HISTORIA DE LA ACTIVIDAD MISIONERA EN SALTA |
Expulsión de los Jesuitas: la solución franciscana
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El acontecimiento más lamentable de la historia misionera de América del siglo XVIII, y que influyó notablemente en la evangelización de todo el continente, fue la expulsión de la Compañía de Jesús. En 1767 la Corona Española expulsó a los Jesuitas de América Hispana, quedándose con todos los bienes que la Orden poseía en esas tierras. La orden de expulsión estaba fechada el 12 de Julio de 1767 y los jesuitas de Salta fueron detenidos el día 3 de Agosto del mismo año. Conducidos fuera de la ciudad, a los pocos días se los trasladó directamente al puerto de Buenos Aires. Poco tiempo después, el obispo Abad Illiana hacía saber a todos los fieles de la diócesis que debían devolver de inmediato cualquier bien que poseyeran de los jesuitas y que tenían que reintegrar también todo lo que hubiesen recibido de ellos con posterioridad al 12 de julio.
Los jesuitas tuvieron que salir de los treinta pueblos de misiones gobernados por la Compañía en todo el Tucumán entrando en su lugar los franciscanos y, en algunos casos, los mercedarios. No se puede negar la buena voluntad y la competencia de quienes sustituyeron a los jesuitas en la labor evangelizadora, pero el cambio produjo una notable crisis en la acción misionera en todo el continente, no escapando a esta realidad la región del Tucumán.
A partir de entonces, las reducciones fueron naciendo, ya no por impulso de los misioneros, como en los tiempos de los Jesuitas, sino por obra de los gobernadores, que las iban fundando en sus campañas militares, y luego entregaban para su cuidado pastoral a los frailes franciscanos o a clérigos, y que con el tiempo se irían constituyendo en curatos y parroquias.