HAGAMOS MISIONERA NUESTRA PARROQUIA Parte II: Guía Práctica Comisión Arquidiocesana de Misiones - Arquidiócesis de Salta
Ver la Parte 1: "La Pastoral Misionera en la Parroquia" Contenidos El Camino para que “hagamos misionera nuestra Parroquia”
. El objetivo del presente subsidio es dar algunas ideas y orientaciones para llevar a cabo el proceso para que “hagamos misionera nuestra Parroquia”[1], conduciéndola hacia un estado de misión permanente. Está basado en el camino recorrido por algunas Parroquias de nuestra Arquidiócesis y de otras Diócesis de nuestro país. Se entiende que lo aquí propuesto no es el único camino, sino una propuesta que podrá ser asumida por las Parroquias, adaptándola a sus distintas realidades y a los diversos grados de avance que ya hayan realizado en este sentido, o que podrá dar una idea para elaborar el propio camino que seguirá la Parroquia. Hay Parroquias que ya llevan recorrida buena parte de este camino, por lo que tal vez algunos pasos ya hayan sido dados y deban ser obviados.
El Camino para que “hagamos misionera nuestra Parroquia” Leemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles que, cuando Jesucristo realizó el Mandato Misionero, les trazó un itinerario gradual en tres pasos: “Serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra” (He 1,8)
El programa comprendía tres momentos:
No los lanzó de golpe hasta los confines del mundo, sino que les propuso comenzar con un horizonte concreto y limitado, para irlo ampliando poco a poco hasta llegar a la total apertura universal.
De la misma manera, el camino misionero de la Parroquia, puede ser planteado siguiendo un esquema similar, comenzando por “aquí” en la Parroquia, siguiendo “allí” ensanchando un poco el horizonte para ir abriendo la mirada hacia la misión universal, para terminar “allá” lanzándose a la misión más allá de las fronteras. Los tres “escalones” de este camino en pasos sucesivos (aunque no estrictamente secuenciales) serían los siguientes:
1.- Misión “Ad Intra”: La Misión empieza por casa
“Cada Parroquia ha de renovarse en orden a aprovechar la totalidad de sus potencialidades pastorales para llegar efectivamente a cuantos le están encomendados. Con sus organismos e instituciones, ha de asumir decididamente un estado de misión permanente, en primer lugar dentro de su propio territorio, dado que la parroquia es para todos los que integran su jurisdicción, tanto para los ya bautizados, como para los que todavía ignoran a Jesucristo, lo rechazan o prescinden de El en sus vidas” (NMA 72) [2]
El primer paso para que “Hagamos misionera nuestra Parroquia”, es comprender que “La misión empieza por casa”, como lo afirma Pablo VI: “Evangelizadora, la Iglesia comienza por evangelizarse a sí misma” (EN 15)[3]. Pero esto no implica necesariamente la organización de una “Gran Misión” que conlleve un esfuerzo desgastador que a la larga se termine abandonando, sino de asumir un estilo pastoral de evangelización continua, que el documento de la Conferencia Episcopal Argentina, “Navega Mar Adentro” define como “estado de misión permanente” (NMA 72). Aquí también habrá una serie de pasos sucesivos a dar:
1.1.- Formación de los agentes evangelizadores: Para llevar adelante esta acción evangelizadora, la parroquia debe “aprovechar la totalidad de sus potencialidades pastorales” y realizarla “con sus organismos e instituciones” (NMA 72). Podrá conformarse inicialmente un equipo de misioneros parroquiales con aquellos agentes pastorales con más condiciones e inquietudes misioneras, pero entendiendo que con el tiempo, esta responsabilidad deberá extenderse a toda la comunidad. Así lo afirma Juan Pablo II en Novo Millennio Ineunte: esta acción misionera “no podrá ser delegada a unos pocos especialistas, sino que acabará por implicar la responsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios (...) Es necesario un nuevo impulso apostólico que sea vivido, como compromiso cotidiano de las comunidades y de los grupos cristianos” (NMI 40)[4]. Por supuesto, cada comunidad, grupo, movimiento o asociación de la Parroquia, participará de esta misión permanente de acuerdo a sus carismas particulares. Esto es: el Grupo de Oración no tiene necesariamente que salir a “tocar puertas” si no es parte de su carisma, pero sí participará de la misión orando por la misma.
Pero para ello, estos agentes pastorales deberán formarse adecuadamente, en los aspectos doctrinales, de espiritualidad y didácticos. Así lo entendían las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización de 1990: “Para potenciar el protagonismo de los laicos en la evangelización, se reclama una formación profunda, completa y actualizada” (LPNE 3) [5]
A tal efecto, cada Parroquia puede organizar esta formación utilizando recursos propios (agentes pastorales formados en este sentido) o participando de instancias formativas (cursos, talleres, etc.) ofrecidos por otros organismos e instituciones de la Arquidiócesis que brindan este servicio. Como materiales a utilizar para esta formación, pueden mencionarse los documentos misioneros del magisterio de la Iglesia: Decreto Conciliar “Ad Gentes”, Exhortación Apostólica Post Sinodal “Evangelii Nuntiandi”, Carta Encíclica “Redemptoris Missio”, el Instrumento Preparatorio del 3º Congreso Misionero de Salta y la cartilla: “Hagamos misionera nuestra Parroquia. Parte III: Formación de los Misioneros”
1.2.- Conocimiento de la Jurisdicción Parroquial: Entendiendo que “la parroquia es para todos los que integran su jurisdicción, tanto para los ya bautizados, como para los que todavía ignoran a Jesucristo, lo rechazan o prescinden de El en sus vidas” (NMA 72), “la Iglesia no debe quedarse tranquila con los que la aceptan y siguen con mayor facilidad”. Por ello, “sin descuidar la atención de los cercanos, debe salir al encuentro de los que están alejados” (SD 131) [6]. “No podemos contentarnos con esperar a los que vienen (...) Por lo tanto, imitando al buen Pastor que fue a buscar a la oveja perdida, una comunidad evangelizadora se siente movida continuamente a expandir su presencia misionera en todo el territorio confiado a su cuidado pastoral” (NMA 93b)
Pero para poder planificar una acción evangelizadora efectiva para todos los que integran la jurisdicción parroquial, es preciso, primero, conocer a todas las familias que viven en ella. “Mis ovejas conocen mi voz, yo las conozco y ellas me siguen” (Jn 10,27). La mejor manera de realizar esto, es mediante un censo parroquial con el objetivo de obtener información acerca de las familias que viven en la jurisdicción, principalmente en cuanto a su situación social, religiosa, necesidades pastorales, etc.
Lo primero que debería conseguirse es un plano general de la zona, donde figuren los nombres de todas las calles y marcar en el mismo la jurisdicción de la Parroquia. Conviene dividir la jurisdicción en zonas o sectores (numerando cada una de ellas), para una mejor organización de la acción evangelizadora[7]. Dependiendo de la extensión del territorio y la cantidad de agentes pastorales, podrá optarse por una de las siguientes alternativas: o Abocar todos los agentes pastorales a un sector y una vez concluido el censo en este sector, pasar al siguiente, y así sucesivamente hasta completar toda la extensión de la parroquia o Distribuir los sectores entre los distintos grupos, asociaciones y movimientos de la Parroquia, o entre los equipos que se conformen para tal fin, y realizar el censo de manera conjunta en todos los sectores. o U otra modalidad que se adapte mejor a la parroquia.
Para una mejor organización, conviene habilitar un fichero en la Parroquia en el cual se registrarán, en fichas separadas, los datos de importancia de cada familia. Algunos datos que conviene registrar son: Nombre de la familia, religión/creencia del grupo familiar, integrantes (nombres, edades, situación sacramental, etc.), realidad económica, situaciones particulares (enfermos, etc.). El hecho de registrar en fichas separadas, permitirá la actualización de estos registros en momentos posteriores.
Conviene también que se aproveche esta visita para llevar a las familias una carta del Párroco, en la cual, además de hacer llegar su saludo fraterno, se explicará el motivo de la visita y el por qué del censo, invitando a la familia a acercarse a la Parroquia[8].
1.3.- Comienzo de la Evangelización: Una vez conocida la realidad pastoral de la Parroquia, se pueden planificar acciones evangelizadoras adaptadas a las necesidades de cada uno de sus destinatarios. En este sentido se distinguirán tres situaciones bien diferenciadas de los destinatarios de la evangelización: o En primer lugar, viven en la jurisdicción parroquial, personas que aún no conocen el nombre de Jesús. Por ello la acción evangelizadora no se limita a revitalizar la fe de los creyentes rutinarios, sino que “busca también anunciar a Cristo a todos aquellos que no lo conocen” (cfr EA 71) [9] dirigiendo hacia ellos acciones concretas de primera evangelización (cfr RMi 33a)[10]. A ellos es preciso “predicarles en forma viva y alegre, el kerigma” (SD 131) [11]. o En segundo lugar, una importante parte de las personas que viven en la jurisdicción parroquial, “aún siendo bautizados, han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio” (RMi 33b). A ellos también es preciso predicarles el kerigma, invitándolos a una renovación de su fe y a un encuentro profundo y verdadero con Jesucristo, facilitando su integración a la comunidad parroquial. Esto es lo que se conoce como nueva evangelización[12].
1.4.- Misión Permanente: Con el tiempo, este contacto con las familias de la Parroquia mediante las visitas, debe volverse una realidad cotidiana, en lo que se llama “estado de misión permanente”. Por supuesto que llegar a este estado demandará un tiempo considerable, durante el cual, el número de agentes evangelizadores deberá incrementarse para llegar a ser suficiente para cubrir toda la extensión de la Parroquia. Hasta llegar a este punto, posiblemente se habrán experimentado con diversas formas de sectorización de la jurisdicción parroquial, y con diversas formas de distribución de las mismas entre los agentes pastorales. Aquí también son válidas distintas formas de organización:
Para mantener el estado de misión permanente, es de gran importancia la realización de visitas a lo largo de todo el año, acompañando los ciclos del año litúrgico, e intensificando las visitas en momentos determinados del año, como ser Cuaresma, Adviento, la preparación de la Fiesta Patronal de la Parroquia, etc. Estas visitas periódicas, permiten establecer y mantener un nexo entre los distintos apostolados de la Parroquia y la Comunidad, puesto que al estar en contacto directo con la gente (sobre todo con la que no “viene” al templo) podrán detectar necesidades de las familias que serán luego derivadas a los demás grupos y apostolados, según su carisma: por ejemplo detectarán enfermos que luego serán visitados por la Legión de María, Ministros de la Eucaristía o Pastoral de la Salud, necesidades sacramentales que serán atendidas por los catequistas, necesidades materiales que serán atendidos por Cáritas o Pastoral Social, etc.
El cometido principal de esta tarea misionera, no es crear una dependencia "subsidiaria" de los fieles con respecto a la Parroquia, de manera tal que se acostumbren a ser visitados por la "gente de la parroquia", sino motivarlas permanentemente a integrarse activamente al apostolado y a la misión de la misma y a asumir un compromiso misionero concreto en la Iglesia. De esta manera, formar pequeñas comunidades de familias generalmente del mismo vecindario donde tenga lugar un encuentro humano interpersonal para que sus integrantes se sientan hermanos amados, tenidos en cuenta, creciendo en la fe, dando testimonio de Cristo Resucitado. Así, la Parroquia se descentraliza, porque ya no es el pueblo el que viene al templo, sino la Iglesia misma que va al pueblo y “que se encuentra entre las casas de los hombres”.... (SF 58)
Otra expresión de la misión permanente, consiste en “aprovechar los momentos de contacto que los bautizados mantienen con la Iglesia, tales como el bautismo de sus hijos, la primera comunión, la confirmación, la enfermedad, el matrimonio, las exequias, para descubrirles la novedad siempre actual de Jesucristo” (SD 131).
Además, suele ser recomendable que cada cierto tiempo se realicen actividades extraordinarias de misión, con visitas intensivas, convocatorias masivas, misiones populares, retiros de evangelización, etc.
2.- Pastoral Misionera: Ensanchando horizontes...
Ya sea después de haber completado el paso anterior, o en paralelo, puede avanzarse en la Pastoral Misionera, que busca interesar a los bautizados en la misión y motivarlos a participar o colaborar con ella. La acción de la Pastoral Misionera no se dirige a los no creyentes ni a los cristianos alejados, sino a los cristianos que participan de la vida comunitaria parroquial. Esto se realiza mediante las siguientes acciones:
2.1.- Animación Misionera: procura suscitar, avivar y sostener el espíritu misionero universal de todos los bautizados, de manera que se interesen por las misiones y nazcan así vocaciones misioneras, o cooperen con ellas. Algunas ideas para realizar la animación misionera son las siguientes: · Organizar encuentros, charlas, jornadas y exposiciones misioneras en la Parroquia, en los cuales se informe acerca de la vocación misionera, y de las distintas formas en las que se puede cooperar con las misiones. · Mantener en la Parroquia una cartelera misionera, a través de las cuales se informe de las necesidades de evangelización y las actividades de los misioneros en todo el mundo. · Dar testimonio ante la comunidad acerca de las experiencias misioneras desarrolladas por la Parroquia. · Organizar actividades especiales como Horas Santas misioneras ante el Santísimo Sacramento, Celebraciones con tinte misionero, Rosarios Misioneros, etc. · Fomentar el rezo del Rosario Misionero. · Difundir materiales y revistas misioneras. · Animar a la comunidad durante el Octubre Misionero, y especialmente en la DoMund (Jornada Mundial de las Misiones, que se lleva a cabo el 2º domingo de Octubre), promoviendo la Colecta Misionera. · Mantener correspondencia con algún misionero que esté en tierras lejanas, especialmente con los de nuestra Arquidiócesis. · Fomentar e incentivar las vocaciones misioneras que pudieran surgir en la propia comunidad.
2.2.- Cooperación Misionera: Es el servicio mediante el cual, todos, aún cuando su situación de vida no les permita realizar una actividad misionera específica, pueden colaborar con ésta, desde su propio lugar. La cooperación misionera permite que todos los miembros de la Parroquia participen y colaboren activamente con la misión universal de la Iglesia. Esta cooperación misionera se realiza de dos maneras:
2.3.- Formación Misionera: Otro servicio de la Pastoral Misionera, consiste en la formación permanente de los agentes evangelizadores. Para ello pueden organizarse cursos, talleres, charlas formativas, etc. Existe para esta formación, abundante material específico de formación misionera.
2.4.- Comunión y Organización Misioneras: Favorece que todas las personas que estén particularmente interesadas en una acción misionera más comprometida, se asocien en grupos o comunidades específicamente misioneras. Algunas de las posibilidades de organización misionera son:
El órgano por excelencia de comunión y organización misionera en la Parroquia es el Equipo Parroquial de Misiones, cuyas funciones y actividades se describieron ampliamente en el folleto “Hagamos misionera nuestra Parroquia. Parte I: La Pastoral Misionera en la parroquia”
3.- Misión “Ad Extra”: Mas allá de las fronteras....
“Tengo además otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir; ellas oirán mi voz y así habrá un solo rebaño y un solo Pastor” (Jn 10,16)
Una Parroquia Misionera sabe que ha sido enviada a anunciar la Buena Noticia “por todo el mundo” (Mc 16,15), “a todos los pueblos” (Mt 28,19), “hasta los confines de la tierra” (He 1,8). Esto implica que no debe encerrarse en los límites parroquiales, sino que está llamada a “ir más allá de sus propias fronteras”. En este sentido, llegará un momento en que la Parroquia trascenderá sus propias fronteras para prestar un servicio evangelizador a otras comunidades más necesitadas. Esto puede hacerse de diversas maneras (no son pasos secuenciales):
3.1.- Colaboración con otras Parroquias en su proceso de “hacerse misioneras”: No todas las Parroquias avanzan al mismo ritmo en su organización misionera. Aquellas parroquias que ya tienen un camino misionero recorrido, están llamadas a apoyar a otras a realizarlo, comenzando por otras parroquias del mismo decanato.
3.2.- Actividades Misioneras “más allá de las fronteras” parroquiales: Esto lo realizan mediante el envío de Grupos Misioneros que desarrollan sus actividades en otras jurisdicciones parroquiales más necesitadas, dentro de la misma Arquidiócesis o fuera de ella.
3.3.- Envío de Misioneros Ad Gentes: En este sentido, la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano reunida en Santo Domingo, indicó entre sus líneas Pastorales, que la Iglesia Particular debe “Asumir con valentía el envío misionero, ya de sacerdotes como de religiosos y laicos. Coordinar los recursos humanos y materiales que favorezcan los procesos de formación, envío, acompañamiento y reinserción de los misioneros” (SD 128)
Notas [1] Ver el folleto “Hagamos misionera nuestra Parroquia. Parte I: Las Pastoral Misionera en la Parroquia”, elaborado por la Arquidiócesis de Salta como subsidio formativo para el año 2004 “Año de la Misión” [2] Conferencia Episcopal Argentina, Documento “Navega Mar adentro”, 2003, en adelante abreviado NMA [3] Pablo VI, Exhortación Apostólica Post Sinodal sobre la Evangelización del mundo contemporáneo “Evangelii Nuntiandi”. Año 1974. En adelante, abreviada EN [4] Juan Pablo II, Carta Apostólica “Novo Millennio Ineunte” del Sumo Pontífice al Episcopado, al Clero y a los fieles al concluir el gran Jubileo del año 2000. En adelante abreviado NMI [5] Conferencia Episcopal Argentina, “Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización”, año 1990. En adelante abreviado LPNE [6] Conclusiones de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, reunida en Santo Domingo, en 1992. En adelante abreviado SD [7] Ver el capítulo 5 del “Manual de los Misioneros de Manzana”, Héctor Pinamonti [8] Ver el capítulo 7 del “Manual de los Misioneros de Manzana”, Héctor Pinamonti [9] Juan Pablo II, Exhortación apostólica post sinodal “Ecclesia in América”, sobre el encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América. Año 1999. En adelante abreviado EA. [10] Juan Pablo II, Carta Encíclica “Redemptoris Missio”, sobre la validez del mandato misionero. Año 1990. En adelante abreviado Rmi. [11] Respecto a la temática de este primer anuncio, consultar el folleto “Hagamos misionera nuestra Parroquia. Parte III: Formación de los Misioneros” [12] Respecto a la temática y metodología de la nueva evangelización, consultar el folleto “Hagamos misionera nuestra Parroquia. Parte III: Formación de los Misioneros”. [13] Al respecto, ver el “Manual de los Servidores de los Enfermos y Ancianos Misioneros” y el “Manual del Enfermo y el Anciano Misionero”
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