PAULINA JARICOT
FUNDADORA DE LA OBRA DE LA PROPAGACION DE LA FE

Su Espiritualidad

Paulina percibió muy rápidamente que la miseria más grande era la espiritual. No teme asociar estas obras con una acción de evangelización. En el taller de fábrica de flores artificiales que había creado para dar  trabajo a los más desprovistos, hacía lecturas piadosas para hacer conocer  y amar a Jesús. Asistía para hablar a las obreras de la fábrica de su cuñado, en Saint-Vallier, para invitarlas  a llevar una vida recta  y digna.

Paulina no se deja cegar por sus éxtasis místicos. Clama su desconcierto por  ver a los hombres, los presos de sus sentimientos, de su orgullo, su gusto por las riquezas y de los honores... Manifiesta su indignación ante la tibieza de los cristianos, del poco cuidado que conceden a sus iglesias y a los tabernáculos. Más aún, esta joven laica se atreve a reclamarle al clero su parte de responsabilidad en esta situación. Conservando su respeto a los sacerdotes y el sacerdocio, tan precioso para los cristianos, no teme fustigar a los que son tibios y negligentes.

Imagen de la Virgen "Reina de las Misiones" en la fachada de la casa de Paulina

Los invita a acercarse y para reclinarse ante el tabernáculo. Desconfía de misiones grandiosas y ceremonias fastuosas, en pos de  la Restauración, que parecen devolver los corazones a Dios pero que sólo logran agradar los sentidos y no producen frutos duraderos. Paulina a menudo vuelve sobre esta inquietud e incita a los sacerdotes a no dejar enfriar su corazón.

El sufrimiento no está ausente de la espiritualidad de Pauline. Sufrimiento deseado, para participar sufrimientos del Cristo. Sufrimiento en la oración cuando el Señor guarda un silencio que la  abruma y " aflige de dolor ". Sufrimiento de la maldad y los celos de los hombres de su tiempo, que no la comprendieron y muchas veces la rechazaron.

La oración y la meditación de Paulina alimentaban una actividad intensa. Dedicaba una buena partede sus días a visitar a los enfermos, los indigentes, los presos en los que veía el Cristo. La miseria era grande en esta Francia que comenzaba a industrializarse y urbanizarse, en la ciudad de Lyon donde los tejedores de seda tenían condiciones miserables de vida.

Esta página pertenece a:

Información Importante

Tu Grupo o Comunidad, Diócesis o Congregación también puede tener aquí su página. Hacé click aquí para saber cómo