Programa "Iglesias Hermanas"

 

Experiencia entre la Iglesia Argentina y la Diócesis de Xai Xai (Mozambique, Africa) 

 

¿Qué es?

 

Es un proyecto elaborado por el Departamento de Misiones del CELAM en la década del ’80, para llevar a la práctica el propósito de comunión entre las Iglesias. El Programa Iglesias Hermanas implica la acción mediante la cual dos Iglesias a nivel local, nacional o continental, se comprometen en una aportación misionera recíproca mediante la participación de recursos pastorales, viviendo en esta forma la comunión y participación y experimentando un nuevo modo de ser Iglesia.

 

Fundamentos

 

Este tipo de ayuda misionera se fundamenta en la condición de la universalidad de la misión. Ninguna Iglesia puede creer que tiene verdadera comprensión de su universalidad si se encierra en sí misma sin pensar en su obligación de hacer nacer otras Iglesias, y prestar ayuda a las más necesitadas.

 

La Santa Sede, por medio del documento “Postquam Apostoli” de la Sagrada Congregación para el clero, analiza el problema de la escasez de agentes de pastoral y como solución señala normas para una adecuada distribución de los sacerdotes. Los obispos latinoamericanos en Puebla, lanzan como propuesta misionera audaz, la consigna de “dar desde la pobreza”, haciendo que América Latina pase de ser únicamente misionada  a ser también misionera.

 

Motivación

 

El Programa Iglesias Hermanas no puede ser una iniciativa asumida a nivel de cúpula entre los obispos. Desde el primer momento, todo el Pueblo de Dios, especialmente el presgítero, debe estar comprometido en él a través de una vasta y bien fundamentada mentalización en teología misionera y pastoral.

 

En todos los casos, un programa Iglesias Hermanas debe ser planteado en conjunto entre las dos Iglesias comprometidas en él. Por lo tanto, no debe ser fruto del entusiasmo o improvisaciones, sino de una madura reflexión.

 

Criterios de selección de las Iglesias Hermanas

 

Deben ser conocidas las necesidades pastorales y sociales de la región en que se sitúa la Iglesia Hermana.

 

El objetivo prioritario al emprender el programa debe ser de ayudar a determinada Iglesia a alcanzar su autonomía, en recursos humanos y materiales.

 

Otro objetivo especial, puede ser el de acompañar corrientes migratorias, especialmente cuando ellas provienen del territorio de la Iglesia que quiere asumir el envío.

 

El tiempo de duración de estos programas debe ser fijado previamente para no eternizar una dependencia que sería perjudicial. Esto implica estipular convenios escritos, bien definidos.

 

Tratándose de una empresa de fe, es claro que la primera ayuda que debe convenirse debe ser de la oración recíproca entre las dos comunidades eclesiales. En la liturgia dominical y en las demás celebraciones se debe pedir a Dios que asista y fortalezca las relaciones entre las dos Iglesias.

 

La segunda ayuda debe ser el envío de agentes de pastoral (sacerdotes, religiosos y seglares) aptos y bien preparados.

 

Para que la Iglesia de destino pueda alcanzar su autonomía debe recibir de la Iglesia Hermana ideas y asistencia en el planteamiento pastoral y en la organización del pueblo para resolver sus problemas concretos.  Entre ellos debe ser prioritaria la formación de agentes de pastoral y especialmente clero.

También la ayuda financiera debe tener objetivos claros como el apoyo a programas de promoción humana, manutención de los misioneros y la formación de los seminaristas.

 

Condiciones

 

El reclutamiento y selección de los misioneros que deben actuar en el programa Iglesias Hermanas constituye preocupación importantísima de la cual depende en gran parte el éxito o fracaso de las iniciativas.

 

Quien se candidatea para misionero en una Iglesia Hermana debe:

 

 

Frutos del Programa

 

Hoy la actividad misionera no puede ser flujo unidireccional de una Iglesia madre que da y una Iglesia hija que recibe.  Por eso hablamos más bien de "Iglesia de origen" e "Iglesia de destino" de los misioneros. Ambas se enriquecen de alguna manera.  Nótese siempre un espíritu nuevo y una manera de ser Iglesia.

 

He aquí algunos de los frutos esperados:

 

a.- Frutos que se esperan para la Iglesia de destino:

 

 

 

b.- Beneficios para la Iglesia de origen

 

 

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