SAN FRANCISCO JAVIER |
BIOGRAFIA
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Familia e infancia en el castillo de Javier (1506-1525) El Castillo Situado en altozano rocoso de origen medieval y edificado ante la amenaza de los moros, sirvió también para la defensa de las fronteras con el Reino de Aragón. El castillo era una síntesis de hogar, capilla y fortaleza a la vez, con sus caballerizas, torreones y almenas. Estaba rodeado por un foso y unos muros que guarnecían la defensa. Desde la torre central de San Miguel se divisaba la abadía de Santa María y el cementerio. En 1512, los castellanos conquistan el Reino de Navarra cuando Javier tenía seis años. En 1515 muere su padre. Sus hermanos se alzan en armas, quedando confiscado el castillo y demolidas las almenas y torres por orden del Cardenal Cisneros.
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La familia El padre, Juan de Jaso y Atondo: noble, culto, doctor en derecho, sirvió a los reyes de Navarra y perteneció al Consejo Real. La madre, María de Azpilicueta y Aznárez: procedía del Baztán, heredera del Castillo de Javier y de la torre de Azpilicueta. Murió mientras Javier estudiaba en Francia. Los hermanos: Ana, casada con Diego de Ezpeleta, Señor de Beire. Magdalena, dama de Isabel la Católica. Ingresó religiosa en el convento de las Clarisas de Gandía. Murió en olor de Santidad. Miguel de Javier, mayorazgo del castillo, casado con Isabel Goñi y Peralta, de quienes son sucesores los condes de Javier y Duques de Villahermosa. Juan de Azpilicueta, se casó con Juana de Arbizu y en segundas nupcias con Lucía Aguirre. .Violante, la tía; D. Miguel de Azpilicueta, abad de Javier, quien bautizó al niño en la parroquia de Santa María.
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Estudiante y profesor en la
Universidad de París
(1525-1536)
En 1521, Miguel y Juan, hermanos de Javier, se alzan en favor de Enrique II de Albret, hijo de los últimos reyes de Navarra, y ayudan a los ejércitos franceses que entran en Navarra. Participan en la defensa del castillo de Maya (julio de 1522) y de Fuenterrabía.
En esta plaza se rinden y obtienen el perdón de Carlos V de España, que les devuelve privilegios, derechos y honores (febrero de 1524).
Estudios universitarios: Maestro en Artes (1530)
Francisco no será guerrero como sus hermanos; quiere seguir el camino de su padre y dedicarse a los estudios. En 1525, cuando contaba 19 años, decide ir a la Universidad de París. Ingresa en el colegio de Santa Bárbara y, después de un curso de Humanidades, estudia en la Facultad de Artes o Filosofía durante cuatro años. A principios de 1529 obtiene el título de Bachiller, y en marzo de 1530 supera el examen de licenciatura, obteniendo el título de Maestro en Artes.
Maestro Francisco comienza a trabajar como profesor de filosofía en el colegio Dormans-Beauvais, a la vez que inicia los estudios del doctorado en Teología. En 1531, solicita de los tribunales navarros que reconozcan su condición de noble y le permitan usar los escudos familiares. Javier piensa estudiar una carrera universitaria y religiosa, y sueña con ocupar altos cargos.
Discípulo de Ignacio de Loyola
(1533-1537)
En 1529 conoce a un nuevo compañero de habitación, Ignacio de Loyola, un viejo estudiante español que había sido herido en Pamplona en 1521 y que trata de ganar a Javier para la congregación de clérigos que quiere fundar. Ante las ambiciones de Javier, Ignacio plantea la gran cuestión: “¿De que le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?” (Mt. 16, 26). Francisco se convierte, decide abandonar sus ambiciones y dedicar su vida a Dios (1533).
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Los votos de Montmartre (1534)
Ignacio forma un grupo de discípulos universitarios: el francés Pedro Fabro, Javier, el portugués Simón Rodríguez, y los castellanos Diego Laínez, Nicolás Salmerón y Nicolás Bobadilla. El 15 de agosto de 1534, en la cripta de la capilla de Montmartre, todos hacen votos de vivir en pobreza, castidad, peregrinar a Tierra Santa y, si vuelven de allí, obedecer al Papa en cualquier misión. Al mes siguiente, Javier comienza los Ejercicios Espirituales.
Maestro Francisco recibe la sentencia de nobleza y el nombramiento como canónigo de la Catedral de Pamplona, pero renuncia a sus antiguas ambiciones por las que ya no siente atracción alguna. En noviembre de 1536, Javier y sus compañeros abandonan París con la idea de llegar a Venecia y embarcarse para realizar la peregrinación a Tierra Santa. Atraviesan a pie Francia, Alemania, Suiza y el Tirol en medio de los rigores del invierno, y llegan a Venecia en enero de 1537.
Mientras esperan el inicio del viaje, se reparten por los hospitales; Francisco acude al Hospital de Incurables. En junio se ordena sacerdote en Venecia y, más tarde, se traslada a Bolonia, en donde vive predicando, confesando, enseñando la doctrina, trabajando en los hospitales, entregándose sin descanso a su misión como sacerdote.
La Compañía de Jesús: un nuevo ideal de vida
En 1538, Ignacio y sus discípulos ven imposible el viaje a Tierra Santa y se instalan en Roma. Se dedican a los pobres y reflexionan sobre su futuro. Deciden dar forma a su unión creando la Compañía de Jesús. En estos trámites, Javier actúa como secretario de Ignacio. El 3 de septiembre de 1539, el papa Paulo III da la aprobación verbal al proyecto, aunque la aprobación escrita se retrasará un año (Bula de 27 de septiembre de 1540).
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El estilo de los jesuitas:
El libro de los “Ejercicios Espirituales” como forma de encontrar a Cristo y ponerse a su servicio.
La idea de “Compañía”: un grupo unido, cohesionado por el amor y la obediencia, aunque estén dispersos por todo el mundo.
Hacer todo “A mayor gloria de Dios” (AMDG).
“En todo, amar y servir” Amar y servir a todos. El “mayor servicio” donde más se necesite. Y, sobre todo, el servicio y la obediencia al Papa (cuarto voto).
Indiferencia ignaciana: buscar en todo la voluntad de Dios. Las cosas, por muy valiosas que sean, nunca hay que situarlas por encima de Dios y su voluntad.
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El Papa y el rey de Portugal
le envían a las misiones de Oriente
(1540-1541)
La elección La fama de los jesuitas traspasa las fronteras. El rey de Portugal, Juan III (1521-1557), pide misioneros jesuitas para la India, y el papa Paulo III ordena que vayan dos. Ignacio escoge a Rodríguez y a Bobadilla. Pero este último cae enfermo y, un día antes de partir, Ignacio lo sustituye por Javier. “Hacemos más fruto allí donde la obediencia nos coloca”. Una respuesta inmediata Maestro Francisco está dispuesto a partir inmediatamente. El 14 de marzo de 1540 le comunican la noticia que cambiará su vida: “Ésta es vuestra empresa”. La respuesta de Javier es: “Heme aquí”. Al día siguiente, sale camino de Lisboa; sólo lleva el breviario, algunos escritos y un poco de ropa. Con el embajador portugués atraviesa Italia, Francia y España, sin acercarse a Navarra con el fin de no distraerse en el cumplimiento de su misión. |
En la corte de Lisboa
Javier y Simón Rodríguez logran con rapidez la amistad del rey Juan III, quien ve en ellos a dos sacerdotes excepcionales que se entregan a su misión en la corte y en la ciudad de Lisboa. Juan III desea que se queden en Portugal y funden casas de la Compañía. Pero ellos sólo esperan que llegue la primavera para partir con la flota de la India. Desde la Universidad de Coimbra, Martín de Azpilicueta intenta, también, retener a su sobrino Javier. Sin embargo, la decisión es salomónica: Rodríguez se queda en Portugal y Javier marcha a la India.
Un Viaje largo y penoso para llegar a la India
(1541-1542)
Nuncio papal para todo el Oriente Después de pasar un año en la corte de Portugal, Javier embarca en la flota portuguesa el 7 de abril de 1541, día en que cumple 35 años, rumbo a la India. Ha sido nombrado Nuncio Apostólico en todo el Oriente, ante “todos y cada uno de los Príncipes y Señores de las Islas del Mar Rojo, Pérsico y del Océano, y de las Provincias y Lugares de éste y el otro lado del Ganges y de los de más allá del Cabo llamado de Buena Esperanza y de las otras partes vecinas suyas”.
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Mozambique, Melinde y Socotora
Sufrieron durante cuarenta días las calmas ecuatoriales del golfo de Guinea, rodearon África, doblaron el cabo de Buena Esperanza y llegaron a Mozambique (agosto) en donde permanecieron seis meses. Durante este tiempo, Javier acompañó a los enfermos de los hospitales y a los pobres.
En febrero de 1542 salió para la India. Atracaron en el reino de Melinde (Kenia) y en la isla de Socotora. Allí comenzó Javier su predicación a las comunidades cristianas nativas, que se encontraban anquilosadas y presionadas por los musulmanes.
En mayo de 1542 divisaba las costas de Goa, 13 meses después de salir de Lisboa.
Características de un viaje en barco
Dormían sobre una maroma arrollada, pasando el día y la noche a la intemperie.
Comían galletas, carne y pescado en salazón. Bebían agua y vino. La salazón de los alimentos les creaba hinchazón de las encías, por lo cual muchos no podían comer ni beber, y morían.
Las calmas prolongadas inmovilizaban la nave. El sudor y el calor producían muchas enfermedades.
La sed era el mayor tormento. A causa del calor, el agua se pudría en los aljibes.
Los mareos, las enfermedades contagiosas y el agua contaminada daban altos índices de mortandad.
Las tempestades constantes hacían peligrar las naves, sobre todo en el cabo de Buena Esperanza.
Javier ante las otras religiones
El fuego interior La predicación de la fe fue para Javier el motor de su existencia, hasta el punto de censurar, desde la India, la cómoda posición de los universitarios europeos: “Muchos cristianos se dejan de hacer en estas partes por no haber personas que en tan pías y santas cosas se ocupen. Muchas veces me mueven pensamientos de ir a los Estudios de esas partes, dando voces como hombre que tiene perdido el juicio y, principalmente, a la Universidad de París, diciendo en Sorbona a los que tienen más letras que voluntad para disponerse a fructificar con ellas, cuántas almas dejan de ir a la Gloria y van al Infierno por negligencia de ellos”.
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Brahmanes hindúes; boznos budistas y sintoístas Francisco de Javier se encontró frente a tres grandes grupos religiosos. No entabló apenas relación con los musulmanes, aunque conoció el hinduismo y trató a los brahmanes que lo sustentaban. Las relaciones más profundas surgieron con los bonzos japoneses, budistas o sintoístas; aún cuando no compartían sus ideas y su conducta moral, el diálogo con alguno de ellos fue amplio y profundo: “Con algunos de los más sabios hablé muchas veces, principalmente con uno, a quien todos en estas partes tienen acatamiento, así por sus letras, vida y dignidad que tiene como por la mucha edad, que es de ochenta años, y se llama Ninshitu, que quiere decir, en lengua del Japón, corazón de verdad. Es entre ellos como obispo... Es este Ninshitu tan amigo mío, que es una maravilla...”. |
Misionero en la India
(1542-1545)
Goa, inicio y centro de su predicación Maestro Francisco dedicó los primeros meses de su estancia en la India a la ciudad de Goa, capital de los dominios portugueses de Oriente en donde residían el virrey y el obispo. Javier atendió a los enfermos de los hospitales, practicó la catequesis pública con canciones y recitaciones, concluyó las obras del colegio de Santa Fe...
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Con los paravas de la PesqueríaEn octubre de 1542 extendió su predicación hacia las costas del sur de la India, la tierra de la Pesquería, habitada por los paravas que recogían perlas. La evangelización de estas personas era superficial y respondieron ampliamente a la predicación de Javier: “Es tanta la multitud de los que se convierten a la fe de Cristo en esta tierra por donde ando, que muchas veces me acaece tener cansados los brazos de bautizar...”. Con varios siglos de adelanto, dio protagonismo a los laicos en la Iglesia: en cada poblado formó catequistas, los “canacapolas”, encargados de enseñar la fe, bautizar a los niños, cuidar de la iglesia, etc. Compuso un catecismo, que estuvo en vigor dos siglos. Su amor y su entrega hicieron que los paravas le consideraran un padre.
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En Travancor bautizó en un mes a 10.000 makuas. En enero de 1545 llegó a Ceilán, donde permaneció cinco meses. En viajes rápidos recorrió toda la costa occidental de la India y parte de la oriental, hasta Santo Tomé, donde se hallaba la tumba del apóstol Santo Tomás.
Javier
aprovecha las posesiones y los viajes de los portugueses para expandir su
predicación. El siguiente paso será el Sudeste de Asia, al que dedicará
cuatro años de idas y venidas, alternando con estancias en Goa. Era la
Tierra de las Especias.
De Malaca a Amboino y Cerán La base de sus expediciones fue la ciudad de Malaca, en el temible estrecho de su nombre, llave de las comunicaciones entre el Océano Índico y el archipiélago malayo. Aunque consiguió muchas conversiones, no pudo encauzar la mala vida de numerosos portugueses.
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En febrero de 1546 llegó a la isla de Amboino. En un viaje a la vecina isla de Cerán, tierra de cazadores de cabezas humanas, perdió el crucifijo durante una tormenta marítima. Al desembarcar, un cangrejo salió del mar y se lo devolvió.
En las Islas de las Especias: Ternate y la Isla del Moro Las informaciones de una flota española le hacen dirigirse hacia el norte, en busca de las Islas de las Especias, tierra donde se estaba expandiendo la religión musulmana desde el siglo XV. Pasó casi un año (junio 1546 - abril 1547) en Ternate y la Isla del Moro. Los frutos obtenidos en la primera se alternan con los peligros pasados para recorrer las casi treinta aldeas cristianas de la segunda, rodeadas tanto por musulmanes como por paganos cazadores de cabezas humanas. Si estas islas tuvieran maderas odoríferas y minas de oro, los cristianos tendrían el coraje de acudir y todos los peligros del mundo no les espantarían. Ellos son cobardes y apocados, porque allí no hay más que almas que ganar. Es necesario que la caridad sea más atrevida que la avaricia.
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Un hombre de extrañas tierras: el japonés Anjiro Entre junio y diciembre de 1547 residió en Malaca, repitiendo las actividades apostólicas por toda la ciudad. Allí conoció a un japonés, Yahiro o Anjiro, un samurai que había cometido ciertos crímenes y se había visto obligado a abandonar su país en una nave portuguesa. Anjiro abrió un nuevo mundo a las expectativas de Javier.
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Volvió a Goa donde Anjiro y dos criados suyos estudiaron portugués y se prepararon para servir de intérpretes. Vivió un año a caballo entre la capital y sus visitas a la Pesquería y Cochín, intentando consolidar los esfuerzos de evangelización realizados años atrás.
Japón en el siglo XVI
Oh gentes del Japón, cuitados de vosotros, que adoráis por dioses a las criaturas que Dios hizo para servicio de los hombres. Así veía Anjiro a sus compatriotas después de recibir el bautismo en Goa bajo el nombre de Paulo de Santa Fe.
Un país aislado Japón era una civilización propia, de raíces milenarias, asentada en un inmenso archipiélago y protegida del contacto con el exterior por el mar; se relacionaba preferentemente con China, aunque de forma irregular desde 1523.
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Anarquía feudal Vivía en la anarquía política y militar desde 1467. Existía un emperador, pero su autoridad era nominal ya que delegaba el gobierno efectivo en un shogun, un canciller o valido que, a mediados del siglo XVI, tampoco gobernaba todo el territorio japonés. De hecho, el poder se encontraba fragmentado en manos de los señores feudales, los daimyos. Había más de doscientos, pero tan sólo una veintena era de primer rango. La anarquía feudal debilitaba a Japón y le mantenía en la impotencia, si bien favoreció el comercio exterior y la difusión del cristianismo. Los daimyos del litoral meridional querían comerciar con los portugueses que habían llegado casualmente a Japón en 1543 y aceptaban la presencia de misioneros. Cuando surgían divergencias con un daimyo, otro se apresuraba a sustituirle para beneficiarse de las relaciones comerciales y de las nuevas armas que traían los portugueses.
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Pueblo culto
Era, por otra parte, una civilización culta. Antes de llegar, Javier manifestaba: “Dícenme que es gente muy deseosa de saber”. Las religiones budista y sintoísta disponían de grandes monasterios, donde los bonzos se erigían en maestros religiosos e intelectuales.
Javier en el Japón:
Kagoshima, Yamaguchi, Kioto (1549-1551)
El 15 de abril de 1549, Javier salió de Goa en un barco portugués con el objetivo de llegar a Japón. Le acompañaban el hermano Juan Fernández, Cosme de Torres, Anjiro y sus dos criados, el chino Manuel y Amador el malabar. En Malaca tuvo que recurrir a un junco de un pirata chino para proseguir el viaje. Rodeando las costas de Indochina y China, en medio de tormentas y tifones, huyendo de otros piratas, llegaron a Kagoshima el 15 de agosto de 1549.
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Los inicios en Kagoshima
Después de obtener el permiso del daimyo de Satsuma, permanecieron un año en la región de Kagoshima. Afrontaban una situación diferente. Se trataba de un pueblo intelectual y moralmente superior a los que antes había conocido Javier: “Son los japoneses más sujetos a la razón de lo que nunca jamás vi en gente infiel; tan deseosos de saber que nunca acaban de preguntar y de hablar a los otros las cosas que respondíamos a sus preguntas”.
De la predicación pública al diálogo personal Comenzó a predicar en la calle, pero, más tarde, prefirió el trato personal, en los domicilios, mediante conversaciones y disputas en las que aprendía a apreciar la profundidad del alma japonesa. Algún milagro o gesto heroico le abren las puertas, pero las conversiones son fruto de la argumentación y la discusión, y se producen por convicción: “Al fin de la explicación siempre había disputas que duraban mucho. Continuamente estábamos ocupados en responder a las preguntas... perseveraban muchos días en estas preguntas y disputas; y después de pasados muchos días, se comenzaron a hacer cristianos, y los primeros que se hicieron fueron aquéllos que se nos habían mostrado más enemigos, así en explicaciones como en disputas”.
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Después de un año de predicación, decidió obtener el permiso del emperador para predicar por todo el país. A través de Hirado, Yamaguchi y Sakay, en medio del invierno y sorteando peligros, llegó a Miyako (actual Kyoto), donde residían el emperador y el shogun. La desilusión fue grande: la ciudad estaba arruinada por la guerra y no consiguió que le recibieran.
Volvió a Yamaguchi y logró el permiso del daimyo local para predicar. En nueve meses (enero-septiembre 1551) se convirtieron medio millar de cristianos y formó una comunidad fervorosa. Permaneció tres meses en las tierras del señor de Bungo, desde donde volvió a Goa en una nave portuguesa (noviembre 1551-enero 1552).
Muere en Sancián, ante China, (1552) y es enterrado en Goa
Provincial de los jesuitas en Oriente San Ignacio había creado la provincia jesuítica de Oriente, desgajándola de la provincia de Portugal y nombrando provincial al Maestro Francisco de Javier. Después de reorganizar el colegio de Goa y solucionar las cuestiones de gobierno, Javier se lanzó de nuevo al mar (17 de abril de 1552).
China como llave del Japón Conservaba el firme propósito de convertir a China, para que, así, la fe triunfara en Japón: “...espero ir a la China por el grande servicio de Dios nuestro que se puede seguir, así en la China como en Japón; porque sabiendo los japoneses que la ley de Dios reciben los chinos, han de perder más presto la fe que tienen a sus sectas. Grande esperanza tengo que así los chinos como los japones, por la Compañía del nombre de Jesús han de salir de sus idolatrías y adorar a Dios y a Jesucristo, salvador de todas las gentes”. |
Una embajada fracasada Quiso organizar una embajada oficial en nombre del rey de Portugal, único camino para que una nave portuguesa pudiera entrar en un puerto chino. Pero en Malaca, el capitán Álvaro de Ataide prohibió la embajada y le obligó a continuar viaje de forma particular.
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Abandonado ante las puertas cerradas de China
En septiembre de 1552 llegó a Sancián, una isla cercana a Cantón en la que se instalaban los comerciantes portugueses para hacer tratos con los chinos. Temerosos de las represalias y la cárcel, ningún portugués se arriesgaba a llevar a Javier hasta el continente. Esperando a un barco chino que nunca llegó, y abandonado por casi todos, excepto Antonio de Santa Fe y Cristóbal, Javier enfermó el 21 de noviembre.
Muerte en Sancián
Al amanecer del 3 de diciembre de 1552 moría en una choza de la playa de Sancián, ante la costa de China.
Sepultura en Goa
Posteriormente llevaron su cuerpo incorrupto a Malaca (1553) y finalmente a Goa (1554), en donde hoy reposa.
Javier, patrono de Navarra y de las Misiones
El impacto de unas cartas que recorren Europa
Durante su vida, las cartas de Javier se expandían como un reguero de pólvora por Europa. Desde el papa Paulo III y los cardenales de la curia romana hasta los simples ciudadanos portugueses que las escuchaban en sus iglesias, pasando por sus compañeros de la Compañía de Jesús, los universitarios de París, etc. En España, “las cartas de Javier corrían por Madrid, Toledo, Valladolid, Alcalá, Calahorra, Pamplona, Roncesvalles, Cartagena, Perpiñán, Sevilla... Don Juan III de Portugal las remitía a los Monarcas de España...”.
Su fama de santidad en todo el Oriente hizo que los primeros procesos se iniciaran en 1556. Después de numerosas peticiones, llegadas desde el Japón, la India, Portugal y España, en 1610 se abrió el proceso de beatificación. El 25 de octubre de 1619, el papa Paulo V lo declaró beato.
El 12 de marzo de 1622, el papa Gregorio XV lo proclamó santo, juntamente con San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, San Isidro Labrador y San Felipe Neri.
Navarra lo eligió patrono en 1621, título que compartió con San Fermín desde 1657. En 1985, el Parlamento de Navarra lo calificó de “ejemplo señero de inquietud humana e intelectual, de talante entregado y aventurero, del hombre que no desdeñó dificultades ni esfuerzos para recorrer las zonas más alejadas de la tierra. San Francisco Javier es el prototipo de navarro universal abierto a las culturas y a los pueblos del mundo entero, recordado y admirado todavía hoy, por comunidades de gran número de países en todos los continentes”.
Patrono de las Misiones y hombre de proyección universal
Lo mismo hicieron Goa, Cochín y Macao, en Asia, así como Nápoles, Turín y Parma en Italia. La devoción a su persona se vio incrementada desde 1633 con la celebración de la Novena de la Gracia.
En 1748, el Papa lo nombra patrono de Oriente. En 1927, Pío XI lo proclamaba patrono de todas las misiones católicas.
Hoy, parroquias, colegios, universidades, centros de todo tipo llevan su nombre en los cinco continentes.
Modelo y patrono de los misioneros
Vive la llamada, la elección y el envío como un don de Dios
Su centro son las palabras del Señor:
Id al mundo entero y
haced discípulos, predicad el evangelio,
y bautizad en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, y sabed que Yo estoy con vosotros
todos los días hasta el fin del mundo.
La obediencia a su Obispo y al Papa guía su vida
Siente especial devoción por la Trinidad, la Eucaristía, la Virgen y el crucifijo
Se identifica con la misión de la Compañía de Jesús
Muestra su preferencia por el cuidado de los enfermos y encarcelados
Crea y organiza nuevas comunidades eclesiales
Elige buenos colaboradores
Funda un seminario indígena en Goa
Dialoga con otras religiones. Redacta pequeñas oraciones y catecismos
Características espirituales
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Los viajes de San Francisco Javier |
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