HISTORIA DE LA ACTIVIDAD MISIONERA EN SALTA |
Primera Mitad del Siglo XX: las Misiones Parroquiales
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En el año 1883, habían entrado al país los padres de la Congregación del Santísimo Redentor (en adelante: Redentoristas). Ya desde 1885, misionaban en las inmediaciones de Salta, provenientes de su casa en Tucumán. Cabe destacar que en 1897 se crea la Diócesis de Tucumán, separándose de la de Salta los territorios de las actuales provincias de Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca.
En 1891,
monseñor Padilla y Bárcena, solicitaba por nota al padre general de los
redentoristas que estableciese una casa de su congregación en Salta, cuyas “misiones
que en esta diócesis han dado, siempre han sido con excelentes resultados”
[1].
A fines de 1892, los padres Redentoristas llegan a Salta y se establecen provisoriamente en el convento de la Merced, hasta que pudieron construir su templo propio.
Desde su llegada, desplegaron una prolífica acción misionera. Antes de finalizar el siglo XIX, según puede constatarse en las Crónicas del convento de San Alfonso, misionaron en una gran cantidad de pueblos y parajes, comenzando por la ciudad de Salta, siguiendo por los valles Calchaquíes, Jujuy, Catamarca y hasta Santiago del Estero. Su estilo de misión fue siempre el de las Misiones Populares. A diferencia de los anteriores jesuitas y franciscanos, no fundaban nuevas poblaciones, sino que desempeñaban su labor misionera en pueblos ya establecidos.
Durante la primera mitad del siglo XX, la actividad misional en Salta se desarrollará mediante las “Misiones Parroquiales”. Las poblaciones ya están establecidas (o las van estableciendo las necesidades tales como ingenios, centros petroleros, etc.) y están asignadas a la jurisdicción eclesiástica de alguna parroquia. Sin embargo, las parroquias son muy extensas y muchas de ellas ni siquiera tienen un cura párroco, por lo que se torna imprescindible la realización de estas misiones parroquiales de manera periódica. A fines de 1947, el Vicario General de la Arquidiócesis, Pbro. Carlos M Cortés, dirige la siguiente circular a las Parroquias “recordándoles que el canon 1349 manda a los Párrocos procurar misiones a los fieles confiados a su cuidado pastoral, por lo menos cada diez años, y que en esta Arquidiócesis se ha seguido hasta ahora la laudable costumbre de hacerlas predicar cada cinco o siete años generalmente”. Cabe aclarar que el canon citado, hace referencia al Código de Derecho Canónico de 1917. Incluso amonesta a los párrocos indicándoles el carácter extraordinario que deben tener estas misiones, corrigiendo la tendencia ambigua de dar el nombre de “misión” a actividades que no corresponden a esta naturaleza: “No siendo admisible que esta obligación de las misiones se cumplan en las residencias parroquiales y poblaciones principales con sólo Novenas predicadas o giras periódicas parroquiales, aún cuando a estas últimas se les diera indebidamente el nombre de Misiones”. Ordena asimismo “que se de cumplimiento a lo establecido por el ya citado canon 1349 y se haga lo posible para conformarse con la mencionada costumbre de no esperar los diez años” (art.1º). Concluye la comunicación indicando en su artículo 2º: “Que los Sres. párrocos y curas ecónomos soliciten oportunamente la misión a la Comunidad de Misioneros que pueda darla” (art.2º).[2]
Esta tradición de las misiones parroquiales, evidentemente había sido respetada desde comienzos de siglo (sino fines del XIX), siendo una constante preocupación de los obispos de Salta el hacerla respetar. Siendo obispo José Gregorio Romero, emite un Edicto de Visita Pastoral, en el que se indica un “interrogatorio para la visita canónica de las Parroquias”. En la sección VI “Predicación y Catecismo”, figura la pregunta: “Si se predican misiones en esa Parroquia cada tres años. Cuándo tuvo lugar la última en el pueblo, por qué misioneros, y cuál fue el total de comuniones, confirmaciones y matrimonios ”.[3]
Según
vemos aquí, el carácter de estas misiones era eminentemente sacramental.
En los informes de cada misión, como así también en los informes
pastorales de la diócesis, publicados después en las secciones oficiales de la
Revista Arquidiocesana de Buenos Aires, se resume los frutos de las misiones en
la cantidad de bautismos, comuniones, confesiones, confirmaciones, matrimonios.[4]
Es en este tipo de misión donde desempeñaron un rol predominante los Padres Redentoristas, quienes realizaron innumerables misiones en todo el territorio de la diócesis, en respuesta a las solicitudes de los párrocos, y en cumplimiento de esta “obligación de las misiones”. Si bien los Padres Redentoristas fueron a lo largo de la primera mitad del siglo XX los agentes por excelencia de este tipo de misiones, encontramos también referencias de una fuerte actuación de los frailes Franciscanos.[5] y, en menor medida de los Padres del Corazón de María de Tucumán[6], los Padres Lateranenses[7], Misioneros del Verbo Divino[8], Misioneros de la Sagrada Familia[9], como así también muchos párrocos pertenecientes al clero secular que predicaban las misiones en sus propias jurisdicciones[10].
Una idea del estilo de estas misiones, nos lo da un informe de una misión anual, realizada por el cura párroco de la Parroquia Nuestra Señora de la Candelaria, en 1933: “Los puntos visitados son La Quesera, El Chamical y La Troja, deteniéndose en cada uno de ellos varios días en los que recorrió todos los ranchos uno por uno a lomo de caballo. Las distribuciones de la misión eran en la siguiente forma: Por las mañanas a las 9, misa con plática doctrinal, a las 16, catecismo para los niños y a las 18 horas el rezo del santo Rosario, cánticos, plática moral y sermón de misión. El resultado de la misión ha sido el siguiente: 520 comuniones y cinco matrimonios”.[11]
La costumbre de la realización de este tipo de misiones parece haberse mantenido hasta los tiempos del Concilio Vaticano II, según puede deducirse de la nutrida actividad misionera de los padres Redentoristas. Ya en la década del ’70 se sigue observando la actividad de los Padres Redentoristas, pero no ya con el carácter de masividad con que se había desarrollado en las décadas anteriores. Lamentablemente, con el tiempo, este tipo de actividad misional fue declinando. Tanto es así que en el nuevo Código de Derecho Canónico de 1983, se reemplazó el artículo que mandaba la realización de misiones parroquiales por lo menos cada diez años, por el siguiente: “En ciertas épocas, según las prescripciones del Obispo diocesano, organicen los párrocos aquellas formas de predicación denominadas ejercicios espirituales y misiones sagradas, u otras adaptadas a las necesidades.” (canon 770)
Cabe destacar que el 20 de setiembre de 1934, Pío XI eleva a la diócesis de Salta a la categoría de Arquidiócesis, separándose en este momento de su jurisdicción el territorio de la provincia de Jujuy, creada como Diócesis. En 1961, se separan de jurisdicción la Arquidiócesis de Salta los departamentos de General José de San Martín, Orán, Rivadavia, y parte de los departamentos de Iruya (Municipio Isla de Cañas) y Santa Victoria (Municipio Los Toldos), que pasan a constituir la Diócesis de Orán. Y en 1969 se separan de la jurisdicción de la Arquidiócesis de Salta los departamentos de Cafayate, Molinos y San Carlos que pasan a constituir la Prelatura de Cafayate, y los departamentos de Iruya y Santa Victoria, que pasan a conformar la Prelatura de Humahuaca. Desde entonces la jurisdicción de la Arquidiócesis de Salta comprende la provincia de Salta menos los departamentos de Cafayate, Iruya, Molinos, Orán, Rivadavia, San Carlos, San Martín y Santa Victoria, más el departamento de Susques de la provincia de Jujuy.
[1] Cayetano Bruno, op.cit., Tomo XII, página 267
[2] Boletín Oficial de la Arquidiócesis de Salta, Enero-Febero de 1948
[3] Revista Eclesiástica del Arzobispado de Buenos Aires, Julio de 1915
[4]
Al respecto consultar informes anuales de la Diócesis de Salta en la Revista
Eclesiástica del Arzobispado de Buenos Aires,
Abril 1916, Mayo 1916, Febrero 1917
[5]
Aparecen menciones de su actuación misionera en la Revista Diocesana de
Salta, Noviembre de 1933, y en los Boletines Oficiales de la Arquidiócesis
de Salta de Abril de 1946, Julio de 1946, Octubre de 1946 y Mayo de
1947.
[6]
Aparecen menciones de su actuación misionera en la Revista Diocesana de
Salta, Setiembre de 1933, Octubre de 1933,
Setiembre de 1947
[7] Aparecen menciones de su actuación misionera en el Boletín Oficial de la Arq. de Salta de Noviembre de 1946
[8] Aparecen menciones de su actuación misionera en el Boletín Oficial de la Arq. de Salta de Febrero de 1946
[9] Aparecen menciones de su actuación misionera en el Boletín Oficial de la Arq. de Salta de Junio de 1947
[10] Se menciona la labor misionera de sacerdotes del clero en la Revista Diocesana de Salta de Noviembre de 1933 y en el Boletín Oficial de la Arq. Salta de Febrero de 1947.
[11] Citado en la Revista Diocesana de Salta de Noviembre de 1933