Jesús es el modelo por excelencia que
todo cristiano debe seguir. El es el Misionero del Padre, que ha sido
enviado para anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios (EN 6).
Jesús, Evangelio de Dios, es el primero y más grande evangelizador (EN
7).
Ser cristianos significa imitar a Cristo, pues su persona, su
vida, y sus palabras, son para todos un estímulo y un modelo. Encarnamos su
amor, su obediencia, su servicio, su vida de oración, para revelar el amor
del Padre a todos los hombres. Es “el modelo” por excelencia para que todos
lleguen a ser buenos misioneros.
María: la Primera
Misionera
Ella, que es la madre de Jesús, y también nuestra madre, es
el modelo a imitar en su actitud de escucha, meditación y vivencia de la
Palabra de Dios. Nos enseña también a aceptar la voluntad del Señor, a ser
humildes, sencillos y dispuestos a servir a los demás. En la mañana de
Pentecostés, ella presidió con su oración el comienzo de la evangelización
bajo el influjo del Espíritu Santo. Sea ella la estrella de la
evangelización siempre renovada que la Iglesia, dócil al mandato del Señor,
debe promover y realizar, sobre todo en estos momentos difíciles y llenos de
esperanza. Los misioneros honramos a María con el título de "María,
Reina de las Misiones"
Pablo: el gran
Misionero
San Pablo tiene conciencia de haber sido elegido por Dios
para consagrarse enteramente al anuncio del Evangelio. Polemizando con los
corintios llegará a decirles: «no me envió Cristo a bautizar, sino a
predicar el Evangelio» (1 Cor. 1,17). Sabe que su misión consiste en
evangelizar, en anunciar a Cristo, poniendo así el fundamento sobre el cual
otros continúen construyendo (1 Cor. 3,10). Pablo es un gran modelo de
misionero, no sólo por su prolífica acción misionera, sino también por su
profunda espiritualidad misionera que se expresa en su celo apostólico, su
clara conciencia de ser un instrumento de Cristo (Cfr 1Cor 3,5-9), su
identificación con Cristo al punto de que “ya no es él quien vive, sino que
es Cristo quien vive en El” (Gal 2,20).
b.- PATRONOS
San Francisco Javier
San
Francisco Javier (sacerdote jesuita del siglo XVI) fue el gran
apóstol de los tiempos modernos, como San Pablo lo fue de los
antiguos. Fue el gran conquistador de Oriente, que iba abriendo
camino a un ejército de misioneros. Fue el gran apóstol de la India,
Oceanía, Japón y China en sus viajes como misionero y fue un
visionario en su tiempo, sobre todo con respecto a la inculturación
del Evangelio en las culturas orientales.
Por
todo esto, el papa Gregorio XV lo canonizó, y en 1904 Pío X, lo
nombró Patrono Universal de las Misiones. Su fiesta se celebra el 3
de diciembre
El
Papa Pío XI, en 1927 declara Patrona de todas las Misiones católicas
del mundo a esta jovencita, fallecida a los 24 años, que no salió de
su país ni de su convento, jovencita débil de salud, delgada, rubia,
de ojos azules muy vivaces, de sonrisa siempre amable y palabras
siempre alegres, de cejas arqueadas, de boca pequeña y facciones
delicadas, que ofreció su vida en holocausto de amor a Dios, por la
santificación de los sacerdotes y la conversión de los que aún no
aman a Cristo como hay que amarlo.
Dijo Teresita: "Quisiera ser misionera ahora y siempre y en todas
las misiones."