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3º Congreso Misionero de Salta (Argentina) |
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"Iglesia de Salta, tu vida es misión!" |
Tema 1: La Iglesia Comunidad Misionera |
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Disertante: Pbro. Sergio Brunet de L’Argentiére
Contenidos:
· Iglesia su naturaleza misionera
· Comunidad de comunidades
· El Encuentro personal con Cristo, indispensable para la Misión
· Corresponsabilidad misionera de todos los bautizados.
Para comenzar a entender la naturaleza de la Iglesia nuestra mirada debe volverse hacia Jesucristo, “Evangelio de Dios”(EN 7) La Iglesia es el lugar donde los seres humanos, encontrando a Jesús, pueden descubrir el amor del Padre. Así llegan a ser capaces de amar con el mismo amor de Dios que está en nosotros por el Espíritu Santo. (Cfr. EAm 10) “Quienes acogen la Buena Noticia, mediante tal acogida y la participación en la fe, se reúnen en el nombre de Jesús para buscar juntos el Reino, construirlo, vivirlo. Ellos constituyen una comunidad que es a la vez evangelizadora.”(EN 13)
“Nacida en una atmósfera de Pentecostés, la Iglesia tiene necesidad de volver continuamente a aquella fuente para vivir y crecer. Ciertamente, en la Iglesia particular se realiza plenamente la misión confiada por Jesús a sus discípulos, verdaderos sujetos del anuncio de la Buena Noticia por los caminos de los pueblos. El Concilio Vaticano II afirma que la Iglesia es misionera por naturaleza (AG 2); y el Papa Pablo VI proclamaba con fuerza singular, que la evangelización constituye la tarea esencial de la Iglesia, que evangelizar es la dicha y la vocación de la Iglesia, su identidad más profunda (Cfr. EN 14) En esta tarea de la evangelización se incluye la vocación de anunciar a Jesucristo a quienes no lo conocen, tanto en la propia región de la Iglesia particular como fuera de ella. El servicio de la construcción del Reino de Dios significa suscitar y animar en todos los rincones de la tierra relaciones de verdadera fraternidad universal. “El Espíritu Santo acompaña el camino de la Iglesia y la asocia al testimonio que él da de Cristo” (RMi 42)” (Documento de Trabajo CAM 2, ficha 5)
La Iglesia enraizada en el Proyecto amoroso del Padre nace de la propuesta de Dios Trino y comparte el carácter de apertura y amplitud de miras, la salvación está ofrecida a toda la humanidad: “Todos los hombres son llamados a esta unidad católica del pueblo de Dios, y a ella pertenecen o se ordenan de diversos modos, sea los fieles católicos, sea los demás creyentes en Cristo, sea también todos los hombres en general llamados a la salvación por la gracia de Dios.” (LG 13)
Como lo expresa el documento de trabajo para Guatemala: “Cada Iglesia particular encarna el misterio de la Iglesia, aquí y ahora, en comunión con las demás Iglesias que igualmente manifiestan la naturaleza profunda de la Iglesia de Dios. De este modo, la Iglesia local tiene todo lo que es Iglesia, pero sin constituir por ello toda la Iglesia. El Vaticano II ha recordado brevemente, pero con claridad, estos datos esenciales: Esta Iglesia de Cristo está verdaderamente presente en todas las legítimas reuniones locales de los fieles que, unidos a sus pastores, reciben también el nombre de Iglesias en el Nuevo Testamento (LG 26)... Realizando los verdaderos principios de la encarnación del Evangelio, la Iglesia realiza en cada porción de la humanidad donde el Espíritu la conduce, su misión de salvar, redimir y liberar a hombres y mujeres de hoy de las ataduras del pecado y de las nuevas esclavitudes de la humanidad, a la vez que denuncia viejas opresiones y esclavitudes que someten a hombres y mujeres a situaciones inhumanas y degradantes.”( Documento de Trabajo CAM 2, ficha 5)
Corresponde a la Iglesia particular un destacado protagonismo en la Misión que Cristo le confía. Este sentido de encarnación nos abre a la conciencia de que debemos trabajar no sólo por el pequeño rebaño que tenemos cerca, sino con el corazón abierto a la realidad más amplia que espera la Buena Noticia. Por los caminos de la Visitación, María inmediatamente encarnado en su seno el Hijo de Dios, comenzó la peregrinación a Ain Karim para llevar la presencia salvadora, a los que la necesitaban, como Isabel en aquel momento. Hoy hombres y mujeres de nuestro pueblo y de otros países esperan la Buena Noticia, cada Iglesia Local debe impregnar con la presencia de Cristo Vivo a través de su testimonio y anuncio.
Esta tarea compromete a todos, no sólo nos reclama colaboración, sino exige jugarnos totalmente nuestra vida, para Cristo sea conocido.
Quiero compartir con ustedes el final de la conferencia del padre Gustavo Vélez en el 2º Congreso Misionero Nacional en Mar del Plata, en el año 2002:
“En África los ancianos de la tribu, alrededor del fuego, les cuentan a los niños leyendas como ésta:
Cierta vez, salieron muy temprano de paseo una gallina y un cerdito. Animados
y contentos, pronto llegaron a las afueras de la ciudad. Allí había un
restaurante, en cuya puerta podía leerse un vistoso anuncio: "Desayuno
para hoy: Huevos y jamón".
- Entremos, dijo espontáneamente la gallina.
- Yo no entro, respondió el cerdito con un gesto de miedo. Porque lo que para ti es una colaboración, para mí es un compromiso.
Todo lo anterior podemos resumirlo en este epílogo. La comunidad
cristiana ya no puede contentarse con una colaboración esporádica a favor de
la Misión Ad Gentes. Es necesario llegar al compromiso.” En la actualización
de las líneas Pastorales (Navega Mar Adentro) los Obispos de Argentina nos
proponen: “Nada en la Iglesia tiene sentido si no se orienta a esta audacia
Misionera ya que ella es evangelizadora por naturaleza.” (NMA 16)
La Iglesia Comunión: Comunidad de comunidades.
La exhortación post-sinodal Ecclesia in America, ha planteado para nuestro continente en su capitulo IV Camino para la Comunión, el misterio de Comunión y como este ideal debe animar en cada espacio eclesial, sobre todo mirando el desafío de la realidad: “Ante un mundo roto y deseoso de unidad es necesario proclamar con gozo y fe firme que Dios es comunión, Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidad en la distinción, el cual llama a todos los hombres a que participen de la misma comunión trinitaria... Es necesario proclamar que la Iglesia es signo e instrumento de la comunión querida por Dios, iniciada en el tiempo y dirigida a su perfección en la plenitud del Reino.”(EAm 33)
Dios ha querido no sólo ser creador del ser humano, sino su padre. Ha establecido con las personas una relación única, especial, de ternura y familiaridad. Esta manifestación y donación de Dios culminará en Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, en quien nos hace sus hijos. Esta propuesta de amor es oferta libre que requiere ser aceptada por parte de los hombres. Dios pone su morada en los corazones de aquellos que libremente optan por su Reino.
La Iglesia es esa realidad humana formada por hombres y mujeres de un tiempo y un lugar; pero penetrada por la insondable presencia y fuerza de Dios que en ella resplandece, convoca y salva.
Como nos enseñaba el Concilio Vaticano II: “Quiso el Señor santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados entre sí, sino constituir un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera santamente.”(LG 9) Como expresa Pablo VI en Evangelii Nuntiandi la Iglesia es “una nueva manera de ser, de vivir, de vivir juntos.”(EN 23) Así este nuevo Pueblo de Dios se caracteriza por:
· La Igualdad, todos compartimos la misma dignidad de hijos de Dios (LG 32)
· La Diversidad, cada hombre, cada mujer, cada cultura, refleja algo de la multiforme riqueza de Dios. La iglesia está llamada a eliminar las desigualdades, no las diferencias. (LG 32)
· La Universalidad, El otro con quien estamos llamados a relacionarnos no sólo es el cercano, sino todo hombre y toda mujer de cualquier raza y condición, en este sentido la Iglesia es germen de unidad. (LG 13)
La Iglesia es el ámbito o espacio en que toda las distancias y divisiones están llamadas a convertirse en comunión. Es el espacio que recrea las relaciones humanas desde las fe, esperanza y caridad.
La Iglesia de Argentina en Navega Mar Adentro nos dice: “La comunión de la Trinidad nos interpela y nos convoca estrechar vínculos.” (NMA 12) “Los cristinos sentimos el llamado de Dios a hacer juntos el camino, a buscar las coincidencias y superar los desencuentros para convivir como hermanos.”(NMA 14)
En las dimensiones del núcleo evangelizador el documento nos recuerda que“la Iglesia es el pueblo de Dios... congregado por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Ella ha de irradiar el misterio de comunión misionera que contemplamos en Jesús y brota de la Trinidad.” (NMA 60) Asumiendo la propuesta de Juan Pablo II, Navega Mar Adentro nos propone: “La comunión encarna y manifiesta la esencia del misterio de la Iglesia. Para responder a los desafíos... y ser un signo transparente del rostro de Cristo, el pueblo de Dios ha de ser una casa y escuela de comunión al servicio de la unidad de toda la familia humana. Esto ha de expresarse en mejores estructuras de comunión.” (NMA 63)
La propuesta nos acerca criterios que harán posible este camino comunitario, como “forma de realizar la comunión misionera”(NMA 70) La Pastoral Orgánica diocesana, la santidad comunitaria como perspectiva de la pastoral, el protagonismo de todos los bautizados, y un itinerario gradual que tenga en cuenta la cotidiana experiencia de la gente son el marco, las reglas de juego con las que podemos construir una nueva manera de ser Iglesia, que llegue a todos.
Hacia el final del Documento nos invitan a valorar tres acciones destacadas:
“El origen y centro de la evangelización es Jesucristo y el núcleo vital de la nueva evangelización ha de ser, entonces, el anuncio claro e inequívoco de la persona de Jesucristo, es decir, el anuncio de su nombre, de su doctrina, de su vida, de sus promesas y del Reino que Él nos ha conquistado a través del misterio pascual (EAm, 66) Él es el rostro humano de Dios y el rostro divino del ser humano. Cristo ha de ser anunciado con gozo y con fuerza, pero principalmente con el testimonio de la propia vida como resultado de un encuentro personal con Él (EAm, 67)” ( Documento de Trabajo CAM 2, ficha 1)
Ecclesia in America plantea que el encuentro con Jesucristo Vivo es la piedra de toque de la renovación eclesial, descubriéndolo como camino de conversión y solidaridad. En el Evangelio encontramos numerosos relatos de encuentros de Jesús con hombres y mujeres de su tiempo. Una característica común es la fuerza transformadora que los encuentros con Jesús tienen y manifiestan. Especialmente se destacan los encuentros con el Resucitado, y resulta paradigmático el encuentro con los discípulos de Emaús. En todos los casos la invitación del Señor respeta siempre la libertad de los que llama. (Cfr. EAm 8) Algunos encuentros con Jesús son claramente personales. Otras veces, los encuentros tienen un carácter comunitario. De esta manera se encuentra el Señor con los Apóstoles y estos tienen una importancia fundamental para la constitución de la Iglesia. (Cfr. EAm 9) La Iglesia es el lugar donde los hombres, encontrando Jesús, pueden descubrir el amor del Padre. (cfr. EAm 10)
La Iglesia en Argentina nos propone en Navega Mar Adentro, retomar en continuidad con las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización, el núcleo del contenido evangelizador: “JESUCRISTO RESUCITADO NOS DA EL ESPÍRITU SANTO Y NOS LLEVA AL PADRE. LA TRINIDAD ES EL FUNDAMENTO MÁS PROFUNDO DE LA DIGNIDAD DE CADA PERSONA Y DE LA COMUNIÓN FRATERNA.”(NMA 50)(cfr. LPNE cap.2) El acento viene dado de acuerdo a la realidad que nos muestra el sufrimiento que produce de la disgregación y fractura social, que necesita recibir la Buena Noticia de la invitación a la Comunión de la Trinidad por Jesucristo en el Espíritu Santo.
Como enseña Ecclesia in America, “la comunión en la Iglesia se obtiene por los sacramentos de iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.”(EAm 34) En Navega Mar Adentro se plantea la necesidad de acompañar a todos los bautizados, incluso los no practicantes, mediante la caridad pastoral, que entre sus recursos cuenta con una gradual pedagogía, que lleve a la plenitud el encuentro con Cristo y la vida de fe que dimana. Creo que dentro de este itinerario gradual tenemos un acabado modelo de acompañamiento en el paradigma del Catecumenado de adultos, que en este caso habrá que recrearlo para proponerlo como camino de todo el pueblo de Dios. (NMA 90-94)
Al pensar la Acción Pastoral, tendremos que pensar también en un camino largo, un itinerario catequístico permanente, y recordar este modelo que Jesús nos presenta en el camino de Emaús.
a) Jesús se acerca y se pone a caminar con ellos.
El primer paso consistirá en provocar el encuentro acercándonos a la gente, saliendo de nuestras iglesias y grupos, como Iglesia-Madre que busca a sus hijos para caminar con ellos. Imitando a Jesús, “queremos renovar su actitud de cercanía y de acompañamiento a todos nuestros hermanos y hermanas; proclamamos el valor y la dignidad de cada persona, y procuramos iluminar con la fe su historia, su camino de cada día. Este es un elemento fundamental de la Nueva Evangelización” . (Cf. Documento de Santo Domingo, 12-27)
“Jesús comparte el camino de los seres humanos. Por medio de un diálogo sencillo y directo conoce sus preocupaciones inmediatas. El mismo Cristo Resucitado acompaña los pasos, las aspiraciones y búsquedas, los problemas y dificultades de sus discípulos cuando éstos se dirigen a su aldea”. ( Santo Domingo, 16)
En un primer momento, habrá que recuperar el sentido de vecindad, descubrir al otro como un semejante, como un regalo de Dios para mí, apreciarlo independientemente de sus virtudes y por encima de sus equivocaciones, por el solo hecho de ser persona, hijo de Dios, e interesarme por su bienestar. ( Cf. Novo Millennio Ineúnte, 44)
Comienza
así la etapa del Kerigma: tendremos que demostrarle con gestos que
Dios lo quiere y se ocupa de él, que somos sólo sus mensajeros, enviados
para ocuparnos de él e interceder por él en la oración. Es la etapa para
revalorizar el Bautismo que hemos recibido y que nos constituye en la
Comunión.
b) Jesús los acompaña en el camino y les anuncia las Escrituras.
“La presencia del Señor no se agota en una simple solidaridad humana Explicándoles las Escrituras, Jesús corrige los errores, les ilumina su situación y les abre horizontes de esperanza”. ( Santo Domingo, 18-19.)
El kerigma se hace anuncio más explícito. En esta segunda etapa tenemos que ayudar a los demás a interpretar la vida ya no al modo meramente humano, sino desde el Plan de Dios, a la luz de la fe: “qué duros para entender... y les fue interpretando...”.
Por eso los apóstoles convencían, porque no transmitían sólo una noticia, unos conceptos, una información. Ellos comunicaban y contagiaban una experiencia de Cristo Resucitado. Así transmitían la Fe.
Es el tiempo privilegiado de la evangelización de la cultura, de la mentalidad, de la conciencia personal y colectiva, de los modos de vivir. Se trata de que el Evangelio toque todas las situaciones de su vida y dé su colorido a toda su realidad. Al final descubrimos que necesitamos indispensablemente la presencia de Jesús y le pedimos: “quédate con nosotros...”. Presencia que se hace eficaz por la presencia del Espíritu que suscita el Compromiso de la Confirmación.
c) Jesús entra en la casa y les parte el Pan
“El gesto definitivo para que pudieran reconocerle vivo y resucitado de entre los muertos fue el signo concreto de partir el pan. En Emaús se abrió además un hogar para Alguien que andaba peregrino. Cristo reveló su intimidad a los compañeros de camino y en su actitud de compartir reconocieron al que durante su vida no hizo más que darse”. ( Santo Domingo, 24)
Esta
tercera etapa se caracteriza por el catecumenado: es tiempo de madurar
la fe, de compartir “en casa”, con Jesús y los hermanos. Un compartir
que abarca los diversos aspectos de la vida (hospitalidad, tiempos, talentos,
bienes materiales y espirituales) y culmina
en la Eucaristía.
Toda la misión apunta a la Eucaristía. Y no puede terminar mientras no podamos sentarnos todos a comulgar en la misma Mesa, en la que se da la comunión más plena de los que compartieron el camino y la fe.
d) La celebración del Sacramento les impulsa a la Misión
Esta certeza de la presencia de Cristo resucitado en medio de la comunidad hace que todos adquieran una renovada conciencia de la naturaleza y la misión de la Iglesia.
“A partir de la fe, vivida en comunidad, ellos se convierten en pregoneros de una realidad totalmente nueva: "El Señor ha resucitado y está de nuevo entre nosotros". La fe en Jesús lleva consigo la misión”. (Santo Domingo, 26)
El final de esta etapa que se celebra en la Eucaristía, da origen a un nuevo camino: “volvemos a Jerusalén” para emprender una misión nueva desde una comunidad renovada por Cristo, enriquecida por la experiencia de lo que el Espíritu Santo ha hecho en ella. Es el momento de “retomar el camino desde Cristo” (NMI 29), porque la misión está todavía en sus comienzos.
Corresponsabilidad misionera de todos los bautizados.
Que decir de este último punto, simplemente subrayar las consecuencias que esta reflexión tiene. El Papa Juan Pablo II expresa de esta manera la necesidad del apostolado laical: “los fieles laicos – por su participación en el oficio profético de Cristo – están plenamente implicados en esta tarea de la Iglesia.” (ChL 34)
Como nos recuerda Ecclesia in America, encontrar a Cristo es aceptar su amor primero, optar por él, adherirse libremente a su persona y proyecto, que es el anuncio y la realización del Reino de Dios. (cfr. EAm 68)
La Iglesia de Argentina asume como criterio de las Líneas Pastorales que todos los bautizados son protagonistas de la acción evangelizadora. (NMA 75) especialmente laicas y laicos deben participar no sólo de la ejecución, sino también de la planificación, la celebración y evaluación. Incluso tendremos que ser creativos para incorporar a niños y ancianos en este proceso. Todo el itinerario pastoral debe tender a ir integrando la diversidad y riqueza de dones del Espíritu, que se manifiesta en las personas que van haciendo el encuentro con Cristo y van sumándose a la Comunión Eclesial.
No puede quedar fuera de este planteo el horizonte de la misión ad gentes. Los proyectos pastorales de las Iglesia particulares no pueden contentarse con revitalizar la fe de los creyentes alejados, sino que ha de buscar también anunciar a Cristo en los ambientes donde es desconocido. (Cfr. EAm 74)
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