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3º Congreso Misionero de Salta (Argentina) |
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"Iglesia de Salta, tu vida es misión!" |
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Instrumento Preparatorio
Objetivo: Compartir nuestras experiencias de encuentro con Cristo, en vistas a una auténtica comprensión de la misión. 1. Escuchemos el mensaje cristiano Jesucristo es el origen y el centro de la evangelización. El ha de ser anunciado con gozo y con fuerza, pero principalmente con el testimonio de la propia vida como resultado de una experiencia personal de encuentro con Él (EA 67). El Nuevo Testamento narra con frecuencia que hombres y mujeres tuvieron un encuentro especial con Jesús. Son encuentros que transforman la vida de las personas y que señalan un nuevo rumbo para el curso de sus acciones. Entre los más significativos está el de la mujer samaritana (cf. Jn 4, 5-42), el de Zaqueo (Lc 19,1-10), de María Magdalena (Jn 20,17), de Pedro en la noche de la pasión (Jn 18,15-18), de los discípulos en el camino de Emaús (Lc 24,13-55), del apóstol Pablo (Hech 9,3-30), y tantos otros. Los
cristianos encontramos a Jesús en la Iglesia; en la Sagrada Escritura, a la luz
de la Tradición, de los Padres de la Iglesia y del Magisterio, profundizada en
la meditación y la oración. También vivenciamos a Jesús en la Sagrada
Liturgia, en el celebrante que renueva en el Altar el mismo y único sacrificio
de la Cruz; está presente en los Sacramentos en los que actúa con su fuerza
eficaz. Cuando se proclama su Palabra, es El mismo quien nos habla. Está
presente además en la comunidad: “Donde están dos o tres reunidos en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt. 18,20). Está presente sobre
todo bajo las Especies Eucarísticas. Otro lugar de encuentro con Cristo son los
pobres, los necesitados y la realidad cotidiana. (cf.
Mt. 25,31-46)(SC 7). Este encuentro con Jesús: o
Conduce
a la conversión:
“El tiempo se ha cumplido
y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva” (Mc.
1,15). Estas palabras de Jesús son la médula de toda evangelización. Invita a
una conversión personal más decidida y a una fidelidad al Evangelio cada vez más
generosa. La conversión favorece una nueva vida en la que no existe separación
entre la fe y las obras, en la respuesta cotidiana a la universal llamada a la
santidad.
o
Es
camino para la comunión: Dios
es comunión, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y convoca a todos a ser partícipes
de esta Trinidad en la comunión. Comunión vivida y compartida en el servicio y
compromiso por construir el Reino de Dios. “La comunión es para la misión y
la misión es para la comunión” (ChL 1).
o
Es
camino para la solidaridad: La
conciencia de la comunión con Jesucristo y con los demás, lleva a servir al prójimo
en todas sus necesidades, para que en cada hombre resplandezca el rostro de
Cristo. Promoción humana y evangelización van unidas, y la solidaridad es el
servicio de amor al que nos llama Jesús mediante acciones concretas: como la
promoción; el esfuerzo por la reconciliación; el trabajo por los derechos
humanos y por la defensa de la vida y la denuncia de los pecados sociales. De
este modo, los pobres serán los primeros destinatarios de la Evangelización, a
imagen de Jesús que decía: “El Espíritu del Señor me ha ungido. Me ha
enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva” (Lc. 4,18) (cf. EA 67).
o
Es
camino para la misión:
El encuentro con el Señor
produce una gran transformación de quienes no se cierran a Él. El primer
impulso que surge de esta transformación es comunicar a los demás la riqueza
adquirida en la experiencia de este encuentro. La Iglesia, que vive de la
presencia permanente y misteriosa de su Señor resucitado, tiene como centro de
su misión el llevar a todos al “encuentro con Jesucristo”.
2. Confrontamos el mensaje con la vida Las culturas cristianas han ido perdiendo su fe para convertirse en culturas secularizadas, y nuestro pueblo salteño no escapa a esta realidad. En las familias, los valores cristianos recibidos por los padres no son lo suficientemente sólidos y arraigados para la transmisión a los hijos, por lo cual no siempre son capaces para promover el Evangelio en la vida y, por tanto, no son familias donde se encuentra a Cristo. Muchas veces sucede lo mismo en un grupo, asociaciones y comunidades católicas, cuya religiosidad popular no se ha evangelizado. Muchas veces, las personas, grupos, comunidades católicas no han tenido la experiencia de un encuentro personal, vivo y profundo con Cristo, y por tanto no viven su cristianismo en la práctica del amor, la solidaridad, la comunión y el servicio. Aún en los espacios donde se fomenta el encuentro con Jesús, muchas veces esta propuesta está sobrecargada de sentimentalismo, que no necesariamente lleva a iniciar un verdadero proceso de conversión, de comunión y de solidaridad, sino se queda solamente en sentimientos, casi reducida a un estado de ánimo y no se logra dar el paso que lleva al seguimiento de Jesucristo. Generalmente se provocan experiencias de encuentro, pero que no respetan la libertad de las personas, condicionan los sentimientos, y fomentan una pertenencia más hacia ciertos grupos que hacia el Señor. De allí que muchos encuentros sean experiencias sin mayor trascendencia, que no ayudan necesariamente a pasar del encuentro sentimental al seguimiento de Jesús. Nuestra fiesta del Señor y la Virgen del Milagro, ¿no quedará muchas veces en un encuentro superficial y sentimentalista con Cristo que pasado el mes de Setiembre vuelve a enfriarse? Asimismo, el encuentro personal con Jesucristo vivo no siempre se motiva para personas que ya participan en la vida de la Iglesia, sino que se presupone, e incluso, dado que se da un énfasis muy grande en lo catequético y doctrinal, no siempre se buscan métodos creativos, nuevos, para que otros puedan recibir el anuncio del evangelio y éstas a su vez vivan un encuentro con el Señor, que les implique en el anuncio gozoso de la Buena Nueva que Dios ha hecho en sus vidas. La riqueza de métodos, formas y carismas en la Iglesia también provoca que haya múltiples formas en las que se presenta el mensaje cristiano; éste ya no aparece tan unitario. Además, hay otro tipo de ofertas religiosas. En consecuencia, lo que va a determinar la adhesión de hombres y mujeres a Jesucristo y a su Iglesia no depende de las muchas y variadas actividades que se hagan, menos del activismo en el que muchas veces se cae. En cambio, lo que determinará la adhesión al Señor y a la Iglesia es que toda la pastoral evangelizadora y misionera esté encaminada verdaderamente al encuentro personal con Jesucristo, que dé sentido de mayor profundidad a la vida, proporcione más elementos de discernimiento y ofrezca gozo y esperanza. Se hace necesario entonces, que el proceso de conversión sea presentado como una buena noticia del Señor, es decir, hacer conciencia que la conversión es en primer término un regalo, una gracia de Dios y no exclusivamente una conquista personal. . 3. Propongámonos qué debemos hacer con el mensaje recibido 1.- ¿Qué significa haber vivido un encuentro personal y auténtico con Jesucristo vivo? ¿En qué se manifiesta este encuentro? En qué medida sientes que este encuentro de produce en nuestras comunidades (no solo en los que son “activos” en las comunidades sino en todos los que forman parte de ella)? 2.- ¿Qué momentos y espacios concretos ofrecemos en nuestras comunidades para favorecer un profundo encuentro con Jesucristo vivo de todos los que a ellas pertenecen? ¿Son suficientes? 3.- ¿Qué podemos mejorar en nuestras comunidades para propiciar un encuentro más profundo y auténtico con Jesucristo? ¿Cómo hacer para que esta posibilidad de encuentro llegue a todos? 4. ¿Cuál debe ser el perfil que debe tener la Iglesia, la comunidad, el creyente, para una misión que invite al encuentro personal con Cristo? Describe cuál es el perfil que se da en tu comunidad. 4. Celebremos la vida • Canto de inicio. Sugerido: “Dios está aquí” • Pasaje bíblico que ilumine el tema. Elegir uno entre los siguientes: Zaqueo (Lc 19,1-10), María Magdalena (Jn 20,17), Pedro en la noche de la pasión (Jn 18,15-18), los discípulos en el camino de Emaús (Lc 24,13-55), Saulo (Hech 9,3-30) • Momento de reflexión personal. •
Oraciones espontáneas y respuesta de compromiso. • Padre Nuestro, Oración del CoMSa 3. • Canto final. Sugerido: “No busques a Cristo en lo alto” |