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Durante los Co.M.Sa's anteriores, en especial en
el primero, el MATE ha sido un símbolo cargado de significado para los
misioneros que participamos.
El
mate es para la vida de nuestro pueblo, un sígno de fraternidad. Para
prepararlo y compartirlo, no se necesita ser de una determinada clse
social, tener un cierto apellido, o tal color de piel, sino un corazón
abierto y generoso. Podemos encontrarlo en tantos lugares donde se
celebre la vida... |
También para nuestra reflexión misionera, el
mate puede ayudarnos:
Nuestra Comunidad
Misionera es como la pava: ella tiene la
capacidad de acogida. Está siempre abierta a la novedad del Dios y de la vida
que se hace Palabra en la historia.
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La Palabra de Dios es como el agua: ella es
recibida con el corazón abierto por la Comunidad, que la calienta con el
fuego de los dones personales de cada uno de sus integrantes, puestos en común, dones que estamos invitados a
entregar para que arda con fuerza en el leño de la Vida.
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La yerba es la
realidad, es decir, la vida de
la gente a la que le entregamos el agua clara de la Palabra que anima el
caminar esperanzado de nuestro pueblo.
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El mate es
nuestra tarea misionera. En él se mezclan la Palabra y la realidad, acompañadas muchas
veces por el azúcar que representa la alegría de compartir Fe y Vida.
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Creemos
entonces, que nuestra tarea misionera es como preparar y cebar un buen
mate, que en su preparación necesita fundamentalmente de la yerba
(realidad de nuestro pueblo), del agua clara (la Palabra de Dios),
calentada en la pava (nuestra Comunidad), con el fuego que cada miembro
hace crecer con sus dones personales. |
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La
pava-comunidad misionera debe ser la primera en recibir el agua-Palabra y
dejarse llenar por ella. Si no se ha llenado de la Palabra, no podrá hacer
ninguna tarea evangelizadora porque no tendrá qué entregar.
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Por otra
parte, la pava-comunidad no puede servir el agua-Palabra en frío. Debe
primero "calentarla" en su interior, hacerla Vida en su vida y
recién entonces podrá darla a los demás.
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Para cebar
un buen mate (realizar nuestra tarea evangelizadora), debemos conocer bien
qué yerba vamos a utilizar (conocer bien la realidad de la comunidad a la
que vamos a evangelizar). No es cuestión de simplemente colocar la yerba en
el mate y echarle el agua encima. Cada tipo de yerba necesita una
preparación previa, echarle el agua de una determinada manera, colocarle
azúcar o algún yuyito... De la misma manera, el misionero debe
conocer primero muy bien a los destinatarios de su labor evangelizadora, su
realidad, su situación, sus inquietudes y necesidades, etc, para que la
evangelización pueda ser efectiva.
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Recién
entonces se puede comenzar a cebar el mate. Así como el agua impregna la
yerba, transformándola, cambiando su consistencia y tomando el sabor de la
yerba, así la Palabra se encarna en la realidad de los evangelizados,
transformándola desde adentro, y enriqueciéndose a su vez con los
elementos propios de la cultura.
El
mate, resultado de este proceso evangelizador, es una realidad renovada y
sabrosa, donde la yerba y el agua ya no son las mismas, sino que ambas se
han transformado y enriquecido mutuamente y está listo para ser
saboreado... |
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