tarea no fácil, porque hay que asumir los valores positivos de cada cultura y garantizar al mismo tiempo la integridad del mensaje cristiano. Hay que evitar dos grandes peligros; el integrismo y el sincretismo (RMi 52-54).

 

5-Promoción del diálogo interreligioso. La inculturación será más fácil si es acompañada por un diálogo sincero con las religiones no cristianas que generalmente son el alma de la cultura de cada pueblo y a la vez la condicionan.

Será modelo inspirador también en este sector Pablo quien se hizo judío con los judíos, no sometido a la ley con los que no tenían la ley (1 Cor 9, 20-21).

Siempre hubo misioneros que adoptaron el mismo método, pero fueron una minoría. Una de las características más significativas de la Iglesia a partir del Concilio Vaticano II es una nueva valoración de las religiones no cristianas.

Juan Pablo II hizo suyo con coraje y gran apertura el diálogo interreligioso con numerosas iniciativas y documentos. Para él, el diálogo "forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia". No es una nueva forma de proselitismo, sino un medio para eliminar prejuicios y enemistades y lograr una colaboración entre temas comunes que interesan el porvenir de la humanidad.

El diálogo presupone humildad, disponibilidad, apertura y respeto por el otro, sentido de la propia identidad. Este último elemento es muy importante para no caer en el sincretismo o en un entusiasmo ingenuo que aprueba todo sin examinarlo.

"Las otras religiones constituyen un desafío positivo para la Iglesia de hoy: la estimulan tanto a descubrir y a conocer los signos de la presencia de Cristo y de la acción del Espíritu, como a profundizar la propia identidad" (RMi 56).

 

6- Formación de comunidades cristianas. El cristiano no está llamado a vivir su fe de una manera solo individual sino en comunión con los otros. La misión se desarrolla a partir de pequeñas comunidades de cristianos reunidos para la oración, la lectura de la Escritura, la catequesis. Poco a poco estas comunidades deben llegar a fundar una Iglesia joven particular, pero sin desaparecer. A través de ellas cada cristiano podrá hacer una experiencia comunitaria y sentirse un elemento activo estimulado a ofrecer su colaboración en la tarea de todos. Ellos podrán ser también fuente de nuevos ministerios y un estímulo para superar divisiones y para conservar siempre la Iglesia local abierta a neófitos o cristianos de paso y atenta a las nuevas necesidades.

Las iglesias particulares, y las comunidades que las constituyen, deben tener una especial apertura con los cristianos de otras confesiones y comprometerse en acciones pastorales y sociales conjuntas.

Jesús presentó la comunión entre sus discípulos como un signo para despertar la fe. "Que sean uno en nosotros para que el mundo crea" (Jn 17,21)

Las divisiones entre creyentes que profesan la misma fe en Cristo, que tienen la misma Palabra de Dios, es un escándalo que causa graves daños a la Iglesia. Es una traición a las palabras de Jesús y un obstáculo a la fe. Juan Pablo II nos señala entre los pecados que exigen un mayor compromiso de penitencia y de conversión para el Jubileo "aquellos que han dañado la unidad querida por Dios para su pueblo" (TMA 26).

También hoy no obstante los progresos realizados, existen dificultades y obstáculos para la vivencia de esta misión entre las distintas comunidades de cristianos: falta de diálogo y colaboración, prejuicios, tensiones, cualquier debilitamiento de la misión, repercute negativamente sobre la acción misionera.

 

7- El horizonte de la esperanza. En el desarrollo de la actividad misionera presentado hasta ahora en sus etapas más importantes, no han faltado en el pasado y no faltan hoy obstáculos, indiferencia, hostilidades.

A veces no se ve ningún fruto y parece que todo es inútil. Hay quien siembra entre lágrimas (Salmo 125,5). Jesús recuerda que no siempre el que siembra cosecha (Jn. 4, 37). La fidelidad a Cristo obliga al misionero a adoptar a veces una postura crítica frente a aspectos negativos que nunca faltan y a asumir una actitud profética en la denuncia del mal. Jesús fue crucificado a causa de su testimonio a la verdad.

El misionero debe hacer frente a estas situaciones con la esperanza. Esta virtud no se fundamenta principalmente sobre la capacidad humana, que no debe ser despreciada, sino sobre todo en la fuerza del Espíritu, verdadero protagonista de la misión como claramente demuestra el libro de los Hechos (RMi. 21-30).

Igualmente se basa en la continua presencia de Cristo. "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt. 28, 30).

La persecución es prueba de autenticidad y no debe sorprender. "Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes" (Jn. 15,20). La debilidad humana facilita la acción de Dios.

La esperanza sabe vislumbrar en las tinieblas de la noche la luz del día que está llegando como hizo Juan XXIII. Así Juan Pablo II, más allá de los hechos negativos de nuestro tiempo, presenta elementos a través de los cuales Dios está "preparando" una gran primavera cristiana (RMi 86).

El misionero, como la Iglesia y con la Iglesia peregrina en el mundo, renovando la muerte y la resurrección de Cristo, tiene la mirada fija en la llegada del Reino de Dios, en el final de los tiempos, cuando "Dios será todo en todos" (1 Cor. 15, 28). En los momentos difíciles podrá escuchar siempre la voz de Cristo Resucitado decirle, como a los apóstoles:

"¡Ánimo! Yo he vencido al mundo" (Jn 16,33).

 

V) UNA PREPARACIÓN ESPECÍFICA

Las características reseñadas que definen la esencia y las etapas de la misión ad extra deben ofrecer un modelo y un estímulo para cada cristiano que quiera ser misionero. Cada uno debe adaptarlas a sus capacidades y sobre todo, a las situaciones particulares en que desarrolla su acción.

El ambiente en el cual el misionero ad extra se traslada, tiene marcadas diferencias con el suyo, en el cual nació y se crió: sistemas de pensamiento, cosmovisiones religiosas, estructuras, costumbres, idioma, clima, alimentación. Necesita por eso, además de la preparación espiritual, otra especial de carácter cultural, psicológico, antropológico. Sin ella no podría salir, o su salida no sería útil. Seguramente no podría estar abierto a ninguna forma de inculturación

El misionero ad extra no se puede improvisar, por eso han nacido Institutos y Congregaciones exclusivamente misioneras para preparar y asistir a sacerdotes, religiosos o religiosas.

En los últimos cincuenta años la aparición de sacerdotes y de laicos con dedicación temporaria hizo necesaria la fundación de centros para prepararlos oportunamente. Ellos son bastante numerosos y bien organizados en Europa. No así en América Latina.

Sería sumamente deseable que las Iglesias nacionales tomaran en cuenta este problema para darle una mejor solución.

 

CUESTIONARIO

1. ¿Cuáles son los obstáculos más importantes que impiden un número mayor de vocaciones misioneras?

2. ¿Qué se debería hacer para aumentar el número de los misioneros de varias categorías (toda la vida, temporariamente, casados)?

3. ¿Cuál es la razón por la que Dios necesita de la colaboración humana? (leer Rom. 11,14-17; Mc. 3,13-14)

4. ¿Qué rasgos caracterizan la misión ad gentes?

5. ¿Cuáles son las principales actitudes que deben tener los misioneros ad gentes?

6. ¿Qué preparación específica deberían recibir los misioneros ad gentes?

 

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