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ENCLAT I 1º Encuentro Latinoamericano de Jóvenes Misioneros 17 al 22 de Noviembre de 1997 - Chile |
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CONCLUSIONES
Para “ofrecer a los jóvenes del continente agrupados por las OMP en diversos movimientos, una instancia para profundizar en la responsabilidad misionera universal de sus iglesias locales a fin de que la descubran y asuman como propia”, se realizó el ENCLAT I (Encuentro Latinoamericano de jóvenes Sin Fronteras), en Arica – Chile del 17 al 22 de noviembre de 1997; donde participaron 120 jóvenes de 15 países. Aquí se reflexionó y profundizó en cuatro áreas.
1.- Animación Misionera
2.- Formación Misionera
3.- Cooperación Misionera
4.- Organización Misionera
Donde, después de las orientaciones recibidas antes y durante el Encuentro y de la reflexión comunitaria llegaron a las siguientes conclusiones:
ANIMACIÓN.- creemos que el Espíritu Santo protagonista de la misión nos ha reservado un lugar propio en el quehacer misionero en esta hora de la historia en que despedimos un siglo y asumimos nuestro rol fundamental del III Milenio.
Ante los grandes desafíos que se le presentan hoy a la evangelización, queremos como jóvenes aportar nuestra solidaridad, nuestra capacidad de soñar en un mundo mejor, nuestras ganas de vivir para despertar entre nosotros mismos y en general entre todos los bautizados el interés por compartir la buena noticia de Jesucristo muerto y resucitado con esa inmensa multitud de hombres y mujeres que no lo conocen en este cometido queremos utilizar todas las herramientas que la sociedad ponga a nuestro alcance, particularmente los medios de comunicación social.
FORMACIÓN.- descubrimos que las características del proceso misionero exige al evangelizador una formación no solo adecuada sino permanente, por lo tanto nos comprometemos a iniciar y continuar un CAMINO DE FORMACION ininterrumpido, en el que la Palabra de Dios sea su centro y norte.
Del mismo modo queremos conocer y hacer nuestro, el pensamiento y la enseñanza de la Iglesia manifestada en sus documentos y orientaciones. Confiamos en que este recorrido nos llene paulatinamente hacer propio el estilo de vida con que vivió Jesús, el misionero del Padre.
COOPERACIÓN.- el llamado a consagrar la vida a tiempo completo o parcial al servicio de la Misión, es un privilegio que el Señor hace a quien él elige sin embargo creemos que los caminos propuestos por la Iglesia para que todos sus hijos asuman su responsabilidad misionera mantienen su vigencia. Es por eso que nos comprometemos a hacer de la oración el instrumento primero e irremplazable en el servicio misionero. Creemos también en el valor del dolor o sacrificio, el que queremos asumir en unión a la Cruz Redentora del Señor.
Reconocemos que la contribución económica al sostenimiento de la Iglesia Misionera es un deber de todos. En la medida de nuestras posibilidades y a costa de algunas privaciones queremos vivir la alegría de compartir lo que tenemos. A la ayuda material queremos sumar el don precioso de nuestra juventud enviando e intercambiando desde nuestra pobreza, jóvenes misioneros y misioneros laicos y consagrados con otras Iglesias de América y del mundo.
ORGANIZACIÓN.- el ir descubriendo que como Jóvenes misioneros latinoamericanos tenemos una vocación en común, nos ha hecho sentir la necesidad de contar con una forma de organización que nos permita no defraudar la esperanza que tantos ponen en nosotros. Como fruto temprano de este encuentro hemos creado una instancia de Coordinación Continental, a la que invitamos a incorporarse particularmente a los países ausentes.
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