OBRA PONTIFICIA DE |
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La Obra de San Pedro Apóstol (OSPA) es una Obra Misional Pontificia que busca sensibilizar a todo el Pueblo de Dios sobre la importancia del Clero Local en los territorios de Misión, e invitarlo a colaborar espiritual y materialmente en la formación de los candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada en las Iglesias Misioneras. (Cooperatio Misionalis) |
Finalidades
La Obra San Pedro Apóstol tiene como finalidades principales:
Un poco de Historia…
Fundada en 1889 en la ciudad de Caen (Francia) por la intuición y el coraje de dos mujeres: Estefanía y Juana Bigard (madre e hija). Comprometidas con las necesidades de las misiones, venden todos sus bienes y cimentan las bases de lo que luego será la Obra de San Pedro Apóstol (OSPA).
En 1894 Juana imprimió el primer prospecto de la "Obra Apostólica para las Misiones". A partir de entonces, la Obra se extiende por toda Europa y los demás continentes.
Pero el Señor no sólo le pidió este apostolado, sino también su propia vida, siendo así que su salud comienza a deteriorarse cada vez más. Pero ella consagra su dolor a Dios: su preocupación por sus "hijos espirituales" (46 sacerdotes y 70 seminaristas) la lleva a entregarse por completo: "Dios mío, caro me hacéis pagar el honor de ser la madre adoptiva de vuestros sacerdotes. Pero es una debilidad lamentarse delante del crucifijo".
En 1922, Pio XI la eleva a la categoría de "Pontificia". En 1927 fue ordenado el primer obispo japonés, Mons. Genaro Hayasaka, quien de seminarista, fue el beneficiado con la última beca perpetua fundada por su "madre" antes de morir.
Su aporte es fundamental
Para tener una idea de la importancia de la OSPA, en 1998 recogió y distribuyó las siguientes contribuciones:
Continente |
Aportado |
Recibido |
Africa |
U$ 135.179,43 |
U$ 21.082.662,35 |
América |
U$ 4.139.330,18 |
U$ 1.988.920,00 |
Asia |
U$ 723.326,83 |
U$ 10.749.446,26 |
Europa |
U$ 20.368.036,90 |
U$ 353.280,00 |
Oceanía |
U$ 319.310,41 |
U$ 590.950,00 |
En la actualidad, constatamos con alegría, el florecimiento de vocaciones nativas, pero así mismo, es más urgente solidarizarnos con las necesidades de las mismas. Hoy como ayer, estamos llamados a colaborar espiritual (a través de la oración y sacrificio) y materialmente (según nuestras posibilidades) para que ninguna vocación sacerdotal o consagrada se pierda por falta de recursos económicos.
"Cien años después de su fundación (1889), la Obra de San Pedro Apóstol está lejos de haber acabado su misión… El crecimiento del clero autóctono podría detenerse a causa de la insuficiencia de los recursos disponibles. Según el testimonio de numerosos obispos de los países de misión, más de una diócesis hoy día correría el peligro de ver reducida su esperanza de contar con un clero autóctono, si no gozara de la ayuda aportada por la OSPA. No cerremos nuestro corazón: ¿lo que hemos recibido de su bondad, démoslo también nosotros con alegría! ¡Que la bendición de Dios sea la recompensa para todos aquellos que se asocian a la Obra de San Pedro Apóstol y para todos aquellos cuya vocación favorece!" (Juan Pablo II, Carta Apostólica en ocasión del centenario de la OSPA, 1/10/1989)